Un Mafioso Posesivo

Por qué de todas las personas que hay en esta casa tenía que ser él, ¿por qué joder?.

Kilian me arrebató el celular de la mano y la llamada que seguía en curso la colgó abruptamente.

—¿A quien diablos estabas llamando?— Dijo enojado y otra vez pude notar como sus ojos verdes se ponían más oscuros de lo normal.

—Y-Yo...— Estoy muerta del miedo, estoy segura que esta vez no saldré bien librada.

—No lo vuelvo a repetir de nuevo, dime a quien diablos llamabas o atente a las malditas consecuencias— Dijo enojado agarrándome del brazo de manera brusca.

—E-Estaba llamando a mi p-padre... Por favor suéltame, me lastimas Kilian— Dije al punto del llanto sin notar que lo había llamado por su nombre cuando nunca antes lo había hecho.

—¡¡NO VUELVAS A LLAMARME POR MI PUTO NOMBRE MALDITA SEA!!— Dijo ejerciendo más presión en su agarre.

—D-Duele— Fue lo único que pude responder, su agarre es tan fuerte que me quita toda la fuerza del cuerpo.

—Hoy me cobraré la travesura que hiciste ayer, además de esta mierda que has hecho— Dijo arrastrándome hasta el maldito sótano otra vez, pero estoy segura de que esta vez no podré escapar.

Bajamos hasta el sótano en contra de mi voluntad y una vez allí él me soltó y fue por unas cadenas, el miedo me invadió al saber lo que iba a hacer, empecé a mover mi cabeza freneticamente en forma de negación mientras me alejaba de él cada vez más.

Intenté huir, pero él fue más rápido y me agarró por la cintura, me amarró las muñecas con la cadena y me llevo al centro del lugar donde colgó la cadena, haciendo que mis manos quedarán arriba de mi cabeza. Juro que luche para que no me amarrara, pero es como si mis golpes en él no tuvieran efecto alguno y eso me frustra.

Espero que no se le ocurra dejarme aquí toda la noche, hace muchísimo frío aquí abajo y no sé si podré aguantarlo... Tengo mucho miedo.

Vi como él se dió la vuelta y camino hacia la salida con obvias intenciones de irse.

—Espera!!, no me dejes aquí, hace mucho frío!!— Le dije, pero el solo puso una sonrisa ladina.

—Que lastima, porque dentro de un momento será peor— Respondió para luego marcharse sin mirar atrás, dejándome completamente sola.

No entendí lo que quiso decir con que será peor dentro de un momento, ¿es que acaso tiene planeado hacerme algo malo?... ¿Por qué todo esto me tiene que pasar a mi?, ¿es que acaso estoy pagando algún pegado que cometí en mi vida pasada?.

Paso un rato y ví como él volvía, pero esta vez no venía con las manos vacías porque en ellas traía un balde que me imagino que contiene agua, por lo que fue inevitable que un escalofrío corriera por mi cuerpo, temiendo que se le ocurra tirarme el balde encima, ¿es que acaso este hombre no tiene corazón?.

Él se acercó hasta estar lo suficientemente cerca de mi y sin pensarlo dos veces me tiró el balde de agua que para completar estaba muy, pero muy fría, cosa que me hizo temblar del frío más de la cuenta.

—¿Te gustó?, dime, ¿te gustó sentir la fría agua correr por todo tu cuerpo?— Dijo soltando el balde de forma abrupta e hizo que soltara un pequeño grito de miedo.

—Ya no más por favor— Supliqué mientras las lágrimas corrían por mis mejillas.

—¿Qué ya no más?, debiste de pensarlo antes de cometer la estupidez de marcarle al estúpido de tu padre... Quien por cierto en estos momentos está en una camilla de hospital— Dijo enojado tomando una silla para luego sentarse calmadamente.

—Deja a mi familia en paz, te lo súplico, por favor no le hagas más daño— Espete con lágrimas cayendo como cascadas de mis ojos.

—Claro, los dejaré en paz —Dijo y por un segundo tuve esperanza— Los dejaré en paz cuando cumpla con lo que tengo previsto para él —Agregó matándome el rayo de esperanza que tuve por un segundo.

—¿Que más quieres de mi?, ¿no crees que me has hecho el daño suficiente ya?— Grité tratando de liberarme de estas malditas cadenas, cosa que fue estúpido porque lo que hice fue lastimar mis muñecas.

—No, no he hecho lo suficiente— Dijo dándome una mirada asesina.

—¿Es que acaso nunca me dejaras ir?— le pregunté ya cansada.

—¿Dejarte ir?, eso jamás— Contestó con rabia en sus palabras.

—Si no me dejarás ir acaba conmigo de una ves por todas, ya estoy cansada— Respondí derrotada, lo siento mamá y papá, pero es como si estuviera en una película de terror.

—No sería divertido si te mato ahora, aún necesito cobrarme la que me hizo tu padre, ¿no lo crees?— Dijo parándose de la silla y acercándose más a mí.

—Dejame hablar con mi padre entonces, quiero que me diga toda la verdad con respecto a tus padres porque estoy segura de que me estás mintiendo— Dije mirándolo a los ojos, quiero que papá le confirme a este infeliz que no hizo tal atrocidad.

