La joven, cuyo corazón había sido destrozado por la crueldad de aquellos que una vez habían sido sus seres queridos, ahora caminaba por un sendero de venganza. Había perdido todo: su hogar, su familia, su inocencia. La amargura y el dolor habían dado paso a una sed de justicia, que la impulsaba a buscar a aquellos que le habían arrebatado todo. Sin embargo, el destino, que parecía tener un plan propio para ella, nuevamente la pondría a prueba. La joven se encontraría cara a cara con su pasado, y debería enfrentar las sombras que la habían perseguido durante tanto tiempo. ¿Podría encontrar la fuerza para perdonar y seguir adelante, o la venganza la consumiría por completo? Eso solo el tiempo lo diría.
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capítulo 5
Elizabeth se sintió atrapada en una vida de sufrimiento y desesperanza. Su padre la maltrataba constantemente, y ella se había resignado a vivir en la oscuridad y el frío de su habitación. Pero cuando Marlene llegó a visitarla, Elizabeth sintió un rayo de esperanza. Su amiga le trajo consuelo y apoyo, y le recordó que no estaba sola.
Marlene dejó una nota en la cómoda antes de irse, pidiendo a Elizabeth que vaya al arroyo y fue como un llamado a la libertad. Elizabeth se sintió temerosa e indecisa, pero algo dentro de ella la impulsó a salir hacia el arroyo. Y allí, en el lugar donde el sol brillaba con fuerza, Elizabeth encontró a Henry.
Su corazón tembló al escuchar su voz, y sus piernas se debilitaron al verlo sonreír. Elizabeth se sintió como si estuviera flotando en una nube de emoción. Henry la sostuvo en sus brazos, y ella se sintió segura y protegida.
"¿Qué haces aquí, cómo llegaste?", preguntó Elizabeth, aún sin creer que Henry estuviera allí.
"Tienes una buena amiga", respondió Henry, mirándola con dulzura. "Te extrañé, ojitos lindos".
Elizabeth se estremeció al escuchar esas palabras. Nadie la había llamado así antes, y se sintió especial y querida. Sus manos se posaron en las mejillas de Henry, y sus labios se rozaron en un beso apasionado.
Elizabeth jamás había besado antes, pero se sintió como si hubiera encontrado su hogar. El calor y la pasión que sentía en ese momento la hicieron sentir viva, y supo que estaba enamorada.
La tarde calurosa en la orilla del arroyo se convirtió en un momento mágico, un momento que cambiaría su vida para siempre. Elizabeth se sintió libre, libre de la opresión y el sufrimiento. Y supo que con Henry a su lado, nada podría detenerla.
Los médicos desfilaban por los pasillos hacia los aposentos del rey. Aarón sostenía la mano de su padre mientras lloraba y es lógico siempre estuvo para él, le ha dado su tiempo y su amor. En cambio Narón, siquiera podía sentir lástima.
“No llores hijo mío, mi reino muere para que el tuyo nazca.Eres mi orgullo.” Dedicó hasta su último aliento a su primogénito e hizo bien, porque por él se puede pudrir en el infierno.
Al día siguiente la procesión fúnebre avanzaba lentamente por las calles de la ciudad, acompañada por el sonido de las campanas y el murmullo de la multitud. Narón caminaba detrás del ataúd de su padre, rodeado por la nobleza y los dignatarios de la corte.
Mira hacia un lujoso carruaje donde se asoma por la ventanilla la mujer de cabello oscuro cubierta de negro y suelta un llanto desgarrador mientras sostiene a una niña.
A medida que avanzaban, Narón no podía evitar sentir una sensación de vacío y desolación. Quiere volver lo antes posible a las trincheras, él no fue ni será bienvenido en este lugar.
De repente, sintió una mano en su hombro. Se volvió para ver a Amalia detrás de él, su rostro pálido y sus ojos llenos de lágrimas.
"Narón", susurró ella, su voz apenas audible sobre el ruido de la multitud. "Lo siento mucho. Tu padre era un gran hombre".
Narón se sintió conmovido por la compasión de Amalia. Nadie más había mostrado tanta empatía hacia él en ese momento. Se sintió agradecido hacia ella y, por un momento, se olvidó de la presencia de los demás. Pero no duró mucho, la reina los mira y no puede evitar acercarse.
“Princesa Amalia, no está bien que hable con el hermano de su esposo en público.”
Narón entendió todo, un amargo sabor pasa por su garganta, mira a Amalia pero ella evita sus ojos y se aleja.La reina lo rodea como una fiera a su presa y murmura. “Es la esposa de tu hermano y futura reina de occidente. Tú cómo buen servidor debes alejarte de ella.
El reencuentro con su amado está muy próximo