Recuerdos De Mi Futuro

dias despues mientras almorzaban en el jardin, el duque solto un comentario que a Alexandra le erizo la piel

Duque: deberias cambiar la cortina de tu habitación.. la luz entra demasiado fuerte al amanecer

ella dejo caer el tenedor con un golpe seco en la mesa..

Alexandra: ¿como sabes eso? no te atrevas a decirme que volviste a entrar.. la cambiamos hace poco..

Duque: solo observo detalles, princesa, se ve de afuera..

ella lo miro con furia contenida..

Alexandra: eres un descarado, Fairfax.. no te gustaria que yo te anduviera mirando cuando estas solo, o cuando te quitas esa capa arrogante que usas hasta para dormir.. si es que te la sacas.. o quizas y duermas con la espada en la mano con lo extraño que eres..

el duque se quedo callado, tan quieto que por un segundo Alexandra penso que lo habia dejado sin respuesta. su sonrisa habitual se borró.

Duque: me has dejado sin palabras.. eso no pasa a menudo.. cielos..

Alexandra: ¿y ahora que te pasa?

Caleb se llevo una mano al menton, pensativo, hablando como si no la tuviera al frente, como si pensara en voz alta

Duque: ¿me gustaria que me vieras asi? no lo se… tal vez

Alexandra: ¿que?

él siguio, como si se hablara a si mismo..

Duque: seria justo, ¿no? que vieras lo que no muestro a nadie… sin la capa, sin la espada, sin la postura.. aunque creo que no sabria como quedarme quieto si supiera que me observas..

ella lo miro entre atonita y escandalizada..

Alexandra: estas delirando..

Caleb sonrio al fin, pero no con burla, sino con una sinceridad extraña..

Duque: puede ser, princesa, pero admitelo… seria un buen trato, asi no tendrias que adivinar mis secretos..

Alexandra: prefiero no saberlos.. ya tengo suficiente con que te aparezcas cuando quieres

el rio suavemente, se levanto y camino unos pasos, con las manos en la espalda..

Duque: tranquila, no te preocupes, no te dare ese privilegio.. aunque confieso que me divierte imaginarlo..

ella respiro hondo, intentando no lanzarle el plato..

Alexandra: eres insoportable y arrogante

Duque: lo se.. pero al menos, princesa, ahora estamos a mano… yo te vi dormir, y tu acabas de decir que me imaginaste sin capa..

ella se puso roja hasta las orejas

Alexandra: ¡nunca dije eso!

Duque: no hacia falta..

y se alejo riendo, dejando a Alexandra furiosa, confundida y maldiciendo al imperio entero por haber enviado justo a ese hombre.

dias despues el duque cambio su rutina, ya no pasaba tanto tiempo revisando mapas ni inspeccionando las defensas, ahora se pasaba casi todo el dia en el patio entrenando a los soldados mas jovenes. decia que los adultos ya no tenian solucion, que sus manias y su orgullo eran imposibles de corregir..

—los jovenes al menos escuchan —decía mientras lanzaba una espada de madera a uno de los reclutas— los otros creen que ya saben pelear y solo saben morir mas lento

Alexandra lo observaba desde lejos, con los brazos cruzados, y aunque no lo admitia, le sorprendia verlo asi, tan concentrado, sin burla ni arrogancia, solo enseñando. pero la calma nunca duraba mucho cuando estaban los dos solos..

una tarde, cuando todos los soldados se habian retirado, Alexandra se acerco con unos papeles de reportes en la mano..

Alexandra: los jovenes progresan aunque los tienes muertos de miedo

Duque: el miedo entrena mejor que cualquier discurso..

Alexandra: el miedo tambien los puede quebrar..

Duque: depende de quien los entrene.. tu, por ejemplo, princesa… me imaginas con frecuencia ultimamente, ¿verdad?

Alexandra: ¿que dices?

Duque: no finjas.. se te nota en la mirada, en el modo en que me hablas, como si quisieras matarme o... otra cosa..

Alexandra: no seas imbécil..

Duque: no lo soy.. solo observador… pensaste en mi anoche, admitelo

Alexandra: ¡claro que no!

Duque: entonces por que te pones roja, princesa

Alexandra: porque me sacas de quicio.. porque no entiendo como alguien puede ser tan... tan insoportable..

Duque: es un talento.. y me halaga saber que piensas tanto en mi para descubrirlo

ella casi lo empujo..

Alexandra: deja de decir eso, no pienso en ti..

Duque: entonces deja de demostrar lo contrario.. cuando alguien repite tanto algo, suele ser porque intenta convencerse..

ella se quedo callada, apretando los papeles con fuerza. el duque camino unos pasos, pero antes de desaparecer entre las sombras, se detuvo y la miro de reojo

Duque: mañana entreno a los nuevos del norte.. pero si te cuesta dormir, no me culpes… a veces los pensamientos no obedecen a sus dueños..

y se fue, dejando a Alexandra con el rostro encendido, el corazon acelerado y la irritante sensacion de que, por primera vez, el duque habia ganado una batalla sin levantar la espada..

los entrenamientos continuaron cada mañana, y el duque parecia disfrutarlo mas que nadie. los jovenes soldados lo respetaban, lo temian, y algunos hasta lo admiraban. Alexandra, en cambio, lo soportaba apenas.

no habia dia en que Caleb Fairfax no soltara una de sus burlas, y casi todas iban dirigidas a ella.

Duque: princesa, cuidado con esa postura, si te inclinas tanto, los enemigos no sabran si vas a atacar o si estas a punto de desmayarte..

Alexandra: no entiendo como el imperio permite que un idiota como tú entrene a nadie

duque: me permiten porque soy bueno.. y porque, a diferencia de ti, no dejo que el orgullo me haga tropezar cada tres pasos.

ella respiraba profundo, intentando no perder el control. pero el duque sabía perfectamente dónde tocarle los nervios. cada comentario, cada palabra calculada, la hacía hervir.

un día, mientras observaban a los reclutas entrenar con lanzas, Caleb se inclinó apenas hacia ella y murmuró..

Duque: esa mirada tuya, princesa… si matara, ya habría muerto diez veces.

Alexandra: si tan solo pudiera usar mi espada contigo, ya lo habría hecho

Duque: mmm ¿y después qué? ¿me enterrarías tú misma? ¿o seguirías pensando en mí cada noche, como ahora?

Alexandra: ¡no pienso en ti!

Duque: otra vez esa frase.. es tu forma preferida de admitir lo contrario.

Alexandra: Caleb Fairfax, si sigues hablando, te lanzo al foso con los caballos

Duque: entonces tendrías que bajar tú también a rescatarme.. y sé que no podrías resistirte.

Alexandra lo miró con los ojos brillando de ira, y el duque solo sonrió, cruzándose de brazos, como si acabara de ganar otra batalla sin mover un dedo.

esa noche, mientras intentaba dormir, Alexandra se revolvía en la cama, apretando la almohada con frustración. odiaba admitirlo,

- maldito duque!

pero la voz de Caleb, sus risas, y hasta la forma en que decía “princesa” le rondaban en la cabeza.

y en algún lugar, lejos del castillo, el duque Fairfax miraba una sombra proyectada en la pared y sonreía apenas

Duque: si, princesa, ya estás pensando en mí otra vez..