Única Oportunidad

SALVADOR TOLEDO

Salgo de la habitación sin mirar atrás, después de acordar la firma del contrato mañana. Me encierro en la mía y suspiro, sabiendo que aún sigo nervioso, con el cuerpo alterado, con los latidos de mi corazón alocados, con las mariposas del estómago revoloteando y con mi mente muy activa, pensando en las mil maneras de sacarla del país cada vez que vaya a tener una cita.

Aunque eso signifique arruinar su vida amorosa, y no sería justo.

Ella merece ser feliz.

Quito mi ropa, me acuesto en la cama y me cubro con la sábana, deseando que el sueño llegue pronto. Sin embargo, en realidad lo que más deseo es que estos días pasen rápido, pero no puedo hacer nada para que suceda.

En fin, cierro mis ojos y trato de no pensar para que el cansancio me gane, hasta que lo consigo. No sé cuándo, ni a qué hora, pero despierto con la sensación de que no he dormido mucho. Me levanto y busco el celular para ver la hora, siendo de madrugada.

Lo que me ha despertado es el hambre por no haber cenado. Me visto, abro la puerta silenciosamente y camino con calma hasta la cocina. La heladera siempre está llena, pero no deseo algo que se sirva en plato, sino un sándwich de carne, rápido, frío y sencillo.

Al terminar de hacerlo, me sirvo agua y me siento en la isla central, aprovechando el silencio y mi soledad.

—¿Estás bien?— cuestiona mi madre, sorprendiéndome.

—Sí, solo tengo hambre—respondo levantando mis manos, las cuales agarran el sándwich.

—No pregunto por lo obvio.

—¿Entonces?— alzó una ceja, mordiendo otra vez.

—Estás escondiendo algo, lo sé.

—Ya sabes lo de Juan y Violet, o sobre mi relación falsa con ella— trato de esquivar lo obvio.

Sí, escondo mi realidad con la paternidad y no quiero contarle hasta ver por última vez al médico de Canadá. Si él no me da una solución, ya no lucharé por ser padre biológico. Así que buscaré adoptar, siendo soltero.

—Eres mi milagrito— menciona— Mi única oportunidad de ser madre y sé que algo te aflige, pero respeto tu privacidad. Solo quiero que sepas que estoy aquí, para cuando desees desahogarte.

Su única oportunidad, sí. Así tal cual.

Mi padre sufrió el mismo problema e intentaron tener hijos muchos años, o mejor dicho, desde que se conocieron, aún sin haberse casado. Mis padres fueron el primer amor del otro, el primer beso, el primer noviazgo, el primer "te amo" y todo lo que continuó: la convivencia, el matrimonio y yo, su primer y único hijo.

Incluso, mi nombre es eso. Su salvación. Su alegría. Por lo que continuaron luchando. Y Milagros hubiese sido mi nombre si era niña. El mismo que pienso utilizar si tengo una hija.

—Lo sé, mamá. — asiento, sin decir más.

Ella sonríe y me da un beso en la mejilla, para luego dejarme solo. Termino mi aperitivo y lavo las cosas que ensucie, así puedo volver tranquilo a la cama. La misma me recibe como antes y vuelvo a dormir con facilidad.

🦇

Al despertar con el sonido de la alarma, me levanto directo a la ducha, me alisto en la habitación y bajo a desayunar, encontrando en la mesa a ambas mujeres ya tomando té.

—Buenos días — saludo y ellas responden igual.

Me siento al lado de mi madre y una empleada me ofrece un desayuno completo, pero lo único que deseo es un café negro, bien cargado.

Ellas hablan, pero yo me mantengo en silencio observándolas. Viven y respiran por el chisme, así que lo único que escucho son las catalogadas "noticias importantes" en la empresa. Una fulana que provocó "enamorada" a un hombre casado y del cual ahora está embarazada, pero él no se hará cargo; una recepcionista (no sé cuál de las dos) endeudada por culpa de su ex; la que era de recursos humanos (que mi tío ya despidió) ahora está trabajando con nuestros contrincantes; un chico de publicidad que hace todo bien, pero que otro compañero le roba las ideas y esas son las que se usan, con otros colores. O sea, que nosotros no lo sabíamos, pero Isamar sí y no le damos el crédito al verdadero creador.

Sé que ella lo menciona delante de mí por una razón.... Una que comprendo bien.

Suspiro sin poder evitarlo porque esos chismes sirven, primero despediré al cobarde que se la metió a una mujer, siendo infiel y ahora irresponsable porque no quiere cuidar a su hijo; después le ofreceré un préstamo a la recepcionista para cubrir su deuda e ir descontándole mensualmente, pero solo un cinco por ciento; también tomaré medidas para que nuestros contrincantes no nos superen, ni usen nuestros diseños, los que tal vez la de recursos humanos puede conseguir con quiénes sean sus amigos y sigan trabajando conmigo; y por último para darle una bonificación al verdadero diseñador de publicidad, además de ascenderlo para que trabaje directamente con vicepresidencia y presidencia, despidiendo al ladrón que se ha burlado de él y de nosotros.

—Me voy, mamá— aviso cuando termino el café.

—Isamar se va contigo — responde—Ella vino con nosotros y van para el mismo lugar. Será innecesario pedir un taxi.

—No tengo problema— asiento viendo la hora en mi celular.

—En realidad, puedo ir sola. No quiero molestar— dice mi secretaria.

—Llegaremos juntos, será más rápido. Tengo una reunión en media hora.

— No la tengo agendada —arruga el ceño sin saber de qué hablo.

—Lo hablamos ayer. —respondo para que se dé cuenta de que hablo de su contrato.

Algo que mi madre o mi tío, no pueden saber, sino son capaces de decirle que es dueña de la cuarta parte de la empresa. Y no, no quiero eso. Se puede asustar y renunciar. Lo que necesitamos es entrenarla para que se encargue de todo en el futuro; cuando me vaya a Canadá para ser el CEO completamente de la empresa que creé y dejar de serlo virtualmente.

—Cierto, ahora recuerdo— me sonríe y eso es lindo.

Es vida para mí. He sido el causante de ella. O eso quiero creer.

Isamar se levanta de su silla, se acerca a mamá y le besa la frente, aunque me pide cinco minutos para ir a buscar su cartera, por lo que aceptó mientras me despido yo.

Al estar solos, mi linda madre sonríe con picardía y noto su mirada... Esa que conozco y sé que nada bueno puede traer.

¿O sí?

—¿La conoces mejor, no? —cuestiona— Digo, ahora no piensas que trata de robarnos dinero.— niego dándole la razón —Es una linda chica, solo tuvo mala suerte en la vida.

—Y no aceptaste adoptarla.

—La quiero de nuera, no de hija. Lo sabes y tú también, tus ojos no mienten. Brillan cada vez que la miras.

—Alucinas, mamá.— miento, dándole un beso rápido, así me voy.

— Si no la conquistas en dos meses, le concretaré citas.— amenaza condicionándome

—Ya lo hiciste— digo recordando lo de ayer.

—Solo quise ver la reacción de ambos— ríe—. No me equivoqué, ni vi mal.

—No sé de qué hablas.

—¿Ya es una frase recurrente en ti para guardar secretos?— alza una ceja y se cruza de brazos— No te hagas el tonto. Yo veo lo que tú no. Abre los ojos antes de que sea tarde.

La dejo sola, yéndome hacia la puerta principal para esperar a Isamar.

No quise entender a mi madre, pero tampoco preguntar. No quiero recibir una respuesta que me dé esperanzas cuando no sé si yo puedo brindarle, a Isamar, algo más que dinero,fidelidad y sentimientos puros.