En un barrio marginado de la ciudad, Valentina, una chica de 17 años con una vida marcada por la pobreza y la lucha, sueña con un futuro mejor. Su vida cambia drásticamente cuando conoce a Alejandro, un ingeniero de 47 años que, a pesar de su éxito profesional, lleva una vida solitaria y atormentada por el pasado. La atracción entre ellos es innegable, y aunque saben que su amor es imposible, se sumergen en una relación secreta llena de pasión y ternura. ¿como terminara esta historia?
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Capítulo 2: La Revelación
Valentina no podía quitarse de la cabeza la imagen de Alejandro. Su mirada intensa y la forma en que se movía entre sus compañeros de trabajo habían dejado una impresión imborrable en su mente. Aquella tarde, mientras ayudaba a su abuela en el mercado, no podía concentrarse en nada más que en su rostro. Cada vez que escuchaba el tintineo de las monedas o el murmullo de los clientes, su mente se perdía en un torbellino de pensamientos sobre aquel hombre.
Pasaron los días, y aunque Valentina trataba de seguir con su rutina, la curiosidad la consumía. Decidió volver a pasar por la antigua fábrica, buscando una señal que le indicara si realmente había algo más detrás de aquella conexión fugaz. Cada paso que daba hacia allí era una mezcla de miedo y emoción.
Finalmente, un sábado por la tarde, se armó de valor y se dirigió a la fábrica. La calle estaba más tranquila de lo habitual, y el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de un color anaranjado. Al llegar, notó que algunos de los trabajadores estaban en un descanso, y su corazón se aceleró al ver a Alejandro de pie, conversando con un grupo de hombres.
Se detuvo a una distancia prudente, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo. Justo cuando pensaba en dar la vuelta, Alejandro levantó la vista y sus ojos se encontraron nuevamente. Esta vez, en lugar de alejarse, Valentina se sintió impulsada a dar un paso adelante. Respiró hondo y se acercó.
“Hola,” dijo, intentando mantener la voz firme.
“Hola,” respondió él, con una sonrisa cálida que hizo que su corazón se acelerara aún más. “No te había visto por aquí antes. ¿Eres de la zona?”
“Sí,” contestó ella, sintiendo cómo las palabras salían casi sin pensar. “Vengo a ayudar a mi abuela en el mercado.”
“Ah, claro, la señora Rosa. La he visto vender en el mercado,” dijo Alejandro, y Valentina se sintió sorprendida de que él la conociera.
Valentina sonrió tímidamente. “Sí, ella ha estado allí durante años.”
Ambos permanecieron en silencio un momento, mirándose a los ojos. Valentina notó una tristeza sutil en la mirada de Alejandro, un destello de melancolía que la intrigaba. “¿Y tú? ¿Qué haces aquí?” preguntó ella, rompiendo la tensión.
“Trabajo en la rehabilitación de este lugar,” explicó él. “Fue una fábrica hace años, pero ahora estamos intentando convertirlo en un espacio comunitario. Algo que pueda ayudar a la gente del barrio.”
Valentina asintió, sintiendo una mezcla de admiración y respeto hacia él. “Es un buen proyecto.”
“Gracias,” dijo Alejandro, y su mirada se suavizó. “Es importante para mí hacer algo positivo aquí. He pasado por muchas cosas, y quiero ayudar a que otros no tengan que pasar por lo mismo.”
Esa frase resonó en Valentina. Había algo en su voz, un eco de sufrimiento que la hizo sentir una conexión aún más profunda. “¿Puedo ayudarte?” preguntó impulsivamente, sintiendo que estaba cruzando una línea.
Alejandro se sorprendió. “No tienes que hacerlo, es un trabajo pesado.”
“Me gustaría. Quizás pueda aportar algo,” insistió ella, sintiendo que esta podría ser su oportunidad de conocerlo mejor.
Alejandro sonrió con cautela. “Bueno, si realmente quieres, estaré aquí el lunes. Puedes venir a ver cómo va todo.”
Valentina asintió, incapaz de ocultar su entusiasmo. “Estaré aquí.”
A medida que se despidieron, Valentina sintió que algo nuevo y emocionante comenzaba a florecer. La idea de trabajar junto a Alejandro llenó su mente de sueños y esperanzas. Sin embargo, también había un leve susurro de preocupación en su interior; sabía que había una gran diferencia de edad entre ellos, una barrera que no podía ignorar. Pero la atracción que sentía era innegable.
Esa noche, mientras intentaba dormir, Valentina pensó en su vida. Siempre había tenido claro que su futuro sería distinto, que no pasaría toda su vida en el barrio. Pero ahora, con la posibilidad de conocer más a Alejandro, sentía que algo dentro de ella estaba cambiando. Había despertado una parte de su ser que había estado dormida, un deseo de explorar lo desconocido y de ser más que solo una chica pobre de un barrio olvidado.
Sin saberlo, Valentina estaba a punto de embarcarse en un viaje que cambiaría no solo su vida, sino también la de Alejandro. La historia que comenzaba a tejerse entre ellos era como un hilo fino, delicado, que amenazaba con romperse ante la más mínima tensión. Pero, por primera vez, Valentina sentía que estaba dispuesta a arriesgarlo todo por un amor que parecía tan improbable como hermoso.