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Los Juegos De La Corona: Intrigas, Deseo Y Traición

Los Juegos De La Corona: Intrigas, Deseo Y Traición

Status: En proceso
Genre:Mujer poderosa / Matrimonio entre clanes / Secretos de la alta sociedad / Batalla por el trono / Edad media / El Ascenso de la Reina
Popularitas:2.7k
Nilai: 5
nombre de autor: noirstoryteller

En un reino donde el poder se negocia con alianzas matrimoniales, Lady Arabella Sinclair es forzada a casarse con el enigmático Duque de Blackthorn, un hombre envuelto en secretos y sombras. Mientras lucha por escapar de un destino impuesto, Arabella descubre que la verdadera traición se oculta en la corte, donde la reina Catherine mueve los hilos con astucia mortal. En un juego de deseo y conspiración, el amor y la lealtad se convertirán en armas. ¿Podrá Arabella forjar su propio destino o será consumida por los peligrosos juegos de la corona?

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Capítulo 21: Bajo el Velo de la Noche

Los siguientes días se desarrollaron en un torbellino de tensiones y sospechas. La reina había ordenado la captura de los nobles cuyos nombres aparecían en las cartas, y la corte se llenó de un aire opresivo y expectante. Aquellos que se sabían inocentes miraban a sus pares con recelo, mientras que los que tenían algo que ocultar buscaban maneras de borrar su participación en la traición. La sombra de Lady Catherine todavía se cernía sobre ellos, y aunque estaba encarcelada, su influencia no se había desvanecido del todo.

Arabella y Alexander se sumergieron en la investigación con Sir Henry. Descubrieron que las ramificaciones de la conspiración eran mucho más profundas de lo que habían anticipado. Los documentos recuperados revelaban no solo a los principales cabecillas, sino también a una red de espías y mensajeros que habían mantenido viva la traición durante meses. Sin embargo, uno de los nombres en la lista despertó en Arabella una inquietud que no podía ignorar: Lord Ashcombe.

Lord Ashcombe era un hombre de reputación intachable y un consejero cercano de la reina desde hacía décadas. Su sabiduría y lealtad habían sido fundamentales para estabilizar el reino durante tiempos difíciles. Para muchos en la corte, su nombre en la lista de sospechosos era impensable, pero los registros eran claros: aparecía en varias comunicaciones, y no como un simple observador, sino como un colaborador activo.

—No puede ser —murmuró Arabella mientras leía la evidencia por quinta vez—. Lord Ashcombe siempre ha sido un aliado fiel. Si está involucrado, significa que la traición va más allá de la ambición personal. Puede que haya motivos ocultos, algo que no alcanzamos a ver.

—Si está realmente involucrado, tenemos que descubrir por qué —respondió Alexander, mirándola con preocupación—. No podemos permitirnos errores ahora. Su influencia en la corte es vasta, y si descubrimos que ha estado jugando un doble juego, la confianza en la corona se desplomará.

Esa noche, Arabella decidió actuar. Necesitaba respuestas de Lord Ashcombe, pero sabía que confrontarlo directamente en un ambiente formal podría alertar a otros. En cambio, optó por un enfoque más discreto: lo interceptaría en su residencia, bajo el manto de la noche.

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Las sombras envolvían la residencia de Lord Ashcombe mientras Arabella avanzaba por los jardines traseros, donde la oscuridad ofrecía un manto de protección. Sentía cada latido de su corazón retumbar en sus oídos. Había conocido a Lord Ashcombe desde su niñez; él había sido un mentor y una figura paternal. La idea de que estuviera vinculado a la traición no solo era impactante, sino profundamente dolorosa.

Cuando llegó a una pequeña puerta lateral que sabía que daba acceso a la biblioteca privada del consejero, se detuvo para escuchar. La casa parecía tranquila, pero un ligero murmullo en el interior llamó su atención. Arabella se deslizó por la puerta, que no estaba cerrada con llave, y avanzó sigilosamente hasta la biblioteca. Allí, encontró a Lord Ashcombe sentado frente a la chimenea, absorto en un pergamino. No estaba solo.

