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EL DESTINO ES LA MUERTE.

EL DESTINO ES LA MUERTE.

Status: Terminada
Genre:Completas / Escena del crimen / Leyenda sangrienta / Casos sin resolver
Popularitas:2.7k
Nilai: 5
nombre de autor: José Luis González Ochoa

Monserrat Hernández es una respetada abogada defensora⚖️. Una tarde como cualquiera otra recibe una carta amenazante📃, las palabras la aterraron; opción 1: observar como muere las personas a su alrededor☠️, opción 2: suicidate.☠️

¿Que tipo de persona quiere dañar a Monserrat con esta clara amenaza mortal?✉️.

Descubre el misterio en este emocionante thriller de suspense😨😈

NovelToon tiene autorización de José Luis González Ochoa para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

(CAPITULO 5) SIETE DIAS DE TERROR/ DIA 1

Monserrat se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago. Su mente se quedó en blanco, incapaz de procesar las palabras de Lilith. Su corazón latía con fuerza, como si estuviera tratando de escapar de su pecho. Su respiración se volvió agitada, y su piel se cubrió de un sudor frío.

La habitación parecía haberse vuelto más pequeña, como si las paredes se estuvieran cerrando sobre ella. La luz del sol que se filtraba a través de las cortinas parecía haber perdido su brillo, y la sombra de Lilith parecía haberse extendido sobre todo el espacio.

Monserrat se sentó en su silla, su cuerpo temblando de miedo. Sus manos se aferraron a los brazos de la silla, como si fueran su única esperanza de mantenerse a flote. Su mirada se clavó en Lilith, tratando de encontrar alguna pista, alguna explicación para las palabras que había pronunciado.

Lilith, por su parte, parecía completamente tranquila. Su rostro era una máscara de calma y serenidad, sus ojos verdes brillando con una intensidad que hacía que Monserrat se sintiera incómoda. Su sonrisa era una obra de arte, una curva suave y seductora que parecía decir: "Sé todos tus secretos".

"¿Qué... qué quieres decir?" tartamudeó Monserrat, intentando encontrar su voz. Su garganta estaba seca, y sus palabras salieron en un susurro.

Lilith se rió, una risa baja y seductora que hizo que Monserrat se estremeciera. Su cuerpo se inclinó hacia adelante, sus ojos verdes brillando con intensidad.

"Exactamente lo que dije", respondió Lilith, su voz suave y peligrosa. "El señor Alessandro no va a llegar. Y tú, Monserrat, estás en peligro."

La habitación parecía haberse vuelto aún más silenciosa, como si el tiempo mismo se hubiera detenido. Montserrat se sentía atrapada en una pesadilla, incapaz de despertar.

Monserrat se sintió como si hubiera sido sumergida en un abismo de miedo y desesperación. La necesidad de escapar, de buscar ayuda, se apoderó de ella. Su mirada se dirigió hacia el teléfono que se encontraba en su escritorio, su mano temblando mientras se estiraba para cogerlo. Un instante, solo un instante, y podría llamar a seguridad, o incluso a la policía.

Pero Lilith parecía haber leído su mente. Su mirada se clavó en la de Monserrat, y levantó la mano con una velocidad sorprendente. Su dedo índice se extendió, como si estuviera diciendo "stop", y su voz se convirtió en un susurro peligroso.

"No lo hagas, Monserrat", dijo Lilith, su sonrisa desapareciendo. "No hagas lo que estás pensando."

Monserrat se detuvo, su mano suspendida en el aire. Su corazón latía con fuerza, y su respiración se volvió agitada. La habitación parecía haberse vuelto aún más pequeña, como si las paredes se estuvieran cerrando sobre ella.

Lilith se inclinó hacia adelante, su rostro a solo unos centímetros del de Monserrat. Su voz se convirtió en un susurro amenazante.

"Si no salgo de este edificio como una persona libre, como la persona libre que llegó a entrar, alguien cercano a ti pagará el castigo", dijo Lilith, su mirada brillando con una intensidad siniestra.

Monserrat se sintió como si hubiera sido golpeada en el estómago. Su mente se llenó de imágenes de Rafael, de su hija, de sus seres queridos. La idea de que podrían ser lastimados por su culpa era insoportable.

