Elizabeth es una chica de 20 años con sueños y metas que desea cumplir. una mañana al despertar su padre le informa que es una mujer casada y debe irse a vivir con su esposo. Elizabeth no puede creerlo, y así comienza una historia de amor.
¿Puede al final la vida ser justa con ella?
¿Podrá ser realmente feliz?
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inquietud
El ambiente se volvió muy tenso. Elizabeth mantuvo la mirada inclinada hacia abajo.
Mario tenía los ojos puestos en la chica. Hizo a un lado la bata azul, descubrió un poco más su atlético cuerpo.
Abrió sus piernas, mostrando descaradamente, su más grande atributo. El agua no dejaba de caer por su cabello, haciendo que Elizabeth sintiera bastante calor en todo su cuerpo.
Por debajo de las sábanas, la chica cruzo sus piernas. Sus mejillas rojas la delatan, y no podía ocultar que era una inexperta.
Mario aun sabiendo que la chica delante de él, era una niña, jugando a ser toda una mujer. Quiso ver hasta donde podía jugar con ella.
Una verdadera mujer jamás bajaría la mirada, miraría al hombre a los ojos, y le demostraría el deseo por él. Muchas mujeres han pasado por la cama de Mario.
Lo que inocentemente Elizabeth hace, desata más el deseo de Mario por ella. Elizabeth era una chiquilla de 20 años, la cual, trataba de engañar a todos.
Pero, jamás podría engañar a un hombre tan experimentado como lo era Mario. Mario mordió sus labios.
Aunque no sabía la razón por la que Elizabeth finge no recordar nada, y solo su boda. Mario lo usaría a su favor.
______ Puedes taparte. Es de mal gusto andar desnudo. ______ Dijo como una orden Elizabeth.
______ ¿A caso no recuerdas? Me rogabas porque me quite la ropa delante de ti... Verme sin nada te vuelve loca.
Los ojos de Elizabeth se abrieron completamente. Nunca se imaginó conocer a un hombre tan cínico como lo es Mario.
Agarró con fuerza las sábanas, sus labios se movían de un lado a otro con mucho coraje. Aun así, prefirió mantenerse callada.
_______ Voltea a verme. Lo has hecho tantas veces... ¿A caso no te gusta lo que ves?
La chica quedó boquiabierta. Cerró sus ojos con fuerza, y no hizo ningún sonido por mucho tiempo.
..."¡Tonta! ¿En qué enredo te has metido? ¿Cómo vas a escapar de las garras de este hombre?...
Elizabeth se reprochó una y otra vez. Sin embargo, recordó la conversación de José y Emma. Quisiera o no, su mejor y única opción era Mario. Un hombre poderoso, el cual podía ayudarle a descubrir la verdad.
..."Mastica y traga, Elizabeth"...
..."Recuerda que ahora más que nunca necesitas de él. Debes descubrir todo. Hay tantas dudas dentro de tu cabeza qué solo siendo inteligente vas a poder saber las respuestas"...
Elizabeth poco a poco volteo a ver a Mario. Obviamente, le gustaba demasiado lo que veía, ¿A cuál mujer no?
No se podía mentir a ella misma. El hombre delante de ella era todo un dios griego. Besarlo no sería ningún sacrificio para ella.
No obstante, cada vez, que trataba verlo a los ojos, su mirada cambiaba.
Elizabeth no se podía concentrar como ella quisiera. Era un juego que tenía perdido desde el comienzo. Mario sabía ganar, sin usar la fuerza.
_______ ¿Tienes frío? Yo también, el agua estaba fría, necesito tus besos.
Mario subió a la cama, se colocó en una posición muy seductora. Elizabeth quedó entre él y la cama. La chica no tenía para donde moverse.
Su cuerpo se quedó inmóvil, el aroma a menta y frutos rojos, hizo sonrojar más a Elizabeth. El aroma del cuerpo de Mario era exquisito.
Extendió sus manos y las colocó en el cuello de Mario.
..."Qué te pasa, Elizabeth. Nunca pensé que serías tan débil"...
Mario acercó sus labios a los de Elizabeth, y trató de besarla. Solo rozaron un poco los labios de la chica, ya que fue esquivando.
Elizabeth nerviosa colocó sus manos en el torso desnudo de su esposo. Empujó a Mario lejos de ella. Pero no logró moverlo ni un poco.
_______ Acepta que has mentido, y te dejaré ir. ______ Susurró Mario, al oído de Elizabeth.
Poco a poco las manos de Mario fueron recorriendo las piernas de la chica. Al no tener más alternativa, Elizabeth dijo
_______ ¡Lo acepto!
______ ¡Lo acepto! He mentido.
Elizabeth no quería perder su virginidad de esa manera. Prefería descubrir toda la verdad de otra forma.
_______ Quiero irme de aquí.
Mario enfureció, apretó sus puños, y dijo con frialdad.
_______ No te irás.
_______ ¡Lo que estás haciendo es un secuestro!
Mario se alejó de Elizabeth, se levantó de la cama y fue al closet. Escogió una camisa negro, y un pantalón del mismo color.
Ignoró a la chica hasta que terminó de cambiarse.
_______ Más tarde vendrá Edwin. Revisará tu herida. Por lo que veo, ya estás bien. Has recuperado la memoria, y la herida a sanado muy bien.
_______ Una empleada vendrá a traerte algo de ropa. Por allá está el baño, hay de todo, si necesitas algo más, avísale a Irma. Ella es la encargada de entrar a mi habitación.
_______ Nadie más lo puede hacer. ______ Dijo Mario con una voz indiferente, que sorprendió demasiado a Elizabeth.
Mario salió de la recámara, sin voltear a ver a su esposa. Elizabeth se levantó lentamente de la cama. Caminó hacia la ventana; recorrió las cortinas negras, y se asomó a través del cristal.
La mansión estaba rodeada de hombres con armas. Al ver a Mario salir, bajaron sus cabezas. No era difícil adivinar a lo que Mario se dedicaba. No solo era un empresario poderoso, sino que también un mafioso temido.
La chica siguió mirando por un largo tiempo, hasta que la camioneta en donde Mario viajaba desapareció.
Elizabeth giró su cuerpo, aún sentía un fuerte dolor de cabeza, sentía unas terriblemente punzadas en las sienes.
Trató de buscar un analgésico que pusiera aliviar su dolor. De pronto la puerta de la recámara se abrió por fuera.
Una anciana muy elegante, entró con una bandeja de comida. Por lo que Mario me contó a Mercedes. La anciana sabía que Elizabeth llevaba todo un día sin probar bocado.
La chica recorrió el cuerpo de Mercedes. Antes de que preguntara cualquier cosa. Mercedes dijo.
______ Soy la abuela de tu esposo. En pocas palabras soy tu abuela. Así que desea ahora en adelante, me puedes llamar abuela, abuelita, como lo prefieras. Menos Mercedes.
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