Boda Con El Enemigo

Isabella Ana Grant o Ana Brown como se hacia llamar ya que usaba el apellido de su madre sonreía alegremente hasta que llegaron a destino .

—¡Podrías haberme dicho que la fiesta sería en la Embajada de Italia!, se mordió el labio inferior estaba nerviosa. Ya había tenido suficiente con un italiano.

Julián O'Brien sonrió con tanta calidez —té dije que eran extranjeros, Italianos, Griegos. ¿Qué diferencia hay?, a este tipo de lugar acude el mismo tipo de personas, ¡te ves hermosa Ana!, ¡eres la mujer más guapa que hay aquí!.

Ana sonrió —éste baile es demasiado para una simple profesora de secundaria de Virginia.

— ¡Tonterías! eres muy inteligente, más que la mayoría de estas mujeres, te ofrecí trabajo en la oficina de Asuntos Exteriores de Washington, pero no has querido. Quédate tranquila tienes todo para estar aquí entre la élite de Washington, ven te presentaré a todos

—Te presento ha Rafael el embajador de Italia ,un gran amigo mío, por cierto es viudo y déjame decirte que las mujeres en Washington lo extrañaran cuando se vaya la próxima semana.

Los tres empezaron a reír

—Encantada de conocerlo, soy Ana Brown, extendió su mano, era un hombre muy elegante de pelo cano sonrisa amable.

—Encantado de conocerte Ana, ahora entiendo por qué Julián se pierde tanto en Virginia, espero la estén pasando bien.

—Por supuesto Rafael ,ahora si me disculpas iremos a bailar. Rafael les sonrió amablemente, y se quedo observando hacían una bonita pareja.

La banda comenzó a tocar un vals

— Ven vamos a bailar ,estoy seguro que puedo con esto , dijo Julian

— Tú pagarás las terapias, y ambos empezaron a reír, lo cierto era que Julián era un gran bailarín. Por un rato bailaron muy animados.

Jed Salvatore estaba sentado en la mesa esperando a la que a partir de esa noche sería su prometida Sofía. Observaba el salón con una copa de Champaña en su mano, tras beber un trago y mirar alrededor del salón su mirada se detuvo en una pareja que se encontraba en el medio de la pista, la copa tembló entre sus dedos el hombre era alto, rubio, de cuerpo atlético y la mujer que tenía entre sus brazos era Isabella, tenía la imagen de Isabella Grant grabada en su mente.

Tenía el cabello semi recogido se veía perfecto su rostro, tenía la cabeza tirada hacia atrás sonreía a su compañero, Jed recorrió su cuerpo con la mirada y se fijó en el escote de su vestido.

Sorprendiéndose de la erección que le causó, Isabella siempre había tenido ese efecto en él y por lo visto después de cinco años aún lo tenía.

Jed no podía apartar la mira de Isabella, su compañero de baile la hizo girar y observó que tenía el cabello más largo, pero lo que llamó más la atención fue el prendedor de diamantes que llevaba puesto, lo reconoció enseguida él se lo había regalado.

No sabía que le molestaba más, el hecho de encontrarse con ella, que estuviera con alguien o que llevara la joya que él le regalo, la cual se llevó junto con todo incluyendo la planta. ¿Sería su marido?.

Por alguna razón, prefirió no preguntarse por qué la idea le molestaba tanto, en ese instante vio que su prometida y él padre de esta se acercaban, forzó una sonrisa, fingiendo un cierto interés por el hombre hizo algunas preguntas a Rafael el padre de Sofía. Averiguó bastante sobre él Julián O'Brien era un terrateniente y una figura importante en la oficina de Asuntos Exteriores, muy conocido y respetado. De su pareja Ana Brown no sabía mucho solo que vivía y trabajaba en Virginia,Rafael se ofreció a presentárselo.

—¡Ven te caerá muy bien Julián!, es muy agradable dijo Rafael.

— Vayan yendo ya los alcanzó, murmuró Jed .

¡Así que Ana Brown! Maldita mentirosa, murmuró Jed.

Rafael se acercó con su hija Sofía a la mesa donde se encontraba Julián con Ana ellos se reían en cuanto Rafael se acercó ellos se pusieron de pie.

—Veo que la están pasando bien, permítame que les presente a mi hija Sofía comentó Rafael.

Ana y Julian le estrecharon la mano

— ¡Él es su novio Jed Salvatore!, el embajador se corrió a un lado, ¡nuestras familias son amigas desde hace muchos años , comentó con orgullo Rafael!

Al oír el nombre Ana se quedó helada ,Jed estaba delante de ella ,con el corazón acelerado ,respiro profundo ¿ admitiría Jed que ya la conocía? por supuesto que no lo haría ,estiro su mano y una mano fuerte estrecho la de ella

— ¡Un placer otra vez Jed!, murmuró Ana

— El placer es mío, Ana, dijo con cierto brillo de ironía o rabia en los ojos.

Ella retiró su mano y se acercó a Julián como en busca de protección, no porque la necesitará, era evidente que Jed no comentaría que se conocían y Ana se sintió aliviada. Aparte de su tía Sara, nadie sabía que había tenido una relación con ese hombre y así era como quería que fuera.

Durante la conversación Ana no intervino y evito mirar a Jed ,su mirada estaba puesta en Sofía, su novia. Sofía era una mujer bajita y bella, era el tipo de mujer con la que se casaría un magnate italiano como Jed, amiga de la familia, rica e italiana por supuesto.

—¿Nos hemos visto antes, Ana?, pregunto Jed divertido. Ana no tuvo más remedio que mirarlo, no le importo, Jed nunca la había considerado lo bastante buena para él, ella solo era ¡la amante!, ¡la putita de turno!.

— No, debes confundirme con otra persona, esto es lo más cerca que he estado de Italia respondió ella.

Ana se fijó en el brillo y sonrisa burlona que tenía Jed, el muy cretino lo hacía a propósito y lo estaba disfrutando .

— ¿Entonces eres modelo? y te he visto en alguna revista, sugirió Jed, Ana supo que le estaba tomando el pelo.

— No para nada

La novia de Jed lo agarro del brazo y comento.

— Los hombres no tienen idea de modelos, ¡Ana es demasiado grande!, además las modelos suelen ser extremadamente delgadas.

Ana dejó de sentir pena por Sofía, era tan arrogante como Jed, detrás de aquella falsa sonrisa y aquella dulce mirada, había una zorra de gran trasero.

Ana había subido algo de peso y su cuerpo habia cambiado en los últimos cinco años, pero no era gorda algo voluminosa de pechos, pero había un motivo, y no pensaba decírselo a la pareja.

—Tu novia tiene razón de hecho soy profesora de Historia en un colegio cerca de casa.

—¡Historia! Eso es interesante ¿prefieres la antigua o contemporánea?

—¡Ambas!, contesto Ana, si las miradas mataran Jed sería hombre muerto.

—¡Está bien!, la historia puede enseñarnos muchas cosas respondió Jed.

—¡Estoy segura de que no hay nadie que pueda enseñarte algo!. Dijo Ana

Todos se quedaron observándola como si estuviera loca, Julián soltó una carcajada.

—Ana menos mal que no trabajas conmigo en asuntos exteriores, no eres nada diplomática, la rodeo con sus brazos la beso en la mejilla, ¡pero en todo lo demás eres perfecta para mí! Exclamó Julián.

Jed estaba furioso, le molestaba la cercanía de Isabella con Julian

— Están tocando nuestra canción, Jed ¿vamos a bailar?, dijo Sofía, luego de la canción volvieron a la mesa.

—¿Julián bailas? Preguntó Sofía, a Jed no le importo sabía que Sofía era coqueta, y como un caballero que era Julián acepto, eso le daría tiempo a solas con Isabella.

—¡Así que Ana Brown!, ¡pensé dirías que nos conocíamos!, ¿prefieres que te diga Ana Brown o Isabella Grant?, pregunto Jed.

— Te dije Jed un placer otra vez ,tuviste la oportunidad de decir que nos conocíamos, pero entiendo no querías incomodar a tu novia, y te recuerdo que mi nombre es Isabella Ana y Brown es el apellido de mi madre.

_¡Sofía no es mi novia!.

— Pues ve y dice lo al embajador él parece no saberlo o a quien le importe, y deja ya estos juegos de críos.

— tal vez Sofía tiene otra visión de nuestra relación y le ha dado esa impresión al padre.

—¡Siempre la culpa es de la mujer! , deberías seguir su visión y casarte con ella dijo Ana

—¿Por qué me alentarías a casarme con ella?, antes no eras tan respondona, solías ser muy complaciente.

— ¡Antes era una idiota!, deberías darte golpes de pecho me enseñaste bien, ¡me repugnas!, ve y cásate con tu italiana y deja de fastidiar.

— Lamento lo nuestro no haya terminado como tú querías.

Ana se puso nerviosa, se puso de pie y se giró, Jed la sujeto del brazo y cuando ella lo miró, él percibió el miedo. La soltó en ese momento volvió Sofía con Julián .

— ¡Podemos irnos Julián!, no me siento bien dijo Ana

—¡Por supuesto cariño!.