Milena es una hermosa joven, buena hija, que sueña con un futuro prometedor en Italia. Las cosas no fueron fáciles al inicio pero salió adelante de la mano de un encantador piloto que la supo enamorar. Luego de cinco años de feliz matrimonio y dos hijos, un día ella descubre que su amado esposo le ha sido infiel desde el noviazgo. Luego de los primeros caóticos días, después de enterarse de las infidelidades, ella planea con mucha frialdad la manera de salir fortalecida de su divorcio. Ella le enseñará a Gabriele su esposo, la importancia de la fidelidad en un matrimonio. Le hará pagar el engaño que sufrió y lo hará vivir en la tristeza, el arrepentimiento y la soledad. No le quedarán más ganas a Gabriele de volver a burlarse de una mujer. Cuando quiera volver a recuperar a su esposa, ya ella no estará ahí más para él. Ella ahora le pertenece a otro que sí la hizo única y especial. ¿Podrá Gabriele recuperar su mujer algún día? ¿Fue domado el infiel? ¿Lo amará aún Milena?
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CAPÍTULO DIECISIETE. EMBARAZADOS
Así, después de disfrutar de varios días en esta hermosa isla, decidimos partir hacia Salerno. Un amigo de Gabriele haría una gran fiesta por todo lo alto en ese bello lugar. Deberíamos ir disfrazados. A mi amado esposo se le ocurrió la idea de que podíamos ir de árabes.
Compramos algo para disfrazarnos y luego regresamos para descansar un poco. Era tan romántico nuestro ambiente dentro del motorhome. Se sentía tan cálido y acogedor, era como una atmósfera primaveral que invitaba a quedarse allí para siempre. Era nuestro pequeño hogar portátil, nuestro nido de amor.
Al día siguiente Gabriele preparó el desayuno 🥣 pues yo no me sentía bien. Me dolía la cabeza y tenía un poco de náuseas. Luego de hacer el amor y dejar todo limpio, nos dirigimos hacia Salerno.
Tuvimos que hacer varias paradas pues las ganas de vomitar cada vez eran peores. En algún momento me sentí mareada, entonces buscamos un hospital cercano para un chequeo.
Me dice al oído Gabriele, ¿no será que estás embarazada principessa? —No lo sé amor, no recuerdo la fecha de mi última regla, además nuestro método anticonceptivo ha funcionado bien hasta ahora.
Con ilusión y tomados de la mano esperamos el resultado de los exámenes. Y entonces llegó el sobre con la noticia más hermosa de nuestras vidas: ESTÁBAMOS EMBARAZADOS.
Mi hermoso Gabriele me tomó por la cintura y me dio tantas vueltas, que tuve que correr al baño de nuevo a vomitar. El médico nos felicitó y Gabriele no pudo contener las lágrimas. ¡Íbamos a ser padres! ¡Qué más le pudiéramos pedir a la vida!
Al regresar a nuestro motorhome Gabriele en forma muy seria me dijo: “Usted señora Milena debe reposar sin discusión por ocho meses. Se me va a cuidar mucho porque ahora usted querida mía tiene a nuestro hijo en su vientre”
Jajajajaja no estoy inválida…
No me diga nada señora. Usted simplemente obedezca. De inmediato levantó mis piernas, acomodó la almohada y me recostó en la cama. —Yo prepararé el almuerzo y luego en la noche nos vamos a la fiesta de mi amigo Giuseppe.
—¡Como usted ordene mi hermoso y sexy capitán Jajajajajajaja
Mientras él cocinaba y limpiaba yo dormí. Cuando me desperté, él dormía en una silla, apoyando su cabeza sobre una mesa. —Amor, ven a la cama ahí no estás bien. —No principessa ven, vamos a almorzar.
Luego de almorzar, dormimos abrazados todo el resto de la tarde. Gabriele acariciaba y besaba en todo momento mi vientre. Al despertar, nos disfrazamos y partimos para la fiesta.
Casi a las diez de la noche llegamos a la casa de Giuseppe. Había muchísima gente y la música sonaba muy fuerte. La mayoría, ya a esa hora, estaban muy borrachos.
Entramos disfrazados y tomados de las manos. Todos se alegraron mucho de ver a Gabriele, vinieron a besarlo y abrazarlo. Él me presentó y luego nos invitaron a pasar al comedor para cenar y a beber.
Cuando volvimos a la zona de baile, vimos que la gente estaba demasiado tomada y hacía algunas estupideces, por ejemplo estaban empujando o lanzando a la fuerza a algunos a la piscina que no tenía suficiente agua. Cualquiera se podría fácilmente romper un hueso en la caída.
Me dio miedo y tomé con mis dos manos fuertemente el brazo de Gabriele. El me preguntó ¿nos vamos? Pero me dio pena con Giuseppe y le dije que esperáramos un poco más. Buscamos donde sentarnos y yo me puse muy pegada de Gabriele.
