Mi Final Feliz

Paula va directo a su habitación donde Ana la esperaba, con cuidado la ayuda a ponerse algo cómodo y se retira en busca de la cena de su señora.

- No te han dicho que no debes espiar a las mujeres casadas – aparece en la habitación un hombre de cabello negro y piel blanca.

- Parece que no tienes un esposo… quizás un estorbo, por qué no lo dejas…

- Porque no dejas de espiarme.

- No quieres mi ayuda, cuando casi mueres, no te preocupes me ocupe de ellos.

- Ya te dije que puedo defenderme sola, que tal si dejas de esconderte y me dices tu nombre.

- No habría diversión – se acerca a ella -, me dijeron que podrías estar embarazada – la toma de la cintura -, no entiendo como puede ser posible si no me has dejado robarte ni un beso.

- Nosotros no tenemos ningún tipo de relación, no debería importarte.

- Me importa porque vas hacer solo mía.

- Deja de jugar – lo aparta -, eres un hombre muy guapo, debe haber muchas señoritas deseándote.

- A mí solo me importa que tú me desees – Paula sonríe -, incluso si me lo pides me convertiré en tu amante, solo tengo una condición…

- Habla, tal vez tu propuesta me convenga.

- Serás solo mía.

- Y tú serás solo mío…

- Por siempre – ambos escuchan como tocan la puerta.

- Es la señal para que te marches.

- Si necesitas ayuda, dímelo, si te tardas más en actuar me encargaré de cortarle la cabeza a esos dos, no me importa si te molestas, sé que no lo amas.

- Harías eso por mi…

- Te daría el imperio si me lo pides.

- Ana: mi señora se encuentra bien…

- Paula: Ana en un momento te abro la puerta, espera – se acerca al hombre de forma inesperada lo abraza –, gracias – él corresponde a su abrazo.

- Ana: Duquesa.

- Paula: algún día me dirás tu nombre.

- Hombre: no solo eso, te entregare mi vida entera – le da un beso en la mano y salta por la venta.

- Ana: mi señora discúlpeme, voy a ingresar sin su autorización.

- Paula: Ana puedes ingresar sin problemas, siento haberte hecho esperar.

- Me preocupé, pensé que debido a su estado quizás se desmayó.

- Por cierto, voy a necesitar un remedio para los moretones.

 - Mi señora sus piernas ya no tienen ninguna marca.

- No puede ser – se mira las piernas y se sorprende, por lo que Ana la ayuda a revisarse el cuerpo y todas las heridas habían desaparecido.

- Esto es sorprenden.

- Quizás pueda currar mi corazón.

- ¿A qué se refiere?

- Nada Ana, te aseguraste que la comida no fuera contaminada.

- Por supuesto.

Al día siguiente Paula para fastidiar a su esposo y concubina decidió bajar a desayunar con ellos.

- Álvaro: vienes a ofrecernos una disculpa…

- Paula: no, ustedes dejaran de intentar asesinarme.

- Álvaro: no digas tonterías.

- Paula: te digo lo mismo querido. Vanesa, puedo llamarla por su nombre, verdad…, ya que compartimos el mismo esposo creo que eso es irrelevante.

- Álvaro: no puede.

- Paula: no puede, se lo pregunte a su concubina, acaso no puede opinar, pensaba que la amaba.

- Vanesa: Álvaro me ama, yo respeto sus decisiones.

- Paula: está bien, deseaba informarle que ya desocupé la oficina que ocupaba, ahí podrá trabajar, en el escritorio le deje los asuntos pendientes, nada complicado, las finanzas del Ducado, los pagos de la academia de las niñas, mandaron una lista de materiales debería atenderlo lo más pronto posible.

Las invitaciones a las fiestas de té, también se las envié.

- Álvaro: sigue con tus obligaciones como Duquesa.

- Paula: si ayer moría, hoy la Duquesa seria lady Vanesa, incluso debería estar gestionando un funeral apropiado para nuestro estatus.

No importa, iré unos días a la casa de mi padre para no molestarlos.

- Álvaro: no me ha pedido permiso.

- Paula: solo le estoy informando, en ningún momento pedí su autorización – se levanta de la mesa.

- Álvaro: Paula

- Vanesa: cariño déjala está un poco alterada por lo que vivió, lo mejor es que se vaya unos días, nos beneficia estaremos tranquilos sin su presencia.

Ana ya esperaba a Paula en un carruaje con un equipaje adecuado para los días que estarían en la Baronía, enseguida se pusieron en marcha para llegar a su destino, en el camino no hubo inconvenientes, al llegar a la Baronía el mayordomo les informó que utilizarían las mismas habitaciones que tenían cuando vivían ahí, ya estaban limpias para que puedan utilizarlas, cuando iban a instalarse se encontraron con Martina.

- Duraste más de lo que esperaba, por fin el querido Álvaro se cansó de ti, es mejor que busques donde quedarte, aquí no podemos soportar esa humillación.

- No hay humillación más grande que tenerte en esta casa – Martina intenta darle una cachetada, pero Paula agarra su mano con fuerza, provocando que Martina se queje.

- Los días en que podías tocarme se acabaron hace mucho querida madre – la suelta -, no lo intentes de nuevo que mi paciencia se puede agotar, porque no vas junto a Julia al condado y nos evitas estos encuentros desagradables…, lo siento olvide que su esposo no le gusta verte, si te apareces quizás su matrimonio acabe.

- Tampoco es que tu matrimonio sea mejor que el de mi hija.

- La diferencia es que si mi matrimonio termina será por mi decisión y tengo un lugar al que regresar, incluso tengo una familia materna que me esperaría con los brazos abiertos, en cambio si mi hermanita regresa mi padre la tiraría a la calle, entiendes la diferencia.

- No eres nadie.

- Estoy sobre ti, por cierto, no me saludaste apropiadamente, tendré que castigarte a menos que te disculpes.

- No lo haré.

- Muy bien, unos días encerrada te harán recapacitar.

- William no lo permitiría.

- Mi padre me agradecería por no tener que lidiar contigo, aunque sea unos días, si no fuera por mi hermano ya no serías la Baronesa. Ayúdanos y danos la excusa perfecta para echarte de aquí o moléstame un poco más y yo te sacaré de aquí como mereces.

Paula aparta a Martina de su camino y va a su habitación donde se da un baño y cambia para almorzar junto a su padre, quien al verla llegar al comedor se alegra y la abraza, situación que molesta a Martina.

- Martina: no deberías permitir que venga sin su esposo podría perderlo.

- William: no hemos pedido tu opinión, déjame disfrutar de la estadía de mi hija, no la veo todos los días. Además, él tiene una concubina que lo atienda.

- Martina: no has escuchado lo que dicen de Paula, que su esposo tuvo que tomar una concubina porque ella no puede tener hijos, es una mujer incompleta – Paula se muestra triste.

- Paula: es lo que dicen de mi…

- William: comentarios mal intencionados, ya lleva un año con su concubina y tampoco ha podido tener hijos, pienso que él es quien en verdad tiene un problema.

- Martina: no puedes afirmar algo como eso de Álvaro.

- William: pero de mi hija si puedes afirmarlo. Paula si quieres divorciarte tienes mi consentimiento, ya has ayudado al Ducado en su momento más crítico, ya salde la deuda que tenía con mi amigo con tu ayuda, es momento de que veas por ti.

- Martina: nadie querrá una mujer divorciada.

- William: mi hija puede manejar la Baronía.

- Martina: y mi hijo que hará…

- William: parece que no hablas con Alexander, él quiere pertenecer a la guardia real.

- Paula: padre no te preocupes si decido divorciarme te lo comunicaré.

- William: no importa lo que la sociedad opine, mientras viva nunca estarás desamparada.

- Martina: no permitiré que Paula sea una carga para Alexander.

- William: gracias a Dios mi hija puede manejar la Baronía, en muchas ocasiones me ha tenido que ayudar a corregir el trabajo que haces.