Doce hermosas princesas, nacidas del amor más grande, han sido hechizadas por crueles demonios para danzar todas las noches hasta la muerte. Su madre, una duquesa de gran poder, prometió hacer del hombre que pudiera liberarlas, futuro duque, siempre y cuando pudiera salvar las vidas de todas ellas.
El valiente deberá hacerlo para antes de la última campanada de media noche, del último día de invierno. Scott, mejor amigo del esposo de la duquesa, intentará ayudarlos de modo que la familia no pierda su título nobiliario y para eso deberá empezar con la mayor de las princesas, la cual estaba enamorada de él, pero que, con la maldición, un demonio la reclamará como su propiedad.
¿Podrá salvar a la princesa que una vez estuvo enamorada de él?
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CAPÍTULO 15
Antes de poder tan siquiera continuar demostrando su amor por Scott, Anastasia separó un momento sus labios cuando unos fuertes golpes en la puerta los interrumpieron. Jeremy Jr., luego de poner en resguardo a la abuela Baba, fue en búsqueda de Scott.
El hombre, ocultando la desnudez de Anastasia, le indicó que acomodara su ropa detrás del biombo en lo que él salía a ver lo que pasaba. Allí, con su camisa entre abierto, quedó tan frío, por lo que estaba escuchando que la calentura de su cuerpo se disipó.
Anastasia también quedó sorprendida, sobre todo porque hasta Diana también había desaparecido. Sin entender lo que había ocurrido, ya que se suponía que tenían una buena seguridad velando por ellas, la mayor de las princesas bailarinas se quedó en la habitación de la abuela Baba.
Allí, siendo custodiadas por sus doncellas y varios guardias, dejó que Scott y el joven mayordomo se encargaran de buscar a sus hermanas, en lo que ella estaba al cuidado de la abuela Baba. No obstante, observando como la anciana también estaba herida, en vez de sentirse tranquila por esta segura, la culpabilidad comenzó a carcomerla.
—Abuela Baba, lo siento, no soy una buena hermana—susurró colocando su cabeza encima de la arrugada mano de la anciana—por primera vez sentí algo... tan especial, en brazos de sir Scott...
Si bien aquellos minutos juntos fueron tan especiales para ella, como si estuviera en el cielo en comparación al infierno que vivió con el demonio que la tenía atormentada, la culpabilidad de su egoísmo era mucho más grande. No podía entender cómo solo por descuidarse un momento, tanto había pasado.
Sin notarlo, dejó llevarse por las turbias aguas de los sueños, hacia una pesadilla aterradora. En ella, bailaba eternamente con el demonio que le robó su virginidad, sin poder detenerse pese a la cantidad de sangre abismal que emanaba de sus pies.
No obstante, una mujer de cabellera plateada caminaba hacia ellos. Era tal su brillo, que hizo que el demonio tuviera que marcharse ante el calor que quemaba su cuerpo. La mujer, al ver en un trance a Anastasia, la abrazó, provocando que sus ojos volvieran a recuperar su brillo.
—¡Abuela Baba!—gritó Anastasia—¡Creí que había muerto!
La anciana con una sonrisa acarició su cabello, mientras la jovencita lloraba a más no poder en su hombro. A medida que lo hacía, el brillo de su cuerpo hizo que toda la oscuridad de la pesadilla se fuera y ahora estuvieran en un sueño, recordando el bello jardín de la mansión ducal.
—Aún me falta mucho tiempo antes de eso—respondió con una sonrisa—sobreviviré aun cuando Diana se case con el visir.
—¿Perdón?—preguntó confundida—¿Qué dijo?
—Nada, cariño—respondió tomándola de la mano—creo que será mejor descansar un poco, ni tú ni yo podemos hacer más nada.
Baba sabía muy bien que aún no era su hora, no solo quería ver a Scott casado, sino también quería ver a su nieto formar una familia. No obstante, al ser abuela del propio papa, sabía muy bien que sería muy difícil que alguien con su cargo formara una vida. Aunque tenía la esperanza de que aún tuviera oportunidad con alguna de las doce princesas.
Así que, en lo que Scott arreglaba el desastre en el mundo real, ella hablaría un poco con la primera princesa. Podía ver que Anastasia lo amaba, pero la maldición y su edad chocaban en ella, por lo que no le era tan fácil llegar al corazón de aquel hombre.
—Anastasia... ¿Qué harías si te dijera que estás embarazada del demonio que te mancilló?—preguntó mirando al cielo.
El pánico invadió de inmediato a la joven, quien comenzó a llorar llena de pánico. No solo temía ser encontrada de nuevo por aquel demonio, sino que ahora cargar con algo que fue producido en contra de su voluntad hizo que se sintiera mucho peor.
—Tranquila...—acarició la mano de Anastasia—los demonios son seres infértiles, así que no tienes una semilla creciendo en tu interior.
Anastasia sintió como recuperaba la temperatura de su cuerpo; no obstante, aunque fuera el mundo de los sueños, se sentía tan vívido el miedo. Pensando en la pregunta que le hizo la abuela Baba, de verdad no hubiera sabido qué hacer si estuviera embarazada.
—Estoy cansada...—susurró agachando la cabeza—no solo mi mamá... sino también Scott... la maldición... ¡Quiero luchar!
La abuela Baba sonrió, pasándole su bastón a la chica. Anastasia apenas lo sostuvo, observó como su bastón comenzó a convertirse en una daga plateada bastante ligera. Pero podía sentir de ella emanar una parte de la energía de la anciana. Sin saber lo que pasaba, miró expectante a la abuela.
—Cuando era joven, fui violada por un hombre cercano a mí—dijo—mientras mi esposo trabajaba. Él era infértil, por lo que adoptó al hijo que tuve como suyo y fue así que años más tarde nació mi nieto. Sea lo que sea que quieras hacer, cuentas con mi apoyo. ¿Cómo podría juzgar a una mujer que fue usurpada contra su voluntad? ¡Ahora demuéstrale a la tontita de tu madre lo que eres capaz de hacer! ...
Anastasia se despertó llorando, aun al lado de la cama de la abuela Baba. Sintiendo el frío propio de la madrugada, observó como sostenía la daga que la anciana le había dado. Recordando las palabras que ella le había dicho, sonrió antes de salir de la habitación.
La anciana, quien seguía dormida, estaba aún sentada en aquella banca del jardín de los duques. Recordando lo feliz que fue en su pasado con su difunto esposo, de verdad esperaba que Anastasia encontrara su felicidad ya fuera con Scott o por ella misma, pese a todo lo que había pasado.
—Puedo ver el futuro de otros, pero no el mío—susurró la anciana—¿será que me esperas en el cielo? ¿Será qué nos volveremos a ver en otra vida? ¡Cariño mío! ¡Te extraño tanto!
Baba comenzó a tararear la melodía de flauta favorita de su esposo, mientras pensaba en Scott y Anastasia. Esos dos le hacían recordar tanto a ellos, por lo que deseaba verlos juntos antes de morir.
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Mientras tanto, en uno de los jardines más lejanos del palacio, Scott estaba luchando contra el demonio. Por fin, con ayuda de Jeremy Jr, habían encontrado a uno de los doce malditos demonios y el saber que era el que había mancillado a Anastasia hizo que sintiera una enorme sed de su sangre.