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El Diablo que Me Ama

El Diablo que Me Ama

Status: Terminada
Genre:Yaoi / Mafia / Doctor / Maltrato Emocional / Malentendidos / Reencuentro / Amante arrepentido / Completas
Popularitas:1.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Belly fla

Josh es un joven psicólogo que comienza su carrera en una prisión de máxima seguridad.
¿Su nuevo paciente? Murilo Lorenzo, el temido líder de la mafia italiana… y su primer amor de adolescencia.
Entre sesiones de terapia peligrosas, rosas dejadas misteriosamente en su habitación y un juego de obsesión y deseo, Josh descubre que Murilo nunca lo ha olvidado… y que esta vez no piensa dejarlo escapar.

NovelToon tiene autorización de Belly fla para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15

Josh se despertó decidido.

"No voy a ir al casino. No voy a ceder."

Se vistió mecánicamente, intentando ignorar el vacío en el pecho. La bata blanca parecía más pesada hoy, como si cargara el peso de todas las mentiras que se contó a sí mismo.

El instituto estaba extrañamente silencioso cuando llegó. Incluso la recepcionista, normalmente charlatana, solo asintió con la cabeza.

— *¿Pasa algo?* — preguntó Josh.

Ella abrió la boca para responder, pero un boom ahogó sus palabras.

El suelo tembló.

Josh se giró hacia el pasillo — llamas naranjas explotaban de la sala de terapia.

— ¡SALGAN! ¡INCENDIO!

El caos se instaló. Gente corriendo, gritos, vidrios destrozando. Josh ayudó a dos pacientes a salir, el humo ya arañando su garganta.

Hasta que vio.

En la pared del pasillo principal, escrita en algo que no era tinta, el mensaje:

"No viniste a buscarme... así que vine yo a ti. - M"

La sangre se heló en sus venas.

Él lo hizo.

Murilo quemó todo.

Su empleo. Sus colegas. Sus pacientes.

Solo porque Josh no fue al casino.

Casa de Josh - Noche

El apartamento olía a humo, incluso después de tres baños. Josh no conseguía parar de temblar.

Llamaron a la puerta.

Lucas entró incluso antes de ser invitado, los ojos desorbitados.

— ¡JODER, TÍO! ¡LO ESTOY VIENDO EN EL PERIÓDICO! ¡EL PSICOLÓGICO SE INCENDIÓ!

Josh no respondió. Solo cayó en el sofá, las manos sobre el rostro.

Lucas se sentó al lado, la broma preparada muriendo en sus labios al ver el estado del amigo.

— Fue... fue él, ¿verdad? ¿El tal Murilo?

Josh rió, un sonido sin humor.

— Dejó un mensaje. En medio del incendio.

— Tío... Lucas tragó saliva. Eso es nivel psicópata asesino serial. ¡Hay que llamar a la policía!**

— La policía ya está tras él. No sirve de nada.

Lucas agarró sus hombros.

— ¡Entonces tú desaparece! ¡Cámbiate de ciudad, de país, joder!

Josh miró para las manos del amigo.

Las mismas manos que Murilo podría quebrar solo por tocarme.

— Me encontró una vez. Encontrará de nuevo.

— Vale, ¿y qué? ¿Vas a quedarte sentado esperando que te mate?

Josh levantó los ojos, la verdad escapando antes que pudiera parar:

— Él no quiere matarme, Lucas. Él quiere que yo lo quiera a él.

El silencio que se siguió fue cortante. Lucas retrocedió, los ojos desmesurados.

— Joder, Josh... — la voz salió en un susurro chocado. ¿Estás enamorado de ese loco?**

Josh no respondió.

No necesitaba.

Lucas levantó, las manos en el cabello.

— Dios mío. Dios mío. Estás jodido.

Josh miró para la ventana. Afuera, la noche estaba oscura.

La noche estaba pesada cuando Josh llegó a El Casa del Diablo. El casino brillaba con luces neón rojas, como un faro en medio de la oscuridad. Él nunca había entrado en un lugar como aquel — el olor a cigarrillo caro, alcohol y dinero viejo llenaba el aire, junto con el sonido de máquinas tragamonedas y risas sofocadas.

Josh sintió cada músculo del cuerpo tenso. Él no debía estar allí.

Un guardia enorme, con brazos tatuados y ojos fríos, cruzó los brazos frente a él.

— ¿Problema?

Josh tragó saliva.

— ¿Sabes dónde está Murilo?

El guardia arqueó una ceja, examinando a Josh de arriba abajo.

— El señor jefe está ocupado.

— ¿Será que podría hablar con él? Diga que Josh está aquí.

El guardia vaciló, después asintió con la cabeza.

— Ok. Voy a ver y te aviso.

Josh quedó parado, los dedos tamborileando nerviosamente en la pierna mientras esperaba. Personas pasaban por él, riendo, bebiendo, completamente ajenas al torbellino dentro de él.

¿Qué estoy haciendo aquí?

El guardia volvió, el rostro aún impenetrable.

— Acompáñame.

Josh lo siguió, pasando por corredores lujosos, salas privadas con cortinas de terciopelo y mesas de póquer donde hombres serios apilaban fichas. El corazón latía tan fuerte que él temía que todos pudieran oír.

Finalmente, el guardia paró frente a una puerta de madera oscura, adornada con detalles en oro. Él la abrió e hizo un gesto para Josh entrar.

— Acompáñame, Josh.

Dentro, el cuarto era iluminado por luces bajas, una niebla de humo de cigarro pairando en el aire. Y allí, reclinado en una silla de cuero negro, con un cigarro entre los dedos y una sonrisa que hizo el estómago de Josh revolver, estaba Murilo Lorenzo.

— Mi amor… qué bueno que viniste.

El tono era dulce, casi afectuoso, pero los ojos de Murilo quemaban con una intensidad que hizo Josh parar en la entrada. Él estaba impecable, como siempre — terno negro, cabello perfectamente alineado, el tatuaje de rosa en el pulso expuesta mientras él tragaba el cigarro lentamente.

Josh no conseguía moverse.

Murilo levantó, aproximándose con pasos calculados, hasta quedar a pocos centímetros. El olor de él — madera, tabaco y algo intrínsecamente peligroso — envolvió a Josh como una invitación y una amenaza.

— Yo sabía que no resistirías.

El capítulo termina allí, con Josh preso entre el deseo y el miedo, Murilo delante de él como la materialización de todo que él intentó enterrar por 15 años.

Y ahora, no había más como huir.

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Anonymous
Que intriga, me gusta como se desarrolla la historia 🤭
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