—¿Qué propones, entonces? —dijo una voz familiar. Arabella contuvo el aliento; reconocía esa voz. Era Lord Pembroke, otro de los nobles capturados por su implicación en la traición.

—No tenemos opción —respondió Lord Ashcombe con voz grave—. La situación ha cambiado desde que Lady Catherine fue capturada. Si queremos asegurar el futuro del reino, debemos actuar antes de que la reina decida erróneamente. No permitiré que este gobierno termine en la ruina por el capricho de una mujer cegada por la lealtad a sus consejeros.

Arabella sintió que la rabia crecía en su interior. El hombre al que había respetado toda su vida estaba hablando de traicionar a la reina bajo el pretexto de salvar el reino. Fue entonces cuando, sin pensarlo, avanzó al centro de la sala.

—¡Lord Ashcombe! —exclamó, con la voz vibrando de furia contenida—. ¿Cómo podéis hablar así del reino que jurasteis proteger? ¿Qué traición es esta que intentáis justificar con palabras envenenadas?

Ambos hombres se volvieron hacia ella con sorpresa. La mirada de Lord Ashcombe se endureció, pero no había rastro de vergüenza en su rostro.

—Arabella —dijo con calma—. No deberías estar aquí. Pero ya que lo estás, permíteme explicarte.

—No hay explicación posible para justificar la traición —interrumpió ella—. Habéis conspirado con Lady Catherine. Habéis planeado la caída de la reina. ¿Qué justificación podría haber para eso?

Lord Ashcombe suspiró, como si la paciencia se le escapara lentamente. —La verdad rara vez es tan sencilla como la pintan, Arabella. Lady Catherine no estaba del todo equivocada en sus preocupaciones. El reino se encuentra en una situación crítica, y la reina no lo ve. Sus decisiones recientes han puesto en riesgo las alianzas que mantenemos con los países vecinos. Si no hacemos algo, nuestro reino podría ser aplastado en una guerra que no podemos ganar. Catherine, aunque peligrosa, tenía razón en una cosa: un cambio era necesario. Solo que sus métodos fueron demasiado extremos.

Arabella sintió un nudo en la garganta. —Entonces, ¿preferisteis unir fuerzas con una traidora antes que hablar con la reina?

—Hablé con la reina, muchas veces —respondió Lord Ashcombe con un tono agrio—. Pero ella no quiso escuchar. Estaba decidida a mantener el rumbo sin importar las consecuencias. Y en un momento de desesperación, creí que la única manera de salvar el reino era desde las sombras, influenciando el curso de los eventos.

—¡Influenciando el curso de los eventos con espadas y sangre! —replicó ella, dando un paso hacia adelante—. El reino no necesita más traidores disfrazados de salvadores. No os excuséis detrás de las circunstancias. Si creíais en vuestras palabras, debisteis haber defendido la verdad abiertamente.

Lord Pembroke, quien había permanecido en silencio, avanzó hacia Arabella, su expresión sombría. —Ya has oído suficiente. Si permitimos que abandones esta habitación, no tenemos garantía de que guardes silencio.

Arabella retrocedió, evaluando sus opciones. La salida estaba bloqueada por Lord Pembroke y la única otra vía era una ventana que daba al jardín. Sin dudarlo, corrió hacia ella y la abrió de golpe. La fría noche la envolvió mientras saltaba, aterrizando con un golpe en la hierba.

Corrió sin mirar atrás, con las voces de Lord Ashcombe y Lord Pembroke resonando como ecos amenazantes. Arabella sabía que, tras lo que había escuchado, su vida estaba en mayor peligro que nunca. Pero también tenía lo que necesitaba: una confesión de la boca del propio Lord Ashcombe. Ahora, debía llegar al castillo y advertir a la reina antes de que fuera demasiado tarde.

El peligro no había terminado. Solo se había transformado en una amenaza aún más oscura, y el destino del reino pendía de un hilo.

1
Danissa Camilo
me encanta los Personajes
Martha Espinosa
Excelente
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