Obsesiones que matan, enredos irreparables, lascivia, seducción, lujuria y sobre todo la pasión.
La vida la a golpeado de muchas maneras, principalmente con un matrimonio irremediablemente roto, ella, siendo una arquitecta de renombre y una diseñadora famosa, se adentra en el mundo de los negocios.
Creyendo que su vida no mejoraría más, su exesposo quien se desposo nuevamente con su amante, vuelve y pone su mundo de cabeza.
Y cuando todo no podía ser peor, un Coronel, un exnovio de años atrás quien se encuentra comprometido, se reencuentra con dicha mujer que le provoca de nuevo una obsesión que dañara a los que están a su alrededor.
Por eso, nadie sabía que los engaños fueran tan placenteros como lo que despertó en la fría Celine Blackwood y el indomable Coronel Alexander Morgan.
Después de todo, ¿Los amantes lograran tener su final feliz? ¿Podrán los Villanos de esta novela sobrevivir a las adversidades?
Trilogía "Hijos del Engaño"
Enemy to lovers.
Tomo 1
+21
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Capítulo XIII
...Advertencia Este capítulo contiene escenas violentas, contenido sexual explicito y un vocabulario vulgar, además de contar con alto contenido de poder y dominio que pudieran afectar a un público sensible, si por algún motivo es sensible ante lo mencionado con anterioridad puede abandonar su lectura, en caso de no ser así, corre bajo su propia responsabilidad. Gracias....
¿Qué había ocurrido?
¿Cómo había terminado en esa posición?
No podía comprenderlo, todo había fluido con tranquilidad, por qué tenía que acercarse eh impregnar su cuerpo con esa loción tan varonil que no la abandonaba aún si se daba el baño más largo de su vida.
Mientras se secaba el cabello se observo en el espejo, sabía la magnitud de la belleza descomunal de un Morgan, el vivió con aquel semental, durmió con el, conocía a su familia, y además, comprendía la influencia de dichoso hombre que tenía sobre todas las mujeres.
La estaban matando los recuerdos que comenzaron cuando sintió su aroma, el olor a menta de su boca, la piel de su mano sobre su cuello, aquella pierna que fue tan impropia.
—Idiota
Salió del baño y se cambió con rapidez tratando de ignorar sus pensamientos absurdos del hombre que deseaba que mantuviera una apropiada distancia lejos de ella.
Y no era la única que lo deseaba, Alexander Morgan al igual que ella, no podía dejar de pensar en ese acercamiento ese arrebato que le estaba costando una horrible jaqueca y un inmenso dolor que no podía aliviar no con la mujer que era su prometida.
Colocándose el uniforme de su respectivo puesto como coronel, mientras se colocaba la camisa miró a la mujer que descansaba en la cama envuelta entre las sabanas, al verla, no podía deducir que es lo que le motivo a pedirle matrimonio a alguien que no le gusta a en lo más mínimo. Además, desde el principio no sabía que es lo que había hecho para involucrarse con la familia dicha mujer rubia.
—Ya te vas
La voz chillona y melosa de la rubia sonó en la habitación evidenciando que ya había despertado de su profundo sueño.
—Debo trabajar
Megan Green se enderezó de entre las sabanas mostrando su anatomía desnuda con la intensión de provocarle alguna motivación que lo incitara a quedarse un poco más, pues no estaba más feliz que esa noche que llevo realmente motivado. Pero él sabía, que no era por ella quien llego motivado a tener una noche calurosa con la rubia, si no había sido por su corto arrebato con aquella mujer que lo excitó, odiaba aceptarlo, ella, esa castaña, aún tenía poder sobre su cuerpo.
—Quédate, puedes trabajar después
Dijo con un puchero poniéndose de rodillas en la cama, tomándolo por él brazo una vez terminó de colocarse él saco.
—No puedo, tengo trabajo pendiente en la sede, si no voy no podré enfocarme en el trabajo que tu padre me dará
Arrebato su brazo sujeto por ella y tomó las llaves de la mesa de noche y salió de la habitación sin decir nada más, Megan sin rendirse se puso de pie así desnuda y camino hasta la cocina donde el se preparaba un café negro sin leche y azúcar, el alzó la mirada y la miro.
¿Qué provocaba aún Morgan?
No era sencillo provocar ese temple de acero que portan los Morgan, nada podía sacarlos de sus casillas excepto una discusión, unas buenas tetas y nada como un buen coño que altere sus feromonas, eso, eso mismo había provocado la castaña de ojos verdes.
Por eso llego así a casa, por eso tomo a la rubia como solo un Morgan sabe hacerlo, pero eso no lo satisfacía, al momento de dejarla sobre la cama hecha un desastre, tomo una ducha fría, tratando de calmar el palpitante dolor que provocó el aliento de esa mujer. Ahora, viendo a la rubia con esos enormes ojos azules, no le provocaba nada. Alexander Morgan era un hombre difícil de complacer y muy pocos sabían que lo complacía.
Una vez terminó de hacer su café lo llevó a sus labios y miró con fijación a la rubia quien se mostró ante él y lo miraba caprichosa.
—Que haces
—Tratando de que te quedes
Bebió su café caliente y al terminarlo se acercó a la mujer que retrocedió hasta chocar con la pared de la cocina.
—Podrá estar la mismísima reina de Inglaterra delante de mí, y no impediría que vaya al trabajo, no te ilusiones
Le menciono mordaz y directo para después salir del departamento. Frustrada azotó su pie contra el suelo y soltó un pequeño quejido por la frustración que su novio le causaba. Al estar en su McLaren de lujo, piso el acelerador, saliendo con rapidez del estacionamiento del auto y condujo hasta las afueras de la ciudad donde una barda se extendía por todo el lugar.
Aún no lograba comprender por qué la habían citado en la sede de la OMFE.
Al llegar a la oficina los presentes se colocaron de pie al mismo tiempo en que su padre la miraba con una confusión, saludando a los presentes se acercó a su padre y lo saludo como de costumbre antes de que se diera comienzo a la junta.