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Mil Años De Metamorfosis

Mil Años De Metamorfosis

Status: En proceso
Genre:Viaje a un mundo de fantasía / Fantasía épica / Superhombre / Espadas y magia
Popularitas:455
Nilai: 5
nombre de autor: zack storytime

Un soldado de un antiguo reino fue sometido a un experimento para transformarlo en un arma de destrucción masiva mediante alteración genética. Algo salió mal y despertó mil años después, en un mundo mágico lleno de bestias de fantasía. Desorientado, encuentra las ruinas de su reino y un nuevo campo de batalla entre civilizaciones desconocidas. Con habilidades sobrehumanas, debe descubrir su propósito en este nuevo y peligroso mundo.

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Capítulo 19: Avance y Reflexiones

**El avance de Zen**

Zen se movía con determinación por el denso bosque, sus sentidos estaban alerta a cualquier señal de peligro. Cada paso que daba lo acercaba más a su destino, y aunque su cuerpo estaba diseñado para soportar grandes esfuerzos, la constante marcha empezaba a pasarle factura. La idea de descansar lo tentaba, pero sabía que no podía permitirse ese lujo. Los humanos eran persistentes y su capacidad para rastrear y perseguir no debía subestimarse.

*No puedo darme el lujo de detenerme por mucho tiempo,* pensó Zen mientras observaba el camino que tenía por delante. *Debo seguir adelante, incluso si eso significa avanzar también de noche.* Decidió que la mejor estrategia era mantener un ritmo constante y aprovechar la oscuridad para ganar terreno, sabiendo que su visión nocturna le daba una ventaja significativa sobre cualquier perseguidor.

El paisaje a su alrededor había cambiado considerablemente desde que dejó la cueva. Los árboles eran más altos y gruesos, sus copas formaban un denso techo de hojas que apenas dejaba pasar la luz del sol. El suelo estaba cubierto de una gruesa capa de musgo y hojas caídas, amortiguando sus pasos y permitiéndole moverse con una gracia sorprendente para su tamaño. Los sonidos del bosque eran un constante recordatorio de la vida que lo rodeaba: el canto de los pájaros, el murmullo de los ríos lejanos y el crujir de las ramas bajo sus pies.

A medida que se adentraba más en el bosque, Zen notó algo peculiar. El ambiente estaba cargado de maná, una energía palpable que impregnaba el aire y la tierra. Las plantas y los árboles parecían irradiar una vitalidad inusual, y muchos de ellos producían frutos extraños que Zen nunca había visto antes. Los frutos, de colores brillantes y formas inusuales, colgaban de las ramas en racimos tentadores, reflejando la luz que lograba filtrarse a través del denso follaje.

La maleza también era diferente. Era más grande de lo normal, con hojas y ramas que parecían haber crecido bajo la influencia de una fuerza desconocida. Algunos arbustos tenían flores que brillaban con una luz suave y pulsante, mientras que otros estaban cubiertos de espinas que emitían una energía que Zen podía sentir en su piel escamosa.

A pesar de la belleza del paisaje, Zen se mantenía enfocado en su objetivo. Sabía que no podía permitirse el lujo de disfrutar del entorno hasta que hubiera asegurado su seguridad. Cada vez que se detenía para orientarse, miraba hacia el horizonte, buscando cualquier señal de peligro. Sus sentidos agudos captaban incluso los más pequeños cambios en el ambiente, alertándolo de cualquier posible amenaza.

**La perspectiva de Elara**

Mientras tanto, en la lejanía, Elara, la maga, observaba con preocupación las gigantescas explosiones que sacudían el horizonte. Los ecos del combate entre Zen y Sirina llegaban hasta ella, llenándola de inquietud. Consciente de la gravedad de la situación, decidió contactar al Barón Reiyus utilizando un orbe de comunicación. La conexión se estableció rápidamente, y la voz del Barón resonó en el aire, llena de autoridad y expectativa.

—¿Qué sucede, Elara?—preguntó Reiyus, su tono reflejaba una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Mi señor, hay noticias urgentes. Sirina se ha enfrentado a la bestia, y el combate ha sido feroz. Necesitamos actuar rápidamente,—respondió Elara, su voz temblaba con la urgencia de la situación.

El Barón escuchó atentamente mientras Elara relataba los detalles de la batalla. Su expresión se endureció al escuchar la magnitud de la amenaza que representaba Zen, y sus ojos reflejaron una determinación renovada.

—Debemos traer a Sirina de vuelta y prepararnos para enfrentar esta amenaza de manera más efectiva,—dijo Reiyus finalmente. —Usa la piedra de teletransportación para regresar al reino con ella.

