Grace Pons trabajaba en una casa de citas hasta que escapó de esa vida llena de peligros y vergüenza, para acabar dando su consentimiento a un matrimonio de conveniencia. Sin embargo, no viviría mucho tiempo como una mujer respetable si no conseguía mantener su pasado y su corazón bajo siete llaves.
El amor era lo menos importamte en el matrimonio para un hombre que había empezado de cero, y tenía aspiraciones políticas. Bruno Valverde necesitaba una esposa adecuada para garantizar su elección y darle una madre a sus hijos.
Aún así, el deseo hacia su bella esposa comenzó a ser irresistible, hasta que los secretos de su pasado empezaron a descubrirse...
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Malos recuerdos.
La primera vez se precipitó al casarse y por eso había querido ir más despacio con Grace.
Alma estaba muy joven y no estaba preparada para la vida que él, inconscientemente, le había ofrecido. Ella, llena de sueños y esperanzas, lo había seguido al pensar que la aspiración de toda joven, tener un marido y una familia, estaba haciéndose realidad. Vio aquello que no podía llamarse ni pueblo y la decepción la dejó conmocionada. Él le había prometido que se quedarían en el hotel solo hasta que construyeran su casa y que luego las decorarían con todas las comodidades de un hogar. Fue lo que hicieron.
Echó una ojeada a la madera oscura y lustrosa, a la cama con cuatro columnas y al armario alto y tallado a mano. Toda la casa estaba llena de muebles preciosos, de alfombras mullidas y de cortinas. Alma lo agradeció, pero nunca se sintió en su hogar. Todos los bienes materiales del mundo no podían comprar la felicidad de una persona.
Estaba seguro de que lo amó, pero había reservado sus cariños para los niños. Había sido una madre abnegada y afectiva y prefería quedarse en casa para estar cerca de sus hijos. Él la animó para que hiciera amigas y participara en los grupos de mujeres, pero fue pocas veces y solo para complacerlo.
El recuerdo de su insatisfacción le serviría para sofocar los pensamientos lascivos sobre su nueva esposa. Puso el marco con la foto encima del escritorio y miró el rostro engañosamente sereno de Alma, que le recordó el descontento que deterioró todas las esperanzas que había tenido sobre su matrimonio.
Ese matrimonio nuevo no se parecía nada y lo conservaría así. Grace había elegido ir a Sonora, no la había separado de ningún sitio ni de ninguna persona que ella prefiriera. Aún así era difícil adaptarse a un sitio nuevo y más difícil todavía era adaptarse a un marido.
Efectivamente, Grace aceptaba sus besos, pero todavía tenían que avanzar para llegar a la verdadera intimidad entre marido y mujer. Ella seguía atrapada por el romanticismo del matrimonio y no quería desilusionarla cuando descubriera el aspecto físico. Solo tenía que acordarse de Alma para convencerse de que estaba siendo sensato al esperar. Al final el tiempo le daría la razón.
Te debo disculpas, le dijo Bruno a la mañana siguiente.
Había estado esperándola a que saliera de su habitación antes del desayuno y de que todo el mundo estuviera sentado a la mesa.
¿Por qué?, preguntó ella.
Nuestro matrimonio fue algo inesperado y no preparé una luna de miel, ni siquiera me he tomado algún tiempo libre en el trabajo. Te prometo que haremos un viaje en cuanto pueda organizarme.
Ella había leído en algunos periódicos que las parejas recién casadas a veces se tomaban unas vacaciones después de la boda.
Ya sé que no estabas preparado, no esperaba un viaje.
Entendería que estuvieses decepcionada, pero así podemos organizar algo entre los dos.
Bruno, ella le puso la mano en la manga, te aseguro que no esperaba un viaje de luna de miel. No lo necesito. Ya Viajé bastante para llegar aquí. No tengo prisa por marcharme.
Sin embargo, ¿no sería agradable organizar una una luna de miel juntos?
Sí, claro.
Iremos a donde quieras.
De acuerdo, ya lo hablaremos. Esperaba haber ayudado a Viviana a preparar el desayuno esta mañana. ¿Es tarde?
No, pero a lo mejor no te importa ayudar a Betty en cambio. La señora Carla no llegará hasta dentro de media hora. Los niños están levantados y vestidos, pero Betty ha tardado más en despertarse.
Claro, contestó ella aunque la idea la aterraba, iré a ver.
Bruno asintió con la cabeza y empezó a bajar las escaleras. Grace fue hasta el cuarto de los niños y llamó a la puerta entreabierta.
Betty, ¿estás despierta?
Entró vacilantemente. Las tres camas estaban vacías y deshechas. Se quedó desconcertada al no ver a nadie, pero entonces oyó un ruido detrás de un biombo. Se acercó, lo rodeó y se quedó parada. Betty, despeinada y con el camisón levantado, estaba sentada en una pequeña silla de madera con un orinal.
Ah... Grace retrocedió. No sabía dónde estabas, pero ya veo que estás despierta.
Betty se rascó la cabeza despreocupadamente, terminó, se levantó, volvió a la habitación y señaló hacia un armario de roble. Grace lo abrió y vio un montón de vestidos.
¿Quieres elegir el vestido que vas a ponerte hoy?
Betty tocó el borde de un vestido azul y Grace lo descolgó.
Es precioso, Grace abrió unos pequeños cajones que había en un costado del mueble y encontró la ropa interior. Vamos a ver si tienes agua caliente.
Betty se quedó al lado de lavabo como si estuviera esperando. Grace tocó el agua de la bañera. Comprobó que estaba caliente, ayudó a Betty a meterse para que se bañara. Grace la ayudó a bañarse. La niña parpadeó cuando Grace le echó agua en la cabeza, pero miró a Grace con seriedad.
Ya.
Grace colgó la toalla para que se secara, la ayudó a vestirse y se arrodilló para ponerle las calcetas y los zapatos. Después miró el cabello de Betty y suspiró.
¿Dónde está tu cepillo para peinar?
Betty señaló un cajón.
Muy bien.
Grace sacó todo lo que necesitaba y empezó a deshacerle los nudos del cabello para hacerle dos trenzas mientras hablaba sola. Cuando acabó, se apartó un poco para ver el resultado. Betty era una niña preciosa, con la piel como el marfil y unas mejillas sonrojadas. Sonrió tímidamente a Grace y se le formaron dos hoyuelos como los de Chris.
Ya hemos acabado, has hecho muy bien al elegir tu ropa.
Bajaron juntas las escaleras y Betty entró por delante al comedor.
Esta es mi niña preciosa, le digo Bruno a su hija.
Grace sintió rechazo por el comentario. Lo había hecho con buena intención y era verdad, Betty era una niña preciosa, pero Grace se sentía incómoda cuando se resaltaba la belleza. Según su experiencia, eso rebajaba a una persona, la convertía en un objeto de placer para otra persona.
Cuando terminaron de desayunar, Bruno deseó a Grace que pasara un buen día, dio un beso a Betty y a Paquito y se marchó para llevar a Chris al colegio y para ir al trabajo. Grace ayudó a Viviana con los platos.
EXPLÍCAME POR FAVOR AUTORA.
¿QUE PASÓ CON EL VIERNES Y EL SÁBADO, Y COMO LLEGARON A LA NOCHE DEL SÁBADO?