Su personalidad le permitió continuar con una vida que no recordaba.
Su fortaleza la ayudó a soportar situaciones que no comprendía.
Y su constante angustia la impulsó a afrontar lo desconocido; sobreviviendo entre una fina y delicada pared que separa lo inexplicable de lo racional.
NovelToon tiene autorización de 𝐏𝐨𝐢𝐬𝐨𝐧 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Comienza la búsqueda
Ah, su voz deseándome una feliz navidad es más de lo que debería recibir luego de haber fracasado en cuidarla cuando le dije que todo estaría bien. Lo mismo sucedió con Félix, mi único deber era mantener la barrera que protegería a su amada esposa y aún así fallé.
Fui atendido por un grupo medico antes de subirme a una ambulancia con un signo que reconocía grabado en el uniforme de los doctores.
— Son de la clínica Royval, ¿verdad?
— Sí, el señor Félix nos envió aquí para atenderlo —me contó muy tranquilo—. No tiene nada grave, es debido al cansancio.
Pasé noches buscando al Riel vagabundo, apenas podía cerrar un ojo. Luego del caos en la residencia Ruiz y ver a Eli al borde del colapso me impidió dormir. Cerré los ojos e inevitablemente las lágrimas que escondía cayeron.
— ¿Siente algún dolor? —preguntó por educación aunque sabía la respuesta—. Debe descansar, una mente cansada hiere un cuerpo sano.
Tomé en cuenta las palabras del hombre. No quería dormir, al menos no con el recuerdo de Eliana y Félix luciendo así. Si lograron quebrar la barrera de Ederne significa que mi habilidad empezaba a debilitarse por no descansar, excedí mis límites.
^^^26 de diciembre, 2022^^^
^^^Holdes, capital de Hiuston^^^
^^^17: 52 pm^^^
Creí que fue un momento, pero cuando abrí los ojos descubrí un opaco cielo gris anunciando que en pocos minutos oscurecería por completo, dormí casi un día. Los medicos de la clínica Royval ya me reconocían por las indefinidas veces que visitamos la clínica, dijeron que Félix se haría cargo de las cuentas hospitalarias. Tenía prisa y agradecí con una sonrisa antes de partir rumbo a la residencia Cambrish.
A medio camino, una llamada de Félix me sorprendió.
— Dime que está bien, Félix.
Se tomó su tiempo para decirme que el estado de Ederne empeoró brutalmente en una noche. El jefe y los demás miembros organizaron una reunión en la residencia Cambrish con otros miembros del Anexo y me informaron la rapidez de mi asistencia. No podía negarme aunque me muriera de preocupación por Eli.
Al llegar, el jefe estaba acompañado de dos flameantes pelirrojas, Erizza y Roxan. Los miembros del Vaticano también aparecieron aunque sus vestimentas eran más oscuras que antes.
— ¡Maldito perro inútil! ¡Se supone que debías proteger el secreto del Anexo y mira cómo terminó!
Hinqué una rodilla en el suelo e incliné la cabeza ante el jefe quien no decía nada. Los insultos continuaron por mucho tiempo y acepté todo sin excepción.
— Aún no lo sabes, ¿verdad? —fue lo primero que dijo—. Hablo del accidente de la madrugada.
— ¿Accidente?
— Un grupo de detectives viajaban con una sospechosa rumbo a Galis, pero el auto perdió pista y cayó al mar —informó sin expresión—. Los rescatistas empezaron a sacar los cuerpos y se confirmaron la muerte de quienes iban a bordo.
— ¿Q-Qué?
Fue lo único que dije antes de bajar la mirada. Contuve las lágrimas porque para alguien que dice todo de forma directa, no dijo que Eli había muerto. Existía la posibilidad, pero no lo confirmó y eso me brindó un consuelo momentáneo.
— ¿Qué haremos, jefe? —evadí el tema.
— Proteger a Daimond y encontrar a Eliana —mencionó en voz alta—. El responsable detrás de todo esto usará a Eliana para derrocar el Anexo, no sabemos con qué fin, pero debemos seguir defendiendo nuestro secreto.
Un silencio inundó el lugar.
— La prioridad es encontrar a Eliana, ¿entendido?
— ¡Si, señor!
Apenas concluyó la reunión corrí a buscar la habitación donde Ederne descansaba. Toqué algunas veces y entré, definitivamente una cantidad enorme de espectros llegaron a consumir su energía. Félix estaba sentado a su lado, seguía con la misma ropa y el empeoramiento de sus ojeras le daba un toque demacrado.
Mi energía no alcanzaría para levantar una barrera impenetrable, pero al menos la mantendría segura. Cerré los ojos y extendí la mano para conectar mi alma con el plano espiritual, pero Félix interrumpió.