—¿Qué sentido tendría eso? —Me agarró por la barbilla con fuerza— Pero está bien, quiero ver como te destroza con esas palabras que no serán las que esperas escuchar, sin embargo, será cuando yo diga y a la hora que yo lo diga —Agregó soltando mi cara con brusquedad y dándose la vuelta para irse, pero antes de que diera otro paso lo detuve.

—Es que acaso me dejarás aquí toda la noche?— Le pregunté y él se dió la vuelta para mirarme.

—No, solo hasta que me dé la gana dé venir por tí... Ah, y espero que con esto aprendas a comportarte, porque para la próxima no seré tan benevolente y le mandaré tus dedos a tus padres como regalo— Dijo serio para luego darse la vuelta e irse.

Ahora estoy completamente sola y con mucho frío, aunque podría ser peor si el bombillo estuviera apagado, cosa que gracias a Dios no es así.

Siento que ya han pasado como mínimo dos horas, el frío cada vez sube de intensidad y mis manos ya casi no me responden, no sé a qué hora vendrá a sacarme de aquí, pero si duró una hora más en este lugar estoy segura de que no podré sentir ninguna parte de mi cuerpo.

Aún me preguntó cómo una persona puede ser tan cruel como para hacer esto. Me acuerdo que veía películas de mafiosos donde las personas eran crueles, pero nunca en mi vida se me pasó por la cabeza que algún día estaría en una situación así.

Empecé a llorar, quiero poder salir de aquí, que ocurra un milagro y que me saquen de este lugar por favor.

—Vaya, bajo a este lugar y me encuentro con esta linda escena— Dijo sin el más mínimo tacto.

No le respondí nada a la que me dijo, como lo haría si no tengo fuerzas ni para hablar.

Él no dijo nada más y me libero de las cadenas, cosa que hizo que cayera en sus brazos y no porque quise. Luego me acomodo en sus brazos, pero escuché como maldijo por lo bajo, se que está situación no le agrada y créanme que a mí menos.

Él me sacó del sótano y subimos por las escaleras con dirección a su cuarto, al llegar a dentro me llevo hasta el baño donde me puso en la tina y empezó a llenar la bañera con agua tibia. Es irónico como él en algún momento me dijo que tenía rotundamente prohibido entrar a su cuarto y heme aquí, en su cuarto y en su baño.

Una vez que la tina estuvo lo suficientemente llena él se paró y camino hacia la salida del baño, pero antes de irse se dió media vuelta.

—Quítate esa ropa— Solo dijo eso y luego se marchó.

Duré un rato en la tibia agua y después como pude me paré y me quité la ropa a pasos lentos porque aún no tengo mucha fuerza en mis manos.

Ya más tarde salí lentamente de la bañera y me envolví una toalla negra al cuerpo qué fue la primera que vi.

Salí del baño y no vi por ningún lado hasta que mi vista se dirigió al balcón de la habitación, dónde lo vi parado fumando, así que me dirigí hacia él.

—Ya salí, me podrías dar algo para ponerme, solo para bajar hasta el cuarto dónde me quedo, luego te lo regreso —Dije sin mucha fuerza y con rencor al mismo tiempo, no puedo olvidar el calvario que he vivido aquí.

Él votó el cigarro y se dió la vuelta, pero cuando me vio pude notar como el enojo se apoderaba de él.

—Que demonios haces con mi toalla, es que acaso no pudiste ponerte otra cosa maldita sea— Dijo furioso mientras se acercaba a mi, pero yo me alejaba de él, entrando así al cuarto.

—Fue lo primero que vi, lo siento— Contesté con un poco de miedo mientras seguía echándome para atrás hasta que no pude seguir porque me caí en la cama y él aprovechó y se subió encima de mí.

—De nada sirve que digas lo siento, tendré que quemar esa toalla— Me dijo mientras me miraba a los ojos e igual yo a él.

—Podrías dejarme ir— Le dije nerviosa a lo que pudiera responder, pero él no dijo nada y solo se apartó de mí.

—Espero que con esto aprendas Müller, porque como te lo dije antes, ya no seré benevolente contigo y cuando yo te castigue no volveré a traerte aquí ni tampoco dejaré que alguien te ayude, ahora vete— Dijo neutro para luego sentarse en uno de los sillones que había.

Yo hice caso y rápidamente salí de su cuarto, no quiero que se le ocurra algo más por hacerme, con lo que me hizo esta noche ya fue suficiente.

Al dar unos dos pasos más fuera de su habitación me di cuenta de que tenía puesta la toalla, solo espero no encontrarme a nadie en el trayecto de mi camino.

Cuando bajé las escaleras lo hice despacio porque aún mi cuerpo no estaba bien del todo, además para mí buena fortuna no había nadie, eso debe de ser porque de seguro es bien tarde.

Entre por el pasillo que conducía al cuarto y al entrar pude ver a Nico acostada en el colchón durmiendo... Caramba, se me había olvidado por completo el celular de Nico, no sé cómo se pondrá cuando se entere de que no lo tengo... Mejor voy y hago el intento a ver si él me lo quiere dar, es mejor intentarlo que no hacerlo, pero antes de eso me voy a poner ropa.

Del pequeño mini ropero agarré la ropa deportiva que me había dado Carmen y me la puse, luego de eso me fuí. Volví a la habitación de Kilian y al llegar toqué levemente la puerta para que nadie en los otros cuartos me escuchara.

Él abrió la puerta, pero sin darme tiempo a nada me agarró de la mano y me jaló hacia dentro pegándome a la pared para luego besarme sin previo aviso.