El engaño fue la causa del cambio drástico en mi. La venganza es lo que pienso ejecutar ante mis Ex.
*Ex novio
*Ex mejor amiga
Después de unos largos años.
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Frente a la pesadilla
Dormí apenas 4 horas y media, me asusté al ver mi reflejo en el espejo estaba ojerosa.
Después de la ducha me sentí mucho más fresca. Me enfundé en un vestido rojo de una sola manga que me llega hasta las rodillas y complemente mi outfits con un zapato de tacón de color negro.
Me recogí el cabello en un elegante moño alto y me maquillé, asegurándome de cubrir muy bien mis ojeras.
Me pase el labial rojo pasión y bajé a la cocina por un jugo y unas tostadas.
Al llegar a la extravagante compañía mi corazón se aceleró.
Tras la puerta sentí un gran frío como si estuviera en el Polo Norte, por un segundo dudé en tocar la puerta.
'María de los Ángeles Ferreira. ¿A caso le tienes miedo?'.
Susurré para mí, maldiciendo en voz baja.
Tomé una bocanada de aire y me animé a mí misma
'Vamos hermosa tu puedes lidiar con el diablo'
Y gire la perilla de la puerta.
Al entrar lo vi sentado en su escritorio fumando, al verme solo sonrió y se deshizo de la colilla del cigarro.
---Buenos días ---Saludé con seriedad. ---Aquí me tiene, para que vea que cumplo mi palabra.
--- Era de esperar. Nadie en su sano juicio se negaría a desobedecerme.
---Dime qué quiere.
---Quiero divertirme.
---Lamento decepcionarlo. No soy un payaso. Si quiere divertirse vaya a un parque de diversiones
El tipo sonrío de manera escalofriante.
---Si deseo que usted sea el payaso lo hará sin reprochar absolutamente nada. ¿Entendido?.
---¿Está loco?. ---Fruncí el cejo con desdén --- No se vaya por las ramas ve directo al grano. No estoy para juegos.
La situación pareció divertirle mucho.
---Bien señorita Ferreira, entonces iré de frente al grano. Desde el día de hoy usted trabaja para mí.
---Si, ya lo imaginé. Está bien. Entonces me retiro.
Sentí una leve brisa de alivio soplar en mi dirección. Estuve por girarme cuando su voz pétrea me detuvo.
---¿A dónde cree que va?.
---A la oficina de diseño.
El tipo se puso en pie y caminó unos pasos. Me miró de pies a cabeza para luego dedicarme una sonrisa ladeada.
---¿Y quién le dijo que iba a trabajar en esa área?.
Mi rostro cambió al instante. La pequeña chispa de esperanza se ahogó.
---¿Perdón?.
----A partir de hoy se encargará de servirme café y ordenar mi oficina.
Eso fue como una gran bofetada cayendo sin previo aviso.
Traté de mantener la compostura y sonreí con sarcasmo.
---No me quemé el cerebro 5 años en la mejor universidad para ser la sirvienta de alguien.
---No te pregunté.
---Y yo no presenté un currículum para el puesto de una trabajadora del hogar . ---Protesté a regañadientes. ---Olvídalo. ¡Jamás aceptaré!. Ahora sí me disculpa, tengo cosas que hacer.
Me mordí los labios de coraje y cuando estuve por girar la perilla de la puerta sentí que una fuerte presión en mi muñeca.
DYLAN.
La mujer giró con espanto al sentir mi mano.
Al tenerla a escasos centímetros pude vislumbrar su pequeño rostro colorado por la cólera.
No me había dado cuenta que la mujer salvaje poseía un belleza encantadora. Debo aceptar que es muy guapa. Guapa es poco.
Es preciosa.
Por lo general, las mujeres enojadas se ven feas, pero me sorprendió que ella sea todo lo contrario.
Sus ojos color chocolate estaban encendidos en ira. A pesar de botar rayos láser no dejan de ser grandes y muy hermosos, sus largas pestañas como alas de mariposas no dejan de agitarse.
Pero no es de mi tipo. Jamás me fijaría en una mujer como ella. Las arrogantes no sirven ni para pasar un buen rato bajo las sábanas.
---¡Suéltame imbécil! ---Rugió.
Entonces mi ojos bajaron instintivamente hasta sus rojos labios que están entreabiertos. Ese pedazo de carne se ve suave y grueso. Le adorna una pequeña abertura en la parte inferior del labio. Estilo corazón muy seductor.
---¡Que me suelte!. --- Grita y me da una bofetada.
Entonces mi mano se afloja y ella se suelta.
---¡T-u!.--- Solo se me escapa esa palabra a regañadientes siento arder en ese instante.
Pero ella ignora mi palabra y mi rostro de muerte y sale huyendo del lugar cerrando la puerta de un gran golpe tras mi rostro.
'¡Maldita mujer!'. Cómo se atreve a ponerme un dedo encima.
Tiemblo de rabia, jamás mujer alguna se había atrevido a tanto.