Con la orden del Barón clara, Elara se dirigió al lugar donde yacía Sirina, aún inconsciente después del combate. Utilizando la piedra de teletransportación, ambas mujeres fueron transportadas de regreso al reino, dejando el campo de batalla atrás.

**El despertar de Sirina**

Cuatro días después, Sirina despertó en una cama suave y cómoda, su cuerpo aún dolorido por las heridas del combate. Se levantó lentamente, su mente estaba llena de las imágenes de la batalla y de la impresionante fuerza de Zen. *Nunca había enfrentado a un enemigo tan formidable,* pensó mientras se vestía con cuidado, sintiendo cada músculo adolorido.

Se dirigió al palacio del Barón Reiyus, decidida a darle un informe detallado de lo ocurrido. Sabía que el Barón estaría esperando noticias y que su paciencia era limitada. Al llegar, fue recibida con respeto, pero también con una expectante tensión en el aire.

El Barón la observó con una mirada intensa mientras Sirina relataba la batalla. Le contó cómo Zen había demostrado una fuerza y velocidad sobrehumanas, cómo había logrado mantenerse en pie a pesar de sus esfuerzos y cómo, al final, había sido derrotada. Sin embargo, omitiría un detalle crucial: la escama que Zen había dejado a los hijos de la guerrera, un gesto que Sirina no había mencionado.

—¿Entonces, la bestia no es una amenaza directa para los humanos?—preguntó Reiyus, su tono era de incredulidad y una sombra de molestia comenzaba a formarse en su expresión.

—Así es, mi señor. No parece tener la intención de atacar a los humanos a menos que se vea obligado a defenderse,—respondió Sirina, su voz era firme pero había un matiz de duda que el Barón no dejó pasar.

Reiyus se levantó de su asiento, su rostro mostraba una mezcla de frustración y determinación.

—Sirina, debes descansar. Te has enfrentado a un gran desafío y has demostrado tu valía. Pero no pienses que esto ha terminado. Juro por mi honor que acabaré con esa bestia, sin importar lo que cueste,—dijo con una voz que resonaba con la promesa de venganza.

Sirina asintió, pero mientras se retiraba, su mente estaba llena de pensamientos contradictorios. Reflexionaba sobre la batalla, la fuerza de Zen y lo que había visto en él. *No es solo una bestia, hay algo más en él,* pensó mientras se dirigía a sus aposentos, sus pensamientos se entrelazaban con la imagen de Zen y la escama que había dejado atrás.

**El descanso de Zen y el nuevo descubrimiento**

Pasaron seis días en los que no se logró localizar el paradero de Zen. El bosque profundo había demostrado ser un refugio eficaz, ocultándolo de los ojos humanos. Zen, que había estado avanzando sin parar, finalmente decidió que era hora de detenerse y descansar. Había recorrido una gran distancia y su cuerpo, aunque increíblemente resistente, necesitaba un respiro. Se adentró aún más en el bosque, buscando un lugar donde pudiera relajarse sin temor a ser descubierto.

El paisaje era aún más denso y oscuro que antes. Los árboles aquí eran gigantescos, sus troncos eran tan anchos que se necesitarían varios hombres para rodearlos con los brazos. El suelo estaba cubierto de una alfombra de hojas y musgo que amortiguaban sus pasos, creando un silencio casi total a su alrededor. La única luz provenía de los rayos del sol que lograban filtrarse a través de las copas de los árboles, creando un juego de luces y sombras que danzaban en el suelo.

Zen se detuvo junto a un arroyo cristalino, su agua fresca y pura era una tentación irresistible. Se agachó y bebió con avidez, sintiendo el líquido refrescante revitalizar su cuerpo. Mientras descansaba, su mente vagaba, reflexionando sobre los eventos recientes y lo que le deparaba el futuro. *Estos humanos no se detendrán hasta que me capturen o me maten,* pensó, su mente estaba llena de imágenes de los combates que había librado y los enemigos que había enfrentado.

De repente, su olfato captó un olor familiar y desagradable. Se tensó y olfateó el aire con más intensidad, tratando de identificar la fuente. Era un olor que había encontrado antes, un aroma que no podía olvidar. *¿Qué es esto?* se preguntó, su mente se llenó de sospechas y una creciente sensación de inquietud.

El capítulo termina con Zen preparándose para investigar la fuente del olor, consciente de que cualquier cosa que encontrara podría ser crucial para su supervivencia y su viaje hacia la capital. Mientras tanto, Sirina reflexionaba sobre sus propias experiencias y las implicaciones de su encuentro con Zen, sabiendo que el futuro estaba lleno de incertidumbre y peligros que aún no había enfrentado.

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