UN AMOR PARA TODA LA ETERNIDAD (Omegaverse)

Yeisan no tardó mucho en aprender el movimiento de la pastelería, se encargaba de recibir los pedidos en caja y ayudaba a servir las mesas cuando la pastelería se encontraba en apogeo.

A tan solo un día de empezar a trabajar, la pastelería comenzó a llenarse.

Si bien la pastelería era en un establecimiento popular, alcanzó su magnificiencia por el omega dominante que trabajaba en ella, aparte de disfrutar de los postres y pasteles, las personas venían a conocer y admirar el encanto de Yeisan.

"Hay una bonificación extra, gracias a ti hay mucho trabajo, ja ja ja", rio el encargado.

"Gracias", sonrió Yeisan.

Su primer pago fue depositado en su cuenta con una buena bonificación, Yeisan se sentía feliz consigo mismo y fue al supermercado a comprar la despensa.

Llenó la nevera y el pequeño almacén con varias cosas y guardó el resto del dinero para cubrir la renta del departamento y gastos extras.

Acostumbrarse a este estilo de vida realmente no fue muy difícil, salvo por las típicas dolencias corporales y el cansancio, todo iba bien.

Lo que más le gustaba era sentir el calor del sol todas las mañanas, y era más feliz ahora que le era posible hablar y relacionarse con otras personas, aunque al principio fue difícil, ahora nadie lo ignoraba o pasaba de largo.

Así como los días calmados había muchos, también había días de tristeza, días en los que se preguntaba si era correcto que disfrutara de estas cosas y de que se sintiera feliz.

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Aunque lo pensó un par de veces, Yeisan no se acercó a lugares a los que Emmett solía frecuentar, mucho menos cerca de la casa en la que había vivido varios años.

Era mejor para él mantenerse alejado a pesar de que esto lo lastimara, solo podía esperar a que el dolor pasara, además, era muy paciente para esperar.

Yeisan se mantuvo activo en el trabajo hasta que ya habían pasado tres meses.

En estos tres meses, Yeisan había acumulado una gran cantidad de obsequios dados por algunos clientes entre estudiantes y trabajadores de las empresas cercanas, fue tanta la aglomeración de admiradores y pretendientes que el encargado tuvo que prohibir la entrada a los clientes que solo venían a dejar obsequios.

Como antiguo príncipe, Yeisan estaba acostumbrado a recibir obsequios, así que los recibía con agradecimiento, pero al ver lo que se ocasionó, pensó que eso era algo que tenía que cambiar.

El trabajo se volvió ajetreado cuando llegó un contrato especial a la pastelería, serían los anfitriones para una exposición de pintura.

Conocedor y amante de este arte, Yeisan no perdería la oportunidad de asistir a uno de estos eventos.

Sería parte de los meseros que atenderían a los invitados durante el banquete.

"Si alguien te molesta, solo llámame, y ten cuidado con esos viejos buitres", dijo el encargado a Yeisan.

El lugar estaría lleno de alfas, así que el encargado puso total resguardo a sus empleados omega, cada uno tenía un comunicador especial y llevaba puesto un bloqueador de feromonas, así como también un dispositivo que servía para repeler a los alfas que intentaran sobrepasarse.

El encargado era un hombre muy amable, hablador, pero amable.

Los empleados de la pastelería fueron los primeros en llegar al lugar del evento junto con el encargado, armaron la mesa principal con diferentes postres y pasteles, todo se veía delicioso y hermoso.

Dejaron todo preparado en el salón de exposición y en el salón en donde se llevaría a cabo el banquete, Yeisan solo pudo mirar las pinturas por corto tiempo al estar muy ajetreado.

Sin embargo, se detuvo frente al salón en donde la pintura de un castillo llamó su atención.

Todo se detuvo un momento, era como viajar al pasado, Yeisan caminó con cuidado hacia el cuadro y lo miró con detenimiento.

Por un momento, se sintió como si estuviera caminando por el hermoso jardín de rosas amarillas del palacio, un sentimiento tan triste y nostálgico.

Reconocía ese cuadro sin nombre, reconocía esos trazos tan delicados, y conocía a la persona cuyas delicadas manos lo pintaron.

Su madre, la Reina Ara había sido la autora de tan bella obra.

Yeisan solía observarla cada vez que su madre trazaba el cuadro, era un cuadro tan grande que incluso el Rey tenía que cuidar de la Reina junto con los guardias para que no cayera al estar suspendida en el aire para poder pintar, eran días tan felices.

No sabía que su madre había terminado de pintar el cuadro, ya que por su propia culpa, su madre cayó en tristeza por la desolada vida de su hijo, y dejó de pintar.

Ahora el cuadro terminado de su madre estaba aquí, expuesto ante varias personas que solo intentarían comprarla por su antigüedad.

Secándose las lágrimas que empezaban a acumularse, Yeisan preguntó a uno de los encargados sobre el cuadro y se enteró de que entraría en subasta, lo que era peor.

Pensó que si ahorraba lo suficiente, tal vez podría conseguir el cuadro de su madre, o simplemente reclamarlo como hijo propio de la autora, pero era una idea absurda, ya que nadie le creería.

Así dio comienzo el evento, Yeisan se preparó junto a los demás meseros para servir en el banquete.

A veces, el destino es extraño, las personas suelen encontrarse aunque trates de evitarlo.

Vestido con un elegante traje, Emmett estaba presente entre los invitados, y a su lado, aquel omega de cabello color fuego, Lucien.

Al verlos, toda la fuerza en su cuerpo se perdió, miedo, vergüenza, celos, todo volvió de golpe, al final, Yeisan dejó caer las bandejas ocasionando un fuerte ruido.

Fue ese fuerte ruido el que lo despertó y las palabras de sus compañeros.

"¿Estás bien?"

"No te preocupes, te ayudaremos a recoger esto"

Yeisan se agachó rápidamente y empezó a recoger el desastre que había hecho.

"... Lo siento, lo siento", se disculpó varias veces.

Trató de alejar aquellos pensamientos, pero oyó esos pasos que conocía muy bien acercarse en su dirección, algo que hizo su corazón latir con fuerza, pero, pronto esos pasos se detuvieron.

Yeisan recogió todo de inmediato y fue al cuarto de servicio para calmarse.

"... Todo está bien, todo está bien", se repitió una y otra vez.

"No seas un tonto, no hagas nada", se dijo a sí mismo.

En su mente rondaba la imagen de Emmett y Lucien juntos riendo, su corazón no pudo evitar sentirse ansioso, así que se aferró a la razón y apretó sus puños con fuerza hasta que hizo sangrar sus palmas con sus uñas.