En ese momento un grupo musical de hombres morenos y altos tocaba unos tambores y una mujer grande como de mi estatura, 1.70, pero muy gruesa y acuerpada cantaba.
Desde que ella vio a Gabriele ya no le quitó más la vista. Cuando finalizaba una canción bebía casi media botella de licor de un solo sorbo. Bailaba y movía con exageración su pecho.
Como ella no dejaba de mirar a Gabriele, decidí hacerle entender que él estaba conmigo y debería dejar la coquetería. Me senté en sus piernas y lo empecé a besar. Él de inmediato me respondió haciendo lo mismo.
Cuando la música se detuvo, ella vino hacia mi y me dijo: —“Aquí ya casi todos fueron lanzados a la piscina y están mojados menos tú, así que como todos vinimos a divertirnos, también a ti te voy a lanzar”.
Ella se agachó, me tomó por los tobillos, me hizo caer al suelo, menos mal que Gabriele me alcanzó a agarrar y no caí directo al pavimento. Ella me empezó a arrastrar con mucha fuerza hacia la piscina. Yo intenté por todos los medios de soltarme, pero ella era muy fuerte y no lo lograba.
Llorando de impotencia, le dije desesperada: “Suéltame maldita desgraciada, yo estoy embarazada”. Yo no acababa de decir eso cuando sentí que ella me lanzó una tremenda bofetada, pero casi al instante la veo volar por los aires y caer.
Todo lo que vino a continuación sucedió tan rápido que no lo podía asimilar. Gabriele le había dado un empujón tan fuerte a la mujer que la mandó a volar y ella cayó de bruces a la pkscina.
Los hombres del grupo musical se le vinieron encima a Gabriele a golpearlo.
Uno de ellos agarró una botella y la rompió en la cabeza de Gabriele, al instante le brotaba tanta sangre que yo creí morir. Empecé a gritar suplicando ayuda, para que alguien llamara la policía.
Me tranquilicé un poco cuando vi que como veinte de los amigos de Gabriele estaban moliendo a patadas a estos hombres y ellos suplicaban que los dejaran ir, que no los mandaran presos.
Cuando los estaban sacando de la casa, la mujer quiso venir a golpearme pero entre ellos mismos la agarraron con fuerza y se la llevaron.
Todos corrimos a auxiliar a Gabriele, él intentaba sin mucho éxito detener el sangrado. Entonces lo subimos a un carro y fuimos velozmente a un hospital.
La herida se llevó por lo menos diez puntos. Le rasparon su hermosa cabeza en esa zona y luego le pusieron un parche. Debía tomar antibióticos y no llevar sol.
Giuseppe pidió tanto perdón por lo sucedido. Dijo que jamás se imaginó el comportamiento de esa mujer y sus acompañantes. No era la primera vez que los había contratado, pero si la primera que habían hecho un desastre de ese tamaño. Nunca más los contrataría.
(Dentro de mi pensé, eso fue el efecto Gabriele, la tipa borracha se enloqueció y le coqueteó hasta el cansancio. Y esto se dio solo mirando los ojitos de mi hermoso, pues él llevaba el resto de su carita cubierta con el disfraz árabe)
Ahora en el motorhome, ¿quién cuidaba a quién? jajajajajajaja los dos estábamos convalecientes. Como siempre, mi hermoso siguió atendiéndome como su reina y madre de su retoño. Y luego tuvo que conducir por horas hasta regresar a Milán.
De vez en cuando lo abrazaba y lo besaba y le preguntaba si estaba bien. –Todo bien principessa. Quédate tranquila.
Gabriele amor ¿por qué lanzaste a esa mujer a la piscina, sabias que le pudiste haber roto un hueso y luego nos hubiéramos metido en un tremendo problema?
Milena, cielo mío, en el momento que ella te arrastró esperé algunos instantes para ver si ella desistía de su intento, pues tú le acababas de decir que estabas embarazada. Perdí la razón cuando te golpeó.
Mi primer impulso fue golpearla también, pero una reacción de último momento me llevó solo a empujarla con toda mi fuerza para separarla de ti. No pensé en las consecuencias mi amor. Afortunadamente después la vimos salir caminando con sus piernas y aún con ganas de seguir peleando, lo que demuestra que iba muy bien.
—Gracias por defenderme mi amor, tu reacción me demuestra que quizás me amas un poquito jajajajaja
Días después de este suceso, vinieron a casa mis suegros. Erróneamente creí que era para felicitarme por mi embarazo, pero estaba muy equivocada. La razón era hacerme ver lo cobarde que yo era.
“Cómo es que tú no te pudiste defender de una mujer de tu tamaño? Tuvo que intervenir Gabriele, golpear a una mujer y obvio, por supuesto que le iban a caer encima todo ese poco de negros para golpearlo.
De broma no matan a mi muchacho por tu culpa. Si yo hubiera estado allí, le parto la cara a esa mujer y no hubiera permitido que mi esposo interviniera. Pero claro, ¡qué se puede esperar de ti! Pobre mi hijo.