**Sinopsis**
En un mundo donde la biología define roles y los instintos son incontrolables, dos hombres de mundos opuestos se ven atrapados en una ardiente atracción. Leon, un alfa dominante y poderoso empresario, ha rechazado el amor… hasta que Oliver, un omega dulce y sensible, entra en su vida como asistente. Lo que comienza como un deseo prohibido pronto se convierte en una intensa relación marcada por celos y secretos. Cuando verdades devastadoras amenazan con separarlos, deberán enfrentarse a su pasado y decidir si su amor es lo suficientemente fuerte para desafiar las estructuras que los mantienen apartados. ¿Están dispuestos a arriesgarlo todo por un futuro juntos?
NovelToon tiene autorización de D.Winters para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 19: Desatando la Tormenta
El aire fresco del bosque se impregnaba de la fragancia de la tierra húmeda y el canto lejano de los pájaros. Oliver y Leon, aún abrazados, sintieron cómo el tiempo se desvanecía, dejando atrás el peso de su angustia y el estigma de las dudas que antes los separaban. Era un momento trascendental, uno en el que el mundo exterior parecía desvanecerse por completo, dejando solo la intensidad de su conexión.
—No puedo creer que hayamos llegado a este punto —dijo Oliver, separándose ligeramente para fijar su mirada en los ojos de Leon. La vulnerabilidad danzaba en su mirada, como una brisa suave que acariciaba sus almas. —Tantas dudas, tantas inseguridades... Y aquí estamos.
Leon sonrió, una mezcla de alivio y felicidad surgiendo de lo más profundo de su ser. —Te he extrañado más de lo que puedo expresar —admitió. —He estado atrapado en mi propia tormenta, y me sentía perdido... Como si estuviera atrapado en una niebla que jamás se disipaba.
—Entonces, salgamos de ella juntos —ofreció Oliver, la necesidad de aclarar eventualmente lo que había oscurecido su relación estaba presente en su voz. Su pulgar acarició suavemente la mejilla de Leon, un gesto con el que se atrevía a deslizar el velo que había dividido sus corazones. —No más miedos ni secretos. Solo nosotros.
El corazón de Leon dio un vuelco ante la sencillez de esas palabras. En ese momento, todo lo que había reprimido comenzó a fluir como un torrente desbordante. —Oliver, la verdad es que siempre he sentido algo más que amistad por ti. No me atreví a decirlo porque tenía miedo de perderte. Pero ahora que te tengo aquí, reconozco que te amo más de lo que creí posible.
Las palabras de Leon provocaron un chispazo de emoción en el pecho de Oliver. Las ansias que había reprimido florecieron a medida que escuchaba esa declaración desgarradora. —Yo también —confesó, la voz temblándole levemente—. He estado luchando conmigo mismo, anduve pensando en lo que verdaderamente significa esto. Cuánto significas para mí. Siempre pensé que amar a alguien tan profundamente sería un desafío, y aquí estoy, despidiendo sombras en cada paso.
El aire entre ellos se volvió electrico. Sin más palabras, se acercaron el uno al otro. Los labios de Leon encontraron los de Oliver una vez más, esta vez con una intensidad que savía a desesperación y deseo latente. El mundo exterior se desvanecía, y el roce de sus bocas encendía una chispa que se expandía como un fuego en sus corazones.
Leon, sin poder contenerse, hundió los dedos en el cabello de Oliver, atrayéndolo hacia sí, como si intentara absorberlo en su ser. El aliento de Oliver se volvió irregular mientras sentía la calidez del cuerpo de Leon. Cada roce, cada beso, era un intento de desatender las tormentas del pasado y entregarse por completo a la belleza de la conexión presente.
—No tengo idea de lo que nos espera —murmuró Oliver entre besos, su voz entrecortada por la pasión—, pero por primera vez no me importa. Solo quiero vivir este momento contigo.
Los ojos de Leon brillaban con una emoción profunda, llena de intensidad. —Es un momento que no quiero que termine —respondió, antes de empujar un poco su cuerpo contra el de Oliver, sintiendo cada centímetro de su conexión. Como si una fuerza invisible los uniera, se adentraron en un juego de seducción, palpando la carne de manera tentadora, explorando su deseo reprimido.
A medida que la pasión crecía, las manos de Oliver empezaron a recorrer la espalda de Leon, sintiendo la firmeza de sus músculos, el calor que emanaba de él. En su mente, no había más espacio para el miedo o la culpa; todo lo que existía era el deseo crudo que los consumía. La realidad se desvanecía hasta convertirse en un murmullo distante.
—No puedo creer que hayamos esperado tanto para esto —dijo Leon, su aliento caliente en la piel de Oliver.
—Fue el miedo lo que nos sostuvo alejados —respondió Oliver, aunque la racionalidad se deshacía en su mente como un azucarillo en el agua. Su cuerpo hablaba, y cada vez que los labios de Leon se encontraban con su piel, la lógica se desvanecía.
Sin embargo, bañado en la luz que filtraba entre las hojas del bosque, lo único que quedaba era la candente urgencia y el ardor de un deseo desatado. Se empujaron el uno al otro contra un tronco, el corazón de Oliver latía como un tambor, su cuerpo vibrando ante la proximidad de Leon. La expresión en su rostro era la perfecta mezcla de agradecimiento, deseo y vulnerabilidad.
—Quiero que este momento sea nuestro —declaró Leon, su mirada fija en los ojos de Oliver. —No solo una ráfaga de pasión, sino algo más... algo real.
Las palabras de Leon encendieron aún más la hoguera ardiente. Oliver sintió cómo la sed de amor y conexión lo envolvían con cada mirada y cada roce. —Sí —respondió, su voz resonando con convicción—. Esto es solo el inicio.
Con un solo movimiento, Leon se inclinó, y sus labios se encontraron nuevamente. Esta vez, cada beso se sentía como un pacto, una promesa de que lo que estaba sucediendo no era solo un instante efímero. Se acariciaban con un fervor nuevo, las manos entrelazándose, unidas en un baile que despojaba el miedo y abría el camino a la libertad emocional.
Con la determinación de deshacer el pasado, comenzaron a moverse a un compás propio, uno que resonaba con los latidos de sus corazones. Cada vez que su piel chocaba con la de su amante, la electricidad recorría sus cuerpos, como si el cielo y la tierra chocaran en un mismo instante, todo fundiéndose en una sinfonía perfecta de amor y deseo.
Oliver dejó que sus manos se deslizaran por la cintura de Leon, sintiendo su cuerpo ceder ante el roce. No había más espacio para el pasado; todo lo que quedaba era el presente vivo que compartían. Leon lo miró con una mezcla de deseo y ternura, y en un susurro casi inaudible dijo:
—Nos aferraremos a esto.
Las palabras resonaron en el aire como un eco de promesas sagradas. Nada podría romper ese instante, nada podría desplazar el amor que finalmente se desataba entre ellos. Oliver sintió que la tormenta de emociones que había mantenido a raya se convertía en un torrente de esperanza.
Mientras se dejaban llevar por la pasión, el sol empezaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y naranjas. El mundo a su alrededor brillaba, y en medio de esa belleza, Oliver y Leon encontraron su refugio. Al final, en la vibrante química de sus cuerpos y la sinceridad de sus corazones, desataron una tormenta que no solo liberó sus deseos reprimidos, sino que también selló un nuevo comienzo. Un comienzo lleno de promesas, donde el amor y la pasión serían la brújula que guiaría su camino juntos.