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Entre El Hielo Y El Fuego

Entre El Hielo Y El Fuego

Status: Terminada
Genre:Aventura de una noche / Mujer poderosa / Embarazo no planeado / Matrimonio arreglado / Riqueza en una noche / Completas
Popularitas:31
Nilai: 5
nombre de autor: Gisele Araújo

Esta historia trata sobre un hombre muy poderoso y con enormes riquezas, pero con el corazón de hielo…
Y una mujer rechazada desde su nacimiento, pero con el corazón lleno de calor…

NovelToon tiene autorización de Gisele Araújo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 7

LILLY

Dios mío… este embarazo está siendo un infierno.

Duele, cansa, pesa, en el cuerpo y en el alma. Estoy exhausta, irritada, frustrada. Hay días que solo quisiera desaparecer, esfumarme.

Hoy, finalmente, voy al obstetra. Ni siquiera sé por qué voy. Tal vez para ver si esta pesadilla tiene fin pronto. Quería tanto deshacerme de esto... Pero es demasiado tarde para eso.

¿La verdad? No me siento madre. No me siento preparada, sinceramente.

Mi madre vino conmigo. Claro, ¿no? Fingimos ser normales durante el camino. Ella hablaba sobre lo mucho que necesitaba "comportarme", y yo solo quería silencio.

Llegamos al consultorio, ese aire acondicionado helado, olor a alcohol en el aire, estaba con náuseas. El médico entra, simpático. No hago esfuerzo para parecer animada. Él manda que me acueste.

Medico: Vamos a hacer un ultrasonido, ¿está bien?

Solo asentí, impaciente. Quería que terminara pronto.

El gel helado me hizo estremecer, y él comenzó a deslizar el aparato por mi barriga. El monitor parpadeaba, emitiendo sonidos que me daban ansiedad.

Entonces él paró. La mirada enfocada en la pantalla, la expresión cambiando poco a poco.

Medico: Estás esperando gemelos.

Lilly: ¿Qué? ¿Cómo así, gemelos? Solo fue una noche...

Mi voz salió más alta de lo que debía.

Medico: Pero necesito ser honesto… Los bebés no se están desarrollando como deberían. Están por debajo del peso, y los latidos están débiles. Vamos a necesitar acompañamiento intensivo. El cuadro es delicado.

Mi madre llevó la mano a la boca, impactada, apretó mi mano, intentando mantener la pose firme.

Estela: Vamos a hacer todo bien ahora. Vamos a cuidar de esto.

Todo a mi alrededor pareció girar.

Lilly: ¿Gemelos? ¿Débiles?

No lloré. No grité. Solo sentí un vacío, enorme. Un agujero negro creciendo dentro de mí, tragando cualquier resquicio de racionalidad. La única voluntad era empujar a esos bebés para lejos, como si todo eso no tuviera nada que ver conmigo.

Lilly: ¿Y si ellos no sobreviven? Madre… ellos necesitan sobrevivir.

Aquella frase no era sobre amor, ni preocupación. Era sobre miedo. Miedo de perder el único triunfo que me restaba. Miedo de pasar por todo eso en vano.

Ellos eran mi seguro. Mi billete dorado. Mi chance de prender a Gustav en mi vida.

El médico hizo una pausa y me miró con una paciencia que me irritó.

Medico: Quédate tranquila, madre. Vamos a iniciar un tratamiento. Por ahora, puedes quedarte en casa, pero si los bebés no reaccionan, va a necesitar ser internada.

Me senté medio abrupta, olvidando el gel en la barriga

Lilly: ¿¡Qué?! ¿Tratamiento? Pero yo voy a… ¿¡engordar?! Con esos dos bebés dentro de mí.

Él frunció el ceño, medio sin saber si era una broma. Mi madre me lanzó una mirada cortante, pero no me importaba.

Lilly: No estoy lista para volverme un balón. ¿Eso va a durar mucho? ¿Hay cómo tomar alguna cosa para acelerar?

Médico: La prioridad ahora es la salud de los bebés. Vamos a acompañar semana a semana. Necesitamos que comas bien, descanses, evites estrés…

Lilly: ¿Evite estrés? ¿Cómo, si mi vida se volvió una novela de mal gusto?

Apoyé la cabeza en la camilla y cerré los ojos por un segundo. Por fuera, parecía preocupada. Por dentro, solo había cálculo. Tiempo, ventaja, imagen.

Lilly: Estos bebés... Ellos necesitan vivir.

El médico explicó todo lo que era importante.

En el coche, camino a casa, el silencio dominaba el ambiente. Mi madre conducía con los ojos fijos en la pista, pero yo sabía que la cabeza de ella estaba lejos de allí, llena de pensamientos. Los de ella y los míos parecían nunca encontrarse.

Yo estaba acostada en el asiento del copiloto, con la mano sobre la barriga, no por cariño, sino por incomodidad. Como si, de fuera, pudiera controlar lo que dentro de mí parecía fuera de control.

Lilly: ¿No vas a decir nada?

Estela: ¿Y qué quieres que te diga? ¿Que está todo bien? No lo está. Pero tampoco adelanta entrar en pánico ahora.

Lilly: Ellos van a estar bien, tienen que estarlo.

Estela: Si haces lo que el médico mandó… Este tratamiento es caro. Una inversión pesada. Vamos a tener que contarle a Gustav. Voy a pedirle a tu padre que marque una consulta con él. Incluso con dinero, no es fácil.

Suspiré hondo, y ella completó con aquella voz fría, calculista, que solo ella sabía usar.

Estela: Es bueno que no estropees todo, Lilly. Llegaste demasiado lejos para perder ahora.

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