— La prioridad es encontrar a Lia, Dagan, ¿qué estás haciendo aquí? Ni siquiera tienes suficiente energía, no es necesario que resguardes a Ederne.
Ella conservaba sus ganas de vivir, de lo contrario, su cuerpo no habría resistido siete años en coma. Félix fue de gran ayuda para Eli y aún sin conocerla se ofreció a jugar su vida por ella y confrontar las órdenes del Vaticano. Si la gracia de todo esto era ayudar a Eli, definitivamente él había arriesgado mil veces más cosas que yo, incluyendo a su amada esposa.
— Tu patética barrera no durará ni un segundo Dagan —habló entre dientes—. Eres inútil aquí, solo lárgate de una vez.
— Qué venenosa lengua Félix —ladeé la cabeza para ver a la hermosa mujer descansando—. Escúchelo señorita Ederne, éste tipo es un patán sin educación.
— ¡No te hagas el gracio–
— Gritar está prohibido, rubiecito —me troné los dedos y sonreí—. Han pasado siete años desde que me viste crear una barrera de las geniales, cierra la boca y observa.
Concentré toda mi energía, incluso la que ni siquiera había desarrollado y activé mi habilidad al mentalizar una barrera metalica rodeada de sellos blancos con escrituras negras. Visualicé mi protección favorita, por ende, la más eficaz; aparecieron cadenas cubierta en llamas azules verdosas con un gran candado de corazón y no, no se trataba del corazón clásico sino del real.
Mi cuerpo amenazó con caer, pero me forcé a terminar la barrera. El toque final era la boca de un espectro con el que fijé un acuerdo de ayuda mutua; apareció en una barra de inmediato exponiendo sus blancos colmillos y lo largo de su lengua puntiaguda en mi dirección. Intercambiamos incomprensibles palabras, pero gustoso accedió a consumir los espectros que se acercaran a la barrera.
Una vez finalizado, salí de aquel plano y volví al momento presente.
— ¿Q-Qué fue eso? —dijo impresionado—. Oye Dagan, ¿cuándo carajos mejoraste tu habilidad?
— Es lo de menos, ahora vayamos a buscar a Eli.
Pensé que volvería a desmayarme por desgastar la energía que no tenía, pero no me sentí afectado. Félix sonrió y su actitud volvió a ser la de siempre cuando dejamos la habitación para bajar las escaleras a la primera planta.
— Yo conduciré, tu duerme en el camino —sugirió—. Media hora debería dejarte como nuevo.
— No me lo digas con esa cara —rebatí viendo sus ojeras—. Tienes a mucha gente a tu servicio, ¿no puedes llamar a alguien? Si necesitamos correr no podemos dejar el carro tirado.
— ¿Ah no?
— ¡Por supuesto que no, idiota! —suspiré—. Vayamos con alguien.
— Yo puedo llevarlos.
Roxan apareció. Su informal apariencia señalaba que estaba dispuesta a involucrarse en asuntos agitados aunque su mayor deber era reemplazar a Daimond y ser parte del liderazgo. Sentí una ligera incomodidad, no porque haya rechazado sus sentimientos años atrás, sino porque a diferencia de cualquier otra mujer, Roxan era digna sucesora del gran poder de su abuelo e involucrarla la dejaría en riesgo.
— Adelante si es lo que quieres —accedí sonriendo—. Gracias por ayudarnos.
— Es por mi amiga, Losvelt —sonrió forzada—. Ahora sube al auto o te vas en tren.
Hicimos caso y subimos a uno de los tantos autos pertenecientes al rubio adinerado. Ni siquiera tuvimos tiempo de hacer preguntas, nuestros ojos se cerraron y nos quedamos dormidos apegando el rostro a la ventana.
El fresco aire acondicionado y la poca luz que atravesaba la ventana hicieron de mi siesta algo plácido, tanto que cuando Roxan nos avisó del embotellamiento a pie del puente donde había sido el accidente, no quería levantarme. Decidimos dejar las especulaciones de qué pudo pasar y bajamos del auto para avanzar hasta donde la cinta policial lo permitía.
En el agua se encontraban varios rescatistas con yates y abrigos de alto grosor. Al otro lado del puente primero empezaba con un estero pantanoso de agua salada y árboles del manglar, siguiendo un poco más se encontraban las edificaciones que conformaban Galis.
— Si sobrevivió debió nadar hasta allá —supuso Félix y tiritó—. Maldita sea, qué día más frío.
— Debemos separarnos, iré por el manglar, tu regresa al inicio del puente–
Los motores de los yates se encendieron y empezaron a retornar rio arriba. Nos fijamos en los cuerpos que llevaban cubierto de fundas negras y por contextura, todos eran hombres. Definitivamente Eli y Mikaely salieron vivas del accidente.
Sonreí aliviado y de inmediato empecé a correr por los costados del puente para atravesarlo cuánto antes.