Su mirada se clavó en la de Lilith, tratando de encontrar alguna pista, alguna debilidad. Pero solo encontró una determinación fría y calculadora.

"¿Qué quieres de mí?" preguntó Monserrat, su voz apenas audible.

Lilith se rió, una risa baja y seductora que hizo que Monserrat se estremeciera. Su cuerpo se inclinó hacia atrás, y su sonrisa volvió a aparecer.

"Quiero que hagas exactamente lo que te digo", respondió Lilith, su voz suave y peligrosa. "Quiero que sigas mi juego, Monserrat. Y si lo haces, puede que salgas de esto con vida."

La habitación parecía haberse vuelto aún más oscura, como si la sombra de Lilith se hubiera extendido sobre todo el espacio. Monserrat se sintió atrapada en una pesadilla, incapaz de despertar.

Lilith sonrió, su mirada brillando con intensidad. "Mi nombre no es Lilith, por supuesto", dijo. "Es un sobrenombre, un nombre que me han dado debido a mi... naturaleza."

Monserrat se sintió intrigada. "¿Quién eres realmente?" preguntó.

Lilith se rió, una risa baja y seductora. "Soy Jezebel", dijo. "La reina de la astucia y la manipulación."

Monserrat se sintió sorprendida. Jezebel, la reina de Israel en la Biblia, conocida por su maldad y su capacidad para manipular a los demás.

"Y estoy aquí para ayudarte", continuó Jezebel. "Te guiaré a través del infierno para que descubras la verdad sobre el autor de la carta."

Monserrat se sintió confundida. "¿Por qué me ayudarías?" preguntó.

Jezebel sonrió. "Porque me divierte", dijo. "Y porque creo que juntas podemos lograr algo interesante."

Monserrat se sintió incómoda, pero sabía que necesitaba la ayuda de Jezebel.

"Está bien", dijo. "Acepto tu oferta."

Jezebel se rió, una risa que hizo que Monserrat se estremeciera.

"Excelente", dijo. "Entonces, comencemos nuestro viaje al infierno."

La habitación comenzó a oscurecerse, y Monserrat se sintió una sensación de vértigo, como si estuviera cayendo en un abismo.

Monserrat siguió sentó en su silla, intentando calmar su nerviosismo mientras Jezebel se acercaba a ella. La luz del sol que se filtraba a través de las cortinas parecía haber perdido su brillo, y la sombra de Jezebel se extendió sobre todo el espacio.

"¿Ya has avanzado un poco en estas primeras horas de tu primer día?", preguntó Jezebel, su voz suave y persuasiva, pero con un toque de curiosidad.

Monserrat se sintió confundida, su mente llena de dudas y temores. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Qué quería Jezebel de ella? Su corazón latía con fuerza, y su respiración se volvió agitada.

"¿Tienes alguna idea, algún sospechoso?", continuó Jezebel, su mirada brillando con interés.

Monserrat miró la carpeta que había hecho con los casos de los sospechosos. Había varios nombres, varias caras, pero ¿quiénes eran realmente? Su mente se llenó de imágenes de los casos que había resuelto, de las personas que había dejado en libertad.

Pensó en el caso de Ryan Jenkins, un hombre que había sido acusado de asesinato, pero había sido liberado debido a falta de evidencia. ¿Y si él había sido el responsable de la muerte de alguien cercano al autor de la carta?

También pensó en el caso de Ethan Walker, un hombre que había sido acusado de secuestro, pero había sido liberado después de que se descubriera que la víctima había mentido. ¿Y si él había sido el que había provocado la muerte de alguien querido para el autor de la carta?

Y luego estaba el caso de Lucas Brooks, un hombre que había sido acusado de agresión, pero había sido liberado debido a un tecnicismo legal. ¿Y si él había sido el responsable de la tragedia que había sufrido el autor de la carta?

"Estoy pensando en algunos casos que resolví", dijo Monserrat, intentando mantener la calma. "En las personas que dejé en libertad. ¿Y si alguno de ellos es el responsable de la muerte de alguien cercano al autor de la carta?"

Jezebel se inclinó hacