En un remoto pueblo donde la niebla nunca se disipa, se encuentran vestigios de un antiguo secreto que atormenta a sus habitantes. Cuando Clara, una joven periodista, llega en busca de respuestas sobre la misteriosa desaparición de su hermana, descubre que cada residente guarda un oscuro pasado.
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Capítulo 17: La Prueba de la Luz
Los días se convirtieron en semanas mientras Clara y Samuel se adentraban en un ciclo de aprendizaje y descubrimiento. Samuel demostró ser un estudiante ágil; su curiosidad lo llevaba a explorar los rincones más oscuros del bosque, siempre acompañado por Clara. Juntos, desenterraron antiguas leyendas, rituales olvidados y las verdades que los ancianos habían transmitido de generación en generación.
Sin embargo, mientras Clara se sentía cada vez más segura de su decisión de elegir a Samuel como su sucesor, una inquietud comenzó a crecer dentro de ella. Había algo que no había compartido completamente con él: el temor de que la sombra pudiera regresar si el nuevo guardián no estaba preparado. Aunque había sentido la paz en su interior, sabía que esa calma podía ser efímera.
Una noche, mientras estaban sentados alrededor de una fogata en el claro, Clara tomó la decisión de compartir su inquietud con Samuel.
—Hay algo más que debes saber, Samuel. La sombra, aunque se ha vuelto parte de nosotros, también puede ser volátil. Si no está en equilibrio, puede renacer, y cuando lo haga, será más poderosa. Necesitamos hacer un ritual de prueba, algo que te demuestre a ti mismo que estás listo para llevar esta carga —le explicó Clara, observando su rostro para detectar cualquier signo de miedo.
Samuel se quedó en silencio por un momento, contemplando sus palabras. Finalmente, asintió, su mirada llena de determinación.
—Haré lo que sea necesario, Clara. Estoy listo.
La noche del ritual llegó, y Clara preparó el altar en el claro, utilizando elementos que representaban tanto la luz como la oscuridad: velas blancas y piedras oscuras. Samuel se colocó frente a ella, nervioso pero decidido. Clara lo guiaría a través de un viaje introspectivo, un encuentro con la sombra que habitaba en su interior.
—Este ritual no solo es un examen, sino también un camino para que entiendas quién eres —le dijo Clara, tomando su mano—. Necesitarás enfrentarte a tus miedos más profundos y aceptar la parte de ti que podría desear la oscuridad.
Clara comenzó a recitar las antiguas palabras del ritual, su voz resonando en el aire. A medida que las palabras fluyeron de sus labios, el ambiente cambió. La brisa se detuvo, y las sombras del bosque comenzaron a danzar a su alrededor, formando una espiral oscura que rodeó a Samuel.
La figura de la sombra, más grande y más opaca que antes, emergió del corazón de la oscuridad, pero esta vez no era amenazante. En su forma se podían ver los rostros de aquellos que Clara había perdido, ecos de las almas que habían caído ante su poder. La sombra avanzó hacia Samuel, que sintió una mezcla de miedo y curiosidad.
—¿Por qué has venido? —preguntó Samuel, su voz firme aunque temblorosa.
La sombra se detuvo ante él, y en un murmullo profundo, respondió:
—He venido para probarte, joven guardián. Todos tienen sombras que los siguen. Tu verdadero desafío es enfrentarte a las tuyas.
En ese instante, el aire se llenó de imágenes vívidas: la sombra trajo recuerdos de los fracasos y miedos de Samuel, sus inseguridades, su historia familiar y los momentos en que había dudado de sí mismo. Se vio a sí mismo, un niño que siempre buscó la aprobación de los demás, que había sentido la presión de ser fuerte sin comprender que la vulnerabilidad también era una fortaleza.
Clara observó en silencio mientras Samuel se enfrentaba a sus propios demonios. La sombra, en su papel de guía, lo estaba desnudando de las máscaras que había usado para protegerse. Los susurros que antes eran murmullos de aliento se convirtieron en gritos, exigencias que lo instaban a rendirse.
Pero en medio de esa tormenta de emociones, Clara vio que algo dentro de Samuel comenzaba a cambiar. Su postura se volvió más firme, su mirada más decidida. Con cada recuerdo que la sombra le lanzaba, Samuel respondía.
—No tengo miedo. Estoy aquí porque quiero ser fuerte no solo para mí, sino para San Everardo. He visto lo que la oscuridad puede hacer, y no voy a permitir que me consuma.
Las palabras resonaron en el aire como un eco poderoso. La sombra vaciló, y Clara sintió que el ambiente cambiaba. Samuel se plantó en el centro del altar, levantando su voz con más fuerza.
—Soy parte de esta historia, y si debo cargar con la sombra, lo haré. No seré un prisionero, seré su guardián.
La sombra se detuvo, y en un giro inesperado, comenzó a disolverse en un torbellino de luces y sombras entrelazadas. Con un último susurro, la figura se desvaneció, y una sensación de paz envolvió el claro. Samuel cayó de rodillas, agotado pero aliviado, mientras Clara se acercaba y lo abrazaba.
—Lo hiciste, Samuel. Has enfrentado tu sombra y la has aceptado. Eres digno —le dijo Clara, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía aún más.
Esa noche, Samuel entendió que la sombra no era su enemiga, sino una parte de sí mismo que había aprendido a aceptar. Con el tiempo, se convertiría en un guardián, no solo de la luz, sino también de la oscuridad, asegurando que San Everardo estuviera siempre protegido.
Mientras regresaban al pueblo, Clara se sintió más ligera, con la certeza de que el legado del guardián estaba en buenas manos. Sabía que la lucha contra la sombra sería continua, pero con Samuel a su lado, sentía que estaban listos para enfrentar cualquier desafío que pudiera surgir. San Everardo seguiría prosperando, y las sombras, en lugar de ser un enemigo, serían un recordatorio de su historia, un camino hacia un futuro iluminado.