Solo Está En Mi Mente

Erick, de inmediato recordó que Carlos era el suegro de Jazmín, 《Qué idiota, por un momento se me había olvidado ese detalle》se recriminó Erick en la mente.

- ¿qué pasa, cómo se llama la afortunada?.- preguntó Carlos aún más curioso al ver que su amigo se quedó callado.

- esa persona es Lolita. - respondió Erick con el primer nombre que se le vino a la mente, solo para salir de la vergonzosa situación.

- ¡¿Lolita?!.- preguntó Carlos escéptico.

Lolita, era la secretaria en la sede de Tuxtla, ella siempre usaba ropa demasiado holgada y unos lentes enormes. Sinceramente nunca pensó en que fuera el tipo de mujer para un hombre como Erick. Pero, quién era él para juzgar sobre la apariencia. De todos modos, una mujer tan inteligente y de buen corazón como Lolita, también merecía ser amada. Lo que se le hacía raro es que en ningún momento supo que Lolita se haya casado.

Erick incómodo, dijo que sí, efectivamente ella había sido la mujer que le robo la atención desde un principio, lamentablemente supo que estaba casada.

- ah bueno, que alivio. Aunque tampoco tendría nada de malo que me hubieras dicho que decidiste salir del closet, aquí no se juzga a nadie. - dijó divertidamente Carlos.

Entre risa y risa se pasaron la mañana trabajando.

Mientras que Alejandro furioso, trataba de tranquilizarse en los brazos de Beatriz, esta no desaprovechaba ninguna oportunidad para consolar a su amante. Ya estaba al tanto del plan de July, solo era cuestión de ganar a Alejandro inteligentemente.

Por otro lado, Jazmín estaba pensando en qué había fallado para que su esposo la tratara así. Aunque no podía comprobarlo estaba segura de que Alejandro estaba engañandola de nuevo.

Para colmo, desde que se embarazó, comenzó a subir de peso, y aún no había podido bajar esos kilos de más. Eso la hacia sentirse aún más insegura.

Ella siempre luchó contra la ansiedad, porque tenía arranques muy seguidos que solo podía controlarse con comida, sin embargo, logró controlarse tomando medicamentos. Pero ahora, no tenía sus medicinas, y tampoco tenía dinero disponible para comprarlas, ya que cada vez que cobraba su sueldo, Alejandro se lo pedía para los "gastos de la casa".

Todo el dinero que había ahorrado anteriormente, lo invirtió en fondos Indexados, y era muy pronto para retirarlos. Su única opción era pedirle a su esposo dinero para lo que necesitaba.

Esa noche su Alejandro no llegó a dormir, y no fue capaz siquiera de avisar. Con esto, Jazmín afirmo más sus sospechas, los pensamientos la atormentaban constantemente, así que no pudo evitar sucumbir ante la comida hasta sentirse asqueada.

Mientras que su esposo plácidamente despertó en la cama junto a Beatriz. Sin preocupaciones llegó a su casa a bañarse y vestirse.

Jazmín no podía creer el descaro que tenía en llegar así, sin decir nada, sin una pizca de remordimiento. Sin poder controlarse entró en el cuarto donde estaba Alejandro para confrontarlo.

Ella exigió saber en donde pasó la noche anterior, y Alejandro en lugar de poner alguna excusa, dijo muy arrogantemente que no tenía porque responderle, ya que no era su mamá para controlarlo.

Entre más fuerte era la discusión entre ellos, más grande era la sonrisa de Petra, quien estaba escuchando afuera del cuarto.

Horas después esta información se la estaba pasando a su sobrina, tal y como lo hacía todos los días.

Por otro lado en la empresa, Ana estaba concentrada trabajando, cuando su celular comenzó a sonar, en la pantalla podía leerse Hermano Leonardo.

- hola, ese milagro qué hablas. - contestó Ana.

- solo para avisarte que en un par de días llegaré a Tuxtla, quería pedirte prestado el departamento unos días, en lo que arreglo algunos asuntos. - Leonardo.

- claro que sí, ya sabes que te puedes quedar el tiempo que lo necesites. En cuanto llegues allá, pídele las llaves al portero del edificio, yo por ahora estoy en San José, nosé cuando volveré. - dijó Ana.

- mmm, San José, me suena. ¿Queda muy lejos de Tuxtla?. - Leonardo.

- no, no mucho, esta a cuatro horas en carro. - Ana.

- ah bien. Entonces yo te aviso en cuanto llegue a tu departamento. Cuídate hermanita, hasta luego. - dijo Leonardo, para después cortar la llamada.

Ana y Leonardo eran hermanos, pero no de sangre, los dos habían sido adoptados por una pareja que no podía tener hijos. Eso les permitió crecer juntos, desgraciadamente sus padres adoptivos habían fallecido hace tiempo en un accidente automovilístico. Por eso ahora, solo se tenían a ambos para ayudarse.

Mientras los meses pasaban, Jazmín decidió regresar a trabajar para despejar su mente y no abusar de la ayuda de su suegro. Pero la situación en su casa se volvía cada vez más desesperante. Alejandro ya había agarrado la costumbre de no llegar a dormir a su casa, además de que casi todos los días insultaba a Jazmín y la trataba con desprecio. Ella no entendía porque de nuevo las cosas se habían vuelto así, su vida se había vuelto un infierno, pero no se animaba a gritar ayuda y salir de ahí.

Hasta que un día, Alejandro se encontró con su amigo Marcos en el bar, ya una vez borrachos se dirigieron al departamento donde estaba Jazmín para seguir con las copas. Esto no le hizo mucha gracia a Jazmín, pero no se atrevía a enfrentar a Alejandro, porque sabía muy bien que en ese estado era muy violento, así que solo decidió encerrarse con sus hijos en el cuarto y tratar de dormir.

Las horas transcurrieron y cuando por fin Jazmín se quedó dormida, un portazo la volvió a despertar. Era Marcos, quien había forzado la puerta aprovechando que Alejandro se quedó profundamente dormido.

Marcos era un vil mujeriego, pero además de eso era un sirvengüenza capaz de forzar a las mujeres para estar con él. Jazmín le había llamado la atención desde que la vió, solo estaba esperando el momento oportuno para acercarse a ella, ya sea por las buenas o por las malas, Marcos estaba decidido a acostarse con ella.