A los dieciocho años, me vi obligada a casarme con Aureliano Estrada, un hombre poderoso, atractivo e inteligente, pero también un despota que se había encaprichado conmigo. Lo odiaba profundamente, ya que su ambición me había obligado a renunciar al amor de mi vida, Marcos Villasmil, el chico más guapo y dulce que jamás había conocido. Nuestro amor era real y puro, pero mis padres no lo aceptaban; al menos eso me hacían creer. Cada día en la vida con Aureliano se sentía como una prisión dorada. Aunque tenía todo lo que muchos desearían: una mansión, fiestas lujosas y la admiración de la sociedad, mi corazón seguía anhelando la libertad que había perdido junto a Marcos. La sombra de su recuerdo me seguía, recordándome lo que realmente importaba: el amor verdadero y la felicidad genuina. Mientras navegaba por esta nueva vida impuesta, comenzaba a cuestionar mis decisiones y a buscar maneras de recuperar el control sobre mi destino. Sabía que no podía seguir viviendo así, atrapada entre las expectativas de mis padres y el dominio de Aureliano
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Capítulo XII Reflejos de un corazón conflictuado
Punto de vista de Veronica
Era la esposa de Aureliano Estrada y con eso cualquier esperanza de volver con Marcos había terminado. Después de la ceremonia subimos al auto que nos llevaría a la recepción. En el camino hasta el dichoso salón no me pude contener y le dije lo que mi corazón sentía a mi ahora esposo. Él no se inmutó ante mis palabras, cosa que me hizo enojar aún más. Aureliano tenía ese don: el de molestarme sin decir nada. Después de nuestra primera discusión como esposos llegamos al salón de fiestas, era un lugar demasiado grande y elegante para mi gusto. Al entrar me enredé en mi vestido y casi caigo. El me ayudó a no estampar mi retaguardia contra el piso y después de un breve instante seguimos nuestro camino al gran salón. Una vez ahí nos sentamos en la mesa que habían preparado para nosotros, las personas no dejaban se acercarse para felicitarnos: yo solo quería salir corriendo de ese lugar. Aureliano había cambiado conmigo, parecía hasta preocupado por mi; yo sabía que solo era una fachada para que los invitados pensaran que era el esposo ideal.
Después de estar sentados por unos minutos más, el me pidió disculpas y se fue a hablar por teléfono, según era algo de trabajo. No en su falso matrimonio dejaba el trabajo de lado. Me encontraba sola en la mesa, lo cual aprovechó mi padre para acercarse a mi.
“Sonríe niña, esta es tu boda y parece más bien tu funeral”, rósenlos ojos ante su comentario ridículo. Mi padre se había vuelto muy descarado últimamente y eso me tenía confundida.
“Dígame a lo que vino y después déjeme en paz”, ya no podía seguir amenazandome, había hecho lo que él quería y ahora ya no estaba bajo su yugo. Al menos eso pensaba yo.
“Esta noche te portaras bien con Aureliano, necesito que quedes embarazada lo antes posible”, sus palabras fueron una bomba para mi. Mi padre había enloquecido, ahora quería que yo me embarazara, esta vez había sobrepasado la línea.
“Yo no pienso tener intimidad con el. No lo amo y eso es algo que se hace por amor”, dije determinada a no seguirle el juego.
“Lo vas a hacer por amor, por ese supuesto amor que sientes por el tal Marcos. Supe que ayer lo viste y déjame decirte que gracias a eso lo tengo nuevamente en mis manos. El muy desgraciado había logrado escapar, pero ahora le va a ir peor, al menos claro que tú obedezcas”, mi corazón se detuvo en este momento, mi padre lo había hecho de nuevo. El me tenía nuevamente a Marcos en su poder y para comprobarlo me había mostrado una foto de él siendo torturado. Estaba por responder cuando llegó Aureliano. El único que sabía de mi encuentro con Marcos era el, seguramente se lo contó a mi padre y entre los dos planearon todo esto. Pero que podía hacer yo. No me quedaba de otra que aceptar el chantaje de Carlos; desde ahora había dejado de ser mi padre. No quería volver a verlo.
Carlos se fue dejándome sola con Aureliano, quien me preguntó en varias ocasiones que me pasaba; era un hipócrita, ya que él sabía perfectamente lo que ocurría.
“Es hora de irnos, te ves muy cansada y yo tengo cosas que hacer”, dijo levantándose de su silla.
De ahora en adelante esta era mi vida, obedecer sin tener derecho a dar mi opinión. Me levante y Aureliano me tomo de la mano, nos despedimos de nuestras familias y salimos al auto, pense que me llevaría hasta su apartamento, pero me sorprendió que tomáramos la vía al aeropuerto.
“¿A donde vamos?”, pregunte confundida.
“Tengo asuntos de trabajo, así que nos iremos de viaje”, respondió sin dar mayor explicación.
No dije nada más, sabía que a donde fuera mi vida se volvería un verdadero infierno. Subimos al avión y él fue muy comprensivo, parecía otra persona muy distinta a la que me había amenazado la noche anterior.
Al llegar al lugar de nuestro destino, mire por la ventana para darme cuenta de que estábamos en la playa. Esto estaba muy extraño, pero ya de Aureliano y de mi padre nada me sorprendía. Al bajar del avión no podía dejar de ver la belleza del lugar, la luz que quedaba hacia qué Aureliano se viera guapísimo, llevaba su chaqueta en la mano, la camisa desbotonada dejando ver algo de su bien trabajado pecho, su cabello estaba un poco desordenado. Se veía deslumbrante, sacudí esos pensamientos de mi cabeza no podía permitirme sentir nada por el hombre que estaba volviendo mi vida un caos total.
Subimos a un auto que nos llevó a una pequeña casa cerca de la playa, el lugar era realmente hermoso. A lo largo de la playa pude visualizar otras casas iguales a esta donde nos quedaríamos. Seguramente esto es parte de su trabajo, ya que los estradas se dedicaban al turismo y sus hoteles eran de los más refinados del país.
Entramos a la casa y Aureliano me dio un pequeño tour por la misma, no era muy grande, pero si muy acogedora. Además la vista era espectacular. Teníamos vista directa a la playa. También me llevo a la habitación que compartiríamos, esta parte me puso muy nerviosa, sabía que era inevitable que consumáramos nuestro matrimonio, además con las amenazas de mi padre no tenía otra opción. Solo esperaba que Marcos algún día pudiera perdonarme. Subimos las escales y al abrir la puerta la belleza y elegancia de la habitación me deslumbró. Camine hasta la ventana la cual daba una vista única del mar uniéndose con el cielo. Si este era un nuevo proyecto de empresas Estrada sería un gran éxito.
Aureliano me pidió que me cambiara de ropa y me fuera a descansar mientras que Marta nos preparaba la cena, yo me fui a acostar viendo el espectáculo que me ofrecía el cielo. No supe en que momento Aureliano entro y salió del baño, al percatarme de su presencia mire hasta donde él estaba. Mi marca se posó en su bien trabajado cuerpo. No podía negar que Aureliano tenía un cuerpo envidiable. No sabía que me estaba pasando, pero mi cuerpo pedía estar cerca de él.