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En La Guerra, En Mi Cabeza

En La Guerra, En Mi Cabeza

Status: En proceso
Genre:Acción / Futuro / Sci-Fi / Supersistema / Apocalipsis / IA
Popularitas:625
Nilai: 5
nombre de autor: Ángel

La historia sigue a un militar sin nombre, en medio de una guerra, al que todos se refieren como Ergo.

El mundo del futuro está en crisis debido a una guerra que ha asolado cada región desde hace años y de la cual parece ser que ningún compañero o militar cercano a Ergo sabe algo.

Un día cualquiera, durante una batalla campal, Ergo es herido y se ve orillado a reparar su extremidad tras acabar la batalla. Luego de su reparación, Ergo descubre a sus altos mandos hablando acerca de él, de su ineficiencia y de como lo eliminarán para traer a otro soldado en su lugar. No obstante y sin poder negarse, es enviado de nuevo en una última misión en los límites del mapa sabiendo que las batallas libradas allí son sinónimo de muerte.

Poco a poco, Ergo irá descubriendo la clase de mundo en el que habita y los secretos que se han ocultado ante el y cualquiera de sus compañeros.

En esta historia el lector se sumerge en un delirio y cuestionamiento filosófico y político acerca de la moralidad.

NovelToon tiene autorización de Ángel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

XXII

Esa mañana Ergo se despertó enrollado sobre si mismo en posición fetal. Se levantó de la cama con naturalidad y fue al baño para tomar una ducha y lavarse. Durante el baño, indagó en su sueño la noche anterior antes de ser despertado por Ludwig. La sensación de similitud con ese sueño le generaba confusión y a veces sentía presión por el cuerpo.

Salió de la ducha y tomo el conjunto de ropa que había dejado en el baño, se cambió allí mismo y en el espejo aún podía ver la cicatriz dejada por la extracción del chip de identificación. Salió del baño apagando la luz y distrayendose un poco en la oscuridad que abarcó la habitación. Miro ambos lados del pasillo, pero no vió actividad alguna: ni voz, ni luces o sonidos. Bajo al primer piso, pero tampoco parecía haber nadie; incluso grito a Ludwig, pero no hubo respuesta. Reviso la cocina, la sala, la habitación de Ludwig incluso, la zona detrás de la casa, pero nada había allí. Regreso a la sala y tomo asiento en el escritorio de la esquina: quería hacer lo mismo de todos los días—leer—, aunque primero rememoró todo. Le pareció totalmente absurdo e increíble que en tan solo casi diez días su entorno alrededor pudiera cambiar tanto y presentarle una y otra vez sucesos, objetos y delirios—y debates emocionales que no podría expresar ni conocer en tan poco tiempo—. Pensó acerca de Ludwig y su paciencia con él a pesar de no ser más que un desconocido; había confiado demasiado pronto, y Ergo no estaba acostumbrado a la confianza por obviedad de su "pasado". Se llenaba de angustia y presión gracias a la ironía que había en el hecho de que, no tan lejos, había compañeros suyos librando batallas a muerte, con extremidades rotas o pulverizadas, olor a pólvora, cazas, cuerpos y trincheras, sin tener la posibilidad de apreciar el mundo en el que él ahora vivía.

Su última reflexión le llevo a decidir salir por la zona trasera, no sin antes tomar su gorro y abrigarse. Salió con cautela, pero todo estaba con una tranquilidad inusual en la zona. Paso por los setos de la zona trasera con ligera dificultad y después comenzó a andar por la zona, era una zona bastante curiosa: ciertas zonas parecían desérticas y otras tantas tenían pequeños grupos de hierba, incluso vio unos cuantos árboles en la lejanía a sus costados, pero no indagó mucho en ello. Subió por una pequeña colina con dificultad debido a su inclinación y finalmente vio en la lejanía la zona enrejada desde la cima; en la misma giro para observar detrás de él, pero únicamente alcanzó a ver los enormes pilares y vías del tren debido a las irregularidades de todo ese "campo".

Le sorprendió que pese, ya estando cerca, no noto figura humana alguna, ningún oficial o algo que custodiara la zona, pero eso no importa ahora que, desde su cercanía a las rejas, tuvo algunas memorias de los días anteriores a su rescate: los entrenamientos, el lema que repetía a los altos mandos, las clases y finalmente el compañerismo que se veía en el comedor; e inconscientemente, su rostro se marcó por una especie de melancólica compasión. Intentó escalar la reja por simple curiosidad y no por regresar, sabía que eso era muerte segura, pero repentinamente, las rejas se tambalearon y un sonido mecánico resonó por el lugar—un sonido similar a cuando una ancla es soltada en el mar—. Ergo cayó de espaldas y frente a sus ojos se dibujó un enorme muro azulado que parpadeaba igual que la pantalla en el hogar de Ludwig. Su extensión era tal, que perforaba las nubes y hacía que observarlo por completo fuera imposible para una persona. Sintió miedo e impresión, el enorme muro desapareció después de unos segundos parpadeando y Ergo regreso con apuro a casa de Ludwig por el miedo de haber activado algo o haber dado aviso de su presencia.

...****************...

Llegó totalmente sudoroso y cruzo los setos embistiéndolos en el camino. Entro en la casa y subió rápidamente al baño. Limpio su rostro con agua del lavamanos y exhaló con fuerza una y otra vez. Se mantuvo en la misma situación durante un par de minutos hasta que el ruido de pasos en el primer piso lo hizo salir y bajar las escaleras.

Ludwig vio al desordenado Ergo y presenció su pecho inflándose y desinflándose a causa de su agitada respiración. Ludwig también tenía una mirada de enfado y tenía la frente perlada por sudor; su abrigo rutinario se mantenía quieto bajo su axila.

—¿Dónde estabas, Ludwig?—preguntó Ergo bajando las escaleras con apuro.

—No es tiempo de explicar, Ergo... Tenemos que irnos ahora—respondió Ludwig mientras subía las escaleras.

Ambos estaban en el mismo escalón, Ludwig hizo que Ergo girará su cuerpo y le siguiera a arriba.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tan de repente dices algo así?—preguntó Ergo llenándose de confusión como un niño—. ¿Es una broma?

—Desearía que fuera así hijo, pero no...—Ludwig siguió asiendo la espalda de Ergo hasta llegar a su habitación—. Debemos huir, pero, en principio, ¿por qué estás vestido y con el gorro? ¿Saliste? ¿Notaste algo extraño? ¿Algún sonido afuera?—atacó e inundó a Ergo de dudas.

—S-si... Salí, pero todo afuera estaba más tranquilo de lo normal. Pero también debo contarte algo...

—Lo suponía, los demás ya se marcharon—interrumpió Ludwig entrando apresurado a la habitación y rebuscando algo debajo de su cama.

—¿Qué es lo que pasa?—preguntó Ergo con su rostro en una mueca extraña como consecuencia del ambiente.

—Ese infeliz de traje parchado...

—¿El de la plaza y el bar?

—¡Sí! El... Ese maldito y sus hombres estaban más cerca de lo que creímos... Han matado a un compañero hace un par de días y ahora regreso y... está matando a cualquiera con relación a la célula—respondió Ludwig con voz áspera a causa del odio y el esfuerzo que hacía por intentar recuperar el aliento por completo.

Ergo se quedó en silencio ante la respuesta, no entendía nada a excepción de la presencia del hombre trajeado que habían visto hace días. Quiso preguntar, pero se quedó en silencio al mirar el enfado en el rostro de Ludwig.

Ludwig saco una maleta debajo de la cama y la arrojo sobre la cama.

—Ve por un par de las ropas y calzado que te dí, no hay mucho tiempo.

Ergo obedeció y regreso al poco tiempo con la ropa y el calzado. Ludwig tomo los objetos con frenesí y los acomodo con fuerza en la maleta. Ergo se mantuvo incómodo y en silencio hasta que, mientras Ludwig parecía escoger ropa y calzado de un enorme armario, sus ojos chocaron con los de Ergo. Se sintió algo avergonzado ante las cosas que podría haber generado un actuar así en Ergo.

—Lo siento, hijo, es solo que... Debemos huir antes de que tú y yo acabemos siendo otro par de los que no pudieron huir. Ya te explicaré más adelante de ello...—Ludwig recordó entonces que Ergo deseaba contarle algo al volver a mirarlo a los ojos—. ¿Qué era lo que deseabas decirme?

Ergo reaccionó con ansiedad y temió un poco antes de hablar.

—Yo... ¿Cómo me rescataste específicamente el día que me encontraste herido?—preguntó limpiando las pocas gotas de agua que aún estaban cayendo de su frente—. Salí por curiosidad y... ¿Qué es ese enorme muro?

Ludwig se quedó estático mientras acomodaba un par de zapatos en la maleta. Miro a Ergo con el rostro ligeramente asustado y los labios entreabiertos.

—¿Qué hiciste?—preguntó ahogadamente.

—Quería ver si podía escalar la reja y de la nada se tambaleó y ¡ahí estaba!—Ergo inconscientemente movió las manos con mímica—. Cuando lo ví estaba en el suelo, pero era azulado, con transparencia... se veía idéntico a como se ve tu pantalla... ¿Qué es eso?

—Maldición—susurró Ludwig imperceptiblemente—. ¡Ya lo explicaré después! Ve a la habitación médica, detrás de la mesa de exploración debe haber una caja metálica: es el botiquín de primeros auxilios.

Ergo no sé opuso, y la mirada de Ludwig le hizo sentir impotencia para hablar.

Entro repentinamente en la habitación médica y encontró la susodicha caja; no le era ajena por obviedad militar. Antes de salir, recordó el casillero y su antiguo equipo militar y eso fue suficiente para abrir el mueble y darle un vistazo más a todo. El arma y el uniforme seguían con total normalidad y le resultaron incluso nostálgicos. En su mente, comenzaron a aparecer ideas: quizá podría defender a Ludwig como una especie de remuneración en caso de ser necesario. Tomó el arma y estaba a punto de activarla cuando la figura jadeante de Ludwig apareció en el umbral de la puerta.

—¿Qué haces?—preguntó y miro el arma en los brazos de Ergo—. Suelta eso...—sugirió y su tono de voz se volvió empático repentinamente—. No es necesario que la uses, ya no más... Dame la maldita arma y vámonos—la voz de Ludwig le resultaba extraña, pero algo en su pecho se oprimió—, eres libre ahora, hijo. Yo me encargaré de ocultar está cosa. Afuera debe estar esperando Alfred en su camioneta; recibí su mensaje justo después de que corriste hacía acá.

Ergo apretó los dientes y le estiró el arma a Ludwig. Antes de marcharse, Ludwig le entrego dos maletas a Ergo y él las tomo sin negarse.

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Benja
Mi compa el jugador de Brawl Stars:
Lord vyron: JAJAJA
total 1 replies
Benja
Te olvidaste corregir lo de Carter
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