Olvidada

El rey Fortem se sorprendió cuando Lady Zarila llegó al palacio, se había arreglado especialmente hermosa ese día, usando un vestido que realzaba su figura; ella siempre le había gustado y sería ciego si no la viese hermosa.

Sin embargo, algo dentro de él había cambiado respeto a sus sentimientos; no es que amara a su esposa o tuviera algún sentimiento romántico hacia ella, pero reconocía que tenía un compromiso hacia la princesa Majic y debía respetarlo.

Lady Zarila hizo una reverencia especial a su majestad y lo saludo de manera perfectamente protocolar; sin lugar a dudas, tenía ese comportamiento formal que la corte deseaba.

- "Su Majestad, disculpe que haya venido así de improviso, pero después de reflexionar sentí que lo ocurrido ayer con la princesa Majic fue un malentendido y traía algunos obsequios para ella. Además debe sentirse algo aburrida acá, viene de tan lejos y no conoce a nadie, sé que muchos acá la verán con recelos, pero me gustaría hacerla sentir a gusto", expresó de la manera más dulce que le fue posible.

El rey la recibió en el salón principal mientras pidió que llamaran a su esposa, cuando fueron con ella aún estaba con Lady Marila, así que ella también la acompañó, cuando llegaron al salón se encontraron con Lady Zarila, quien las saludó correctamente

- "Quería disculparme por mi actitud de ayer, creo que mis prejuicios hacia usted prevalecieron ante los hechos facticos y todo terminó en un terrible malentendido", expresó Lady Zarila.

La princesa no entendió muy bien lo que la mujer de hermosos ojos verdes había dicho, y optó por quedarse callada; mientras Lady Marila observaba con cierta reserva los acontecimientos.

Lady Zarila le mostró los regalos que le traía a la princesa, hermosos pañuelos y abanicos, algunos lazos para el cabello; la joven princesa que había vivido encerrada en esa torre, encontró todo eso especialmente hermoso y le sonrió, se había disculpado, le trajo regalos y estaba siendo amable, entonces es una buena persona pensó.

Lady Zarila hizo todo lo posible para mantener embobada a la princesa, pasearon por los jardines y cuando estaba oscureciendo empezó hablarle a la princesa sobre cuentos y leyendas del reino, sobre los lugares que debía conocer y le gustaría acompañar algún día; hasta que oscureció completamente.

Mientras todo esto sucedía, Tesko habia mantenido ocupado a su majestad, con cálculos de ingresos, egresos, impuestos y contribuciones; además pronto iba a haber una importante sesión con los ministros de estado y debian tener todo listo, para escuchar sus informes y referenciarlos con la información que ya habían trabajado; como el rey había pedido que no los molestaran, el mayordomo no había podido avisarle de la cena.

Ya era tarde, y el estómago de Majic le había saber que tenía hambre; quería decirle a Lady Zarila que ya sería bueno terminar de hablar e ir a comer.

- "Lady Zarila creo que ya se ha hecho muy tarde, deberíamos pedir a los guardias que la acompañen a su residencia", expresó Lady Marila, convencida de que algo raro pasaba.

Lady Zarila tenía la misión de quedarse en el palacio, el plan de Tesko debía llevarse a cabo, bajo cualquier circunstancia; así que simuló que empezó a sentirse mal.

- "¿Qué le pasa?, señorita, ¿qué le duele?", expresó con preocupación la joven princesa.

- "Creo que el viento del jardín me hizo daño, me siento mareada y me duele la cabeza", dijo Lady Zarila mientras se sentaba en el sillón y fingía desfallecer.

- "Traigan sales aromáticas para Lady Zarila", ordenó Lady Marila a las sirvientas.

Se armó un alboroto mientras traían algo para ayudar a Lady Zarila, calculando la hora, Tesko pensó que era momento de ejecutar la siguiente parte del plan.

- "Creo que nos hemos pasado de la hora, ya oscureció completamente", expresó Tesko.

- "Vaya es cierto, habrán llevado la cena a Majic", dijo el rey, y se propuso salir.

Tesko se mostró incómodo, era la actitud preocupada del rey hacia la princesa lo que lo llevó a adelantar el plan, no podía dejar que esa muchacha llegara a influenciar a su majestad.

Cuando el rey salió del despacho sintió el alboroto y fue al salón.

- "¿Qué está sucediendo?", preguntó preocupado el rey.

- "Al parecer el paseo afectó a Lady Zarila, pero ya la estamos atendiendo", dijo Lady Marila.

El rey se acercó, Lady Zarila hizo como si le tomara mucho esfuerzo ponerse de pie, y tomó un brazo de su majestad.

- "Lo siento su Majestad...", Zarila fingió desmayarse, y él rey la sujetaba.

Tesko ingresó al salón y al mirar la escena, aprovechó para lograr el cometido propuesto.

- "Debería llevarla a una de las habitaciones y llamar al doctor para que la atiendan, pobre se ve tan pálida, creo que se ha esforzado mucho", dijo Tesko.

- "Ayude a la señorita su Majestad, ella ha sido muy buena hoy", expresó la princesa, desconociendo las intenciones de sus enemigos.

Ante el pedido de la princesa Majic, el rey tomó en sus brazos a Lady Zarila y la llevó a una de las habitaciones de huéspedes; la acomodó en la cama y pidió llamar al médico.

- "Yo me quedaré con ella, hasta que llegue el médico, vaya a descansar un poco su Majestad, además la princesa aún no ha comido nada", expresó Lady Marila.

El comentario molestó profundamente a Tesko, pero tenía que disimular ante todos, el rey salió de la habitación con la princesa Majic y se dispusieron ir al comedor, habiendo el rey ordenado que les sirvieran la cena.

Está vez en la cena, la princesa Majic se sentó y trató de usar los cubiertos, Lady Marila le había comentado que un adecuado comportamiento era evitar lo menos posible para tomar los alimentos con las manos; al rey le parecía tierno los intentos de la princesa por cortar la carne.

Majic se sentía frustrada, ni modo tenía que tomarla con las manos, cuando de repente el rey empezó a cortar la carne en pedazos pequeños.

- "Aprenderás con el tiempo no te preocupes, ya te corté la carne, por ahora sola usa el tenedor de esta manera", expresó el rey, quien le indicó a la princesa que tratara de imitar lo que él hacía.

La princesa Majic estaba emocionada podía usar los cubiertos si seguía lo que hacía su majestad, el rey se alegró de que la jovencita aprendía con facilidad; los últimos días tenerla a su lado le daba paz, como si su presencia estuviera curando las heridas de su interior.