"El precio del poder" es una historia de poder, ambición y deseo en un mundo donde la lealtad familiar y la estrategia son las reglas de juego. Lucía Álvarez, heredera de uno de los clanes más poderosos del país, y Iris Espinosa, la hija de un despiadado líder mafioso, son obligadas a unirse en un matrimonio arreglado. Ambas, atrapadas entre sus propios sueños y los oscuros intereses de sus familias, deben navegar un mundo peligroso lleno de intrigas, sacrificios y traiciones.
A lo largo de esta apasionante novela, las protagonistas luchan por encontrar su lugar en un mundo que las quiere como piezas en un tablero de ajedrez, pero ambas tienen planes propios. En el proceso, descubrirán que el amor no siempre es blanco o negro, y que el precio que deben pagar por el poder puede ser mucho más alto de lo que imaginaban.
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En las sombras del caos
Capítulo 22: En las sombras del caos
El aire dentro del almacén era espeso, cargado de polvo y adrenalina. Carlos, aún con el brazo herido, se desplazaba rápido entre las sombras. Su mente procesaba todo a una velocidad vertiginosa, cada sonido, cada movimiento. Los disparos seguían resonando por toda la estructura, y él sabía que el tiempo se estaba agotando. No podían quedarse ahí mucho más tiempo.
"Recuerda, precisión y rapidez", se repetía en su mente. El objetivo seguía siendo el mismo: salir con la información crucial sin ser capturados. No era la primera vez que se encontraba en una situación como esa, pero algo en el aire le decía que esta vez, el peligro era mayor.
A su lado, Iris avanzaba con cautela, su figura moviéndose con la misma destreza que Carlos. Aunque mantenía la calma exterior, podía ver la tensión en sus ojos. Sabía que las probabilidades de que algo saliera mal eran altas, pero también sabía que debían seguir adelante.
"Estamos cerca", pensó Carlos. La sala donde almacenaban los documentos clave estaba al final del pasillo. Solo un par de guardias, distraídos por el caos, los separaban de su objetivo. Pero una vez dentro, las cosas podrían complicarse aún más.
—Carlos, tenemos compañía —dijo Iris en voz baja, mientras se agachaba y señalaba hacia el fondo de la sala.
Un grupo de hombres armados se acercaba, alertados por el ruido. Sin pensarlo, Carlos se adelantó, empujando a Iris hacia un rincón para evitar ser vistos. El sonido de sus pasos se mezclaba con el rugido de los disparos, y por un momento, todo lo que podía escuchar era su respiración y el latido acelerado de su corazón.
"Calma", se dijo. "Esto no es más que otra misión."
Pero en su interior, la incertidumbre comenzaba a acumularse. Sabía que no podían permitirse fallar. A lo lejos, vio el destello de la puerta que los llevaría al almacenamiento de información, y en ese instante, todo lo demás dejó de importar. El objetivo estaba a su alcance.
Desde la perspectiva de Lucía:
Lucía estaba en el centro de la sala de operaciones, donde las pantallas y mapas proyectaban la información que necesitaban. La tensión era palpable. Iris y Carlos ya deberían haber llegado a su destino, pero el silencio en la radio no hacía más que aumentar su ansiedad. No podía evitarlo. A pesar de su entrenamiento, de la fuerza que siempre mostraba, sentía el peso de la incertidumbre aplastándola.
Iba de un lado a otro, con las manos apretadas en los bolsillos, mientras su mente trataba de mantener la calma. Sabía que cualquier error podría costarles la vida. Y si algo le sucedía a Carlos… no quería ni pensarlo.
—Lucía —dijo Javier, interrumpiendo sus pensamientos—. Tenemos algo. Los registros indican que la operación de los Chagoya es más grande de lo que pensábamos.
Lucía apenas lo miró, su mente centrada en otro lugar, pero asintió con la cabeza, reconociendo la gravedad de las palabras. Los Chagoya no solo se habían infiltrado en sus filas, sino que estaban planeando una ofensiva aún mayor. Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar, pero aún quedaba una parte crucial: la misión de Carlos e Iris.
La radio emitió un ruido estático y la voz de Iris interrumpió el silencio.
—Lucía, estamos dentro, pero la situación se ha complicado. Necesitamos evacuar, ahora.
La presión aumentó al instante. No había tiempo para perder. Lucía apretó los puños, tomó una respiración profunda y, sin dudar, dio las órdenes.
—Prepárense para la extracción. No dejemos que los Chagoya nos atrapen.
Desde la perspectiva de Carlos:
El silencio se apoderó momentáneamente del almacén, solo interrumpido por el eco de los pasos de los guardias que se acercaban. Carlos y Iris ya habían alcanzado la puerta que conducía a la sala de los documentos. Carlos se acercó sigilosamente, sintiendo el peso del arma en su mano, preparada para cualquier eventualidad.
—Vamos —murmuró, empujando la puerta con cuidado.
El lugar estaba oscuro, pero las luces de emergencia parpadeaban, dándoles suficiente visibilidad para moverse. En el centro de la sala, una mesa llena de papeles y discos duros se extendía ante ellos. Cada segundo que pasaba, el riesgo aumentaba, pero el objetivo estaba claro: obtener todo lo que pudieran y salir sin ser detectados.
De repente, un sonido metálico alertó a Carlos, y antes de que pudiera reaccionar, una ráfaga de disparos se desató desde la puerta por donde habían entrado. Sin pensarlo, Carlos empujó a Iris detrás de una mesa, esquivando los proyectiles que volaban a su alrededor.
—¡Maldita sea! —gruñó Carlos mientras regresaba el fuego, intentando repeler el ataque.
Pero había demasiados de ellos. La puerta de salida estaba demasiado lejos y el peligro de ser rodeados era inminente. La misión había tomado un giro inesperado, y ahora la prioridad era sobrevivir.
—¡Iris! —gritó Carlos mientras cargaba nuevamente su arma—. ¡Nos cubrimos y salimos de aquí!
La presión aumentaba a medida que las balas seguían volando alrededor de ellos. Carlos miró a Iris, quien estaba a su lado, empapada en sudor, pero con una determinación feroz en su mirada. Sabía que la única opción era salir rápidamente, pero con cada segundo que pasaba, la misión parecía cada vez más peligrosa.
—¡Avanza! —gritó Iris a Carlos, levantándose para disparar a los enemigos que se acercaban. La visión se volvía borrosa por la velocidad de los movimientos, pero su puntería era certera.
Finalmente, lograron alcanzar la salida, pero no antes de que una explosión sacudiera el lugar, derribando parte de la pared y bloqueando el paso.
Carlos y Iris miraron hacia atrás, sabiendo que no podían regresar. El escape había comenzado, pero aún faltaba mucho por hacer.
Desde la perspectiva de Lucía:
Los minutos parecían horas. Lucía no podía quedarse quieta, la tensión dentro de la base Álvarez era insoportable. Estaba en contacto con Javier y otros miembros clave de su equipo, pero no podía dejar de pensar en Iris y Carlos. Estaban demasiado lejos, y el riesgo de perderlos aumentaba con cada segundo.
De repente, la radio crackleó nuevamente, y la voz de Iris la interrumpió.
—Lucía, tenemos la información. Estamos saliendo, pero la situación es crítica. No tenemos mucho tiempo.
Lucía sintió una ola de alivio al escuchar la voz de Iris, pero no podía relajarse aún. Sabía que la extracción sería la parte más peligrosa.
—Hazlo rápido —respondió Lucía, con voz firme—. No quiero sorpresas. Salgan de ahí y manténganse en contacto.
Iris asintió y la comunicación se cortó. Lucía se volvió hacia Javier y los otros miembros del equipo.
—Preparados para evacuar —dijo, sabiendo que la siguiente fase sería la más difícil. No podían dejar que los Chagoya los siguieran.
Desde la perspectiva de Carlos:
Carlos se movía rápidamente junto a Iris, pero su brazo herido le dificultaba el movimiento. El dolor era insoportable, pero el miedo de ser capturados lo mantenía alerta. La explosión había bloqueado la salida, pero aún quedaba un camino hacia el sótano, donde esperaban los vehículos de evacuación.
—Nos quedan pocos segundos, Carlos —dijo Iris, mirando hacia atrás—. Hay más de ellos.
Carlos asintió, mirando la distancia hasta el sótano. Podían hacerlo. No podían fallar.
—Vamos a hacerlos retroceder. Tú cubres la puerta, yo me encargaré de los de atrás —ordenó, mientras se preparaba para enfrentar lo que fuera que viniera.
El aire estaba cargado de tensión, pero con cada paso que daban, la sensación de estar en control comenzaba a regresar. Sabían que tenían que ser rápidos, precisos. La operación estaba lejos de terminar, pero el final estaba más cerca que nunca.
Desde la perspectiva de Lucía:
Lucía se quedó mirando la pantalla, viendo la trayectoria de los vehículos que salían de la base, sabiendo que estaba tomando un riesgo enorme al no poder estar con ellos en persona. Las comunicaciones seguían intactas, pero los nervios no cesaban.
El sonido de un disparo retumbó por la radio.
—¡Carlos! —gritó Lucía, pero no obtuvo respuesta. La radio cayó en silencio.
La última frase de Iris antes de desconectar su comunicación fue clara: "Estamos a punto de llegar. No te preocupes, todo saldrá bien."
Pero Lucía no pudo evitar sentir que algo más grande se estaba gestando, algo mucho más peligroso de lo que ya habían enfrentado. Y sin Carlos e Iris cerca, no podía dejar que los Chagoya los alcanzaran.