son amigos de la infancia se quieren como hermanos pero ella siente algo más que una amistad ¿un amor no correspondido por él?
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capitulo 2 nuevo comienzo
Amelia caminaba por los pasillos del colegio con la mente en blanco, sus pensamientos atrapados en el abismo de lo que había sucedido con Stiven. Cada vez que pensaba en él, sentía un nudo en el estómago, como si su corazón fuera un globo a punto de estallar. Pero ya no podía soportar la distancia, el silencio, el constante rechazo. No comprendía qué había pasado, ni por qué Stiven había cambiado tanto. A veces pensaba que era culpa suya, que algo había hecho para que él se volviera tan distante y, a veces, incluso cruel.
Así que, después de semanas de sufrir en silencio, Amelia comenzó a hacer algo que nunca había considerado antes. Se acercó a Axel.
Axel era uno de esos chicos que nunca pasaban desapercibidos. El matón del instituto. Alto, con los músculos marcados, ojos fríos y una actitud desafiante que hacía que todos se apartaran de su camino. No era la clase de persona con la que alguien como Amelia, tan reservada y dulce, solía relacionarse. De hecho, ella lo había evitado durante años, sabiendo que él no era precisamente el mejor ejemplo a seguir. Pero las circunstancias cambiaban, y Amelia sentía que algo dentro de ella la empujaba a hacer algo diferente, a salir de su zona de confort.
En su primer encuentro, Axel estaba en su lugar habitual, apoyado en la pared cerca de la entrada del gimnasio, rodeado de un pequeño grupo de chicos que reían y bromeaban entre sí. Amelia se acercó a él con el corazón latiendo rápidamente, el miedo y la incertidumbre pintando su rostro. Al principio, él ni siquiera la miró, como si ni siquiera la viera. Pero Amelia respiró hondo y, con una voz firme que intentó no traicionar su nerviosismo, dijo:
— Axel, ¿puedo hablar contigo un momento?
Axel levantó una ceja, sorprendido. No era común que alguien como Amelia se acercara a él. En la mayoría de las veces, la gente lo evitaba o le tenía miedo. Los ojos de Axel se entrecerraron mientras la observaba, pero no hizo un movimiento para irse. Era como si algo en su interior lo intrigara.
— ¿Qué quieres, Amelia? — respondió con tono desafiante, pero no grosero. Su mirada era dura, pero había algo en ella que parecía menos hostil de lo que Amelia esperaba.
Amelia respiró profundo. No sabía por qué se sentía atraída por la idea de hablar con él, pero algo en su interior le decía que debía intentarlo. Quizás era su forma de encontrar una manera de olvidar lo que estaba sucediendo con Stiven. Tal vez quería sentir que alguien la veía de otra forma, que alguien la escuchaba, sin los recuerdos que la ataban a un pasado doloroso.
— Stiven... — comenzó a decir, pero sus palabras se atascaron. Axel frunció el ceño al escuchar el nombre de su compañero, pero ella continuó, ahora con más firmeza en su voz. — No sé qué ha pasado, pero siento que todo está cambiando, y me duele mucho. Ya no sé qué hacer.
Axel la miró en silencio, su expresión seria. Por un momento, Amelia pensó que la rechazaría, que simplemente se alejaría o la haría sentir aún más incómoda. Pero Axel no se movió, y por un segundo, parecía que estaba pensando en sus palabras.
— ¿Y qué quieres que haga yo? — preguntó finalmente Axel, con voz más suave de lo que Amelia había anticipado. Parecía un reto, pero también había una curiosidad en su tono.
Amelia no sabía cómo explicarlo. No estaba buscando que Axel la consolara o le diera consejos, pero necesitaba salir de su burbuja de tristeza, hacer algo para distraerse, algo que le ayudara a sentir que todavía podía controlar su vida. Y en ese momento, Axel, con toda su actitud ruda y su presencia intimidante, era el escape que necesitaba.
— Solo... quería hablar. No sé. Tal vez... tal vez no sea tan malo. Quiero decir, ¿quién dice que tenemos que seguir las mismas reglas todo el tiempo, no? — preguntó Amelia, un poco más confiada. La idea de romper con la rutina, de alejarse de todo lo que la había estado atormentando, la hacía sentir una chispa de liberación.
Axel la observó, sus ojos evaluándola, como si viera algo que no se esperaba en ella. Aunque la mayoría de la gente pensaba que Amelia era solo una niña buena, él parecía ver una faceta de ella que pocas personas alcanzaban a percibir. No era la típica chica que evitaba hablar con él o le tenía miedo. Había algo en su actitud que le resultaba... interesante.
— ¿Sabes qué, Amelia? — dijo Axel, dando un paso hacia ella, dejando a sus amigos atrás. — Tienes razón. ¿Por qué seguir siempre el mismo camino? No siempre tienes que seguir las reglas que te imponen.
Amelia se sorprendió por su respuesta. No esperaba que Axel, de todos los chicos, dijera algo que le diera un poco de esperanza. Era como si, por un momento, hubiera olvidado el mundo de expectativas en el que vivía y hubiera dado un paso hacia algo más impredecible, algo que tal vez necesitaba.
Con el tiempo, Axel comenzó a acercarse más a ella. No era el tipo de relación que Amelia había imaginado. A menudo, las conversaciones entre ellos eran rápidas, sin mucha profundidad, pero había algo en la actitud de Axel que le hacía sentir que podía ser diferente. Era brusco, y su forma de hablar no siempre era la más amable, pero había algo en sus gestos, en la manera en que la observaba, que parecía cuidar un poco más de lo que dejaba ver.
Axel, por su parte, comenzó a sentirse intrigado por Amelia. Ella no era como las demás chicas que solo lo veían como el chico malo, el matón. No lo temía ni lo idolatraba. Tenía algo en su mirada, una sinceridad que parecía más valiosa que la superficialidad de las chicas populares. Además, la forma en que ella hablaba de Stiven, tan vulnerable pero al mismo tiempo decidida, despertó en Axel un interés que no comprendía del todo. Era como si quisiera protegerla de algo, aunque no entendiera exactamente qué.
— No te preocupes tanto por Stiven — le dijo un día Axel mientras caminaban juntos por el pasillo. — A veces la gente cambia, y a veces, el que cambia no es quien creías.
Amelia lo miró, algo desconcertada por sus palabras. Pero, por primera vez en mucho tiempo, se permitió sonreír. Quizás Axel no era tan malo después de todo. Tal vez solo necesitaba entender que, en su vida, también había espacio para algo diferente, algo que le diera la oportunidad de sanar.