Zulema de la Puente, tiene 25 años, y en poco tiempo ha sufrido una serie de desgracias que cambiaron su mundo, su padre murió, su madre está muy enferma, fue despedida de la compañía en que estaba desarrollando una carrera exitosa y su prometido Javier Belmonte canceló su compromiso.
Ahogada en los problemas, una noche bebió más de la cuenta, y para vengarse de su prometido durmió con su tío, Mathias Belmonte, un frío, pero apuesto hombre de 35 años, dueño de una de las más importantes fortunas del país.
¿Será Mathias un problema más grande para Zulema o será su Salvador?
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21. Caricias ansiosas (+18)
...⚠️ Advertencia: Este capítulo contiene relatos para mayores de edad......
Mathías recorría con lentitud los muslos y nalg@s de Zulema, aún sobre la ropa, que en el fondo se la hubiese querido arrancar, porque sus ganas de poder estar dentro de ella eran absolutas, no había sido un mujeriego empedernido, pero se consideraba un hombre con experiencia; sin embargo, era la primera vez que estaba en una situación como esa en el automóvil, definitivamente Zulema lo iba a llevar a límites insospechados y lo peor de todo en los que él no tenía el control.
El corazón de Zulema latía con fuerza, parecía salirse de su pecho, quizás por eso subía y bajaba con frenesí, y sus sen*os bailaban a ese son, imposibles de pasar desapercibidos por Mathías, no eran ni grandes, ni pequeños, eran del tamaño perfecto porque despertaban sus deseos de verlos expuestos para poder acariciarlos, besarlos y hasta mordisquearlos como la última vez que estuvieron juntos, para escucharla gemir de placer y ayudarla en su liberación.
La boca de Zulema descendió instintivamente por la barbilla del hombre que tenía debajo de ella, bajó hasta su cuello y le lamió por debajo de la oreja, acrecentando más las ganas de Mathías Belmonte, ante las caricias ansiosas de la joven que tenía encima de su cuerpo; tomando el control de todo, Mathías aún no podía creer como terminó como un objeto del deseo de una muchacha diez años menor que él, pero no podía negar que eso le gustaba.
Cuando estuvo con ella, sabía que no era virgen, pero aún así se le notaba cierta inexperiencia, por como reaccionaba con absoluta novedad a situaciones que debería conocer, por eso toda la noche había pasado descubriendo todo lo que ella no sabía, desconocía que tan mal amante había sido Javier, era claro que antes esa mujer solo había estado con su sobrino; muy en el fondo agradecía que no hubiera despertado el vendaval que era en el fondo Zulema De la Puente, eso era algo que él iba a disfrutar.
Ella jamás había podido ser desinhibida con Javier, pese a tener un noviazgo largo, había algo que la limitaba a expresarse, con su ex prometido no se hubiese atrevido a tanto, especialmente en el aspecto sexual, en cambio con el hombre que ahora recorría su cuerpo sin reparo, y con quien ni siquiera había definido el tipo de relación que tendría, podía dejarse llevar, confiar, entregarse completamente y experimentar como nunca, con esos deseos que le consumían; más adelante se cuestionó si a eso eso se referían sobre tener química con la pareja.
Ella mecía sus caderas sobre él, a un ritmo pasivo, pero constante, aumentando su excitación, mientras él pasaba de acariciar su cuerpo sobre la ropa a querer quitársela, hurgando en los espacios donde iba quedando libre la piel; cuando ella se sintió muy húmeda, se dio cuenta que si seguía no iba a poder detener eso; y estaba afuera del hospital, precisamente porque tenía que ir a ver a su madre; haciendo acopio de la única conciencia que le quedaba se bajó de Mathías, y completamente roja se sentó en el asiento del copiloto.
- “Lo siento, debo irme”, dijo Zulema bajando del auto inmediatamente, yendo hacia el interior del hospital acomodando su ropa como podía mientras caminaba.
Mathías se quedó en el auto tratando de entender lo que había sucedido, esa muchacha se había atrevido a dejarlo con las ganas, se le había insinuado, excitado, estaba preparado para la acción, y luego se fue, dejándolo con el ego herido y el cuerpo dispuesto; él hizo una sonrisa extraña y se dijo a sí mismo que Zulema no lo iba a dejar esa noche con el deseo de hacerle el amor, la convencería de terminar lo que empezó.
te felicito
mamita y su abuelo