Historias Cruzadas

Papá, ¿Esa era la sorpresa?- dijo Zamira- yo no me quiero casar con el árabe.

Lo que tú quieras me tiene sin cuidado, no creíste que ibas a seguir acosando a Irina ¿No?- dijo Vladimir- Ahora sonríe que tú prometido se acerca a ti.

Buenas noches Samir, ella es Zamira- los presentó Vladimir.

Él agarró la mano de la chica, le dio un beso y mirándola a los ojos dijo: Un placer conocer la señorita, espero no tardes en preparar las maletas, hoy mismo volvemos a Arabia.

¿Hoy? Pero si aún no estamos casados- dijo nerviosa Zamira.

La tradición árabe es diferente, tienes que acostumbrarte a las costumbres de mi país antes de ser mi esposa, y creo que hay mucho trabajo que hacer- dijo mirándola de arriba a abajo.

Por supuesto Samir, las empleadas ya empacaron las pertenencias de mi hija- dijo Vladimir con una sonrisa.

La unión entre la mafia rusa y la árabe era algo que lo tenía muy feliz, y lo hacía sumamente poderoso, era lo único que le importaba. Minutos más tarde Zamira se tuvo que retirar con su prometido. Zaira tenía miedo de lo que le esperaba a ella, el francés Franco Vertuti no parecía ser mejor que el árabe.

Claramente, dejaría en paz a Irina, sabía las tradiciones y la primera en tener un hijo varón sería la que heredaría el poder de su padre.

Buenas noches, hermosa dama- dijo Franco.

Buenas noches, señor Vertuti- dijo Zaira con temor.

Ja ja ja ja no es necesario que me tengas miedo, suelo respetar a las mujeres mientras me respeten- dijo Franco.

Estuvieron conversando por un largo tiempo, el chico le cayó muy bien a Zaira, los recién casados no se acercaron en ningún momento, Irina creía que podía ser tomado como una burla. Ella pudo elegir si casarse o no, pero sus hermanas no tuvieron la misma suerte.

¿Por qué papá me dio a elegir y a ellas no?- dijo Irina.

Por qué él sabía perfectamente lo que tus hermanas te hacían, incluso Zamira estuvo en mi oficina- dijo Iván.

Mejor nos vamos, no quiero seguir aquí- dijo Irina.

Se acercaron a su padre para despedirse y marcharse del lugar, el camino de vuelta fue en total silencio, no era incómodo, sino tranquilizador.

Al llegar al pen-house Iván no podía resistir se a besar a su esposa, ese vestido le quedaba de lujo y no veía la hora de poder arrancárselo y hacerla suya.

Nena, no aguanto más- le dijo entre besos.

Ella no decía nada, pero la lujuria y el deseo estaba reflejado en sus ojos.

Ella caminó sensualmente hasta la habitación y en la puerta le dijo.

¿Me ayudas con el cierre del vestido?- Respondió fingiendo seguridad, pero realmente tenía miedo de lo que pasaría. Sabía que tarde o temprano iba a pasar.

Iván prácticamente corrió a donde se encontraba su esposa, bajo el cierre del vestido, rozando lentamente la piel de Irina, besando tiernamente si cuello y bajando a sus hombros.

¿Estás segura de esto?- pregunto Iván mirándola a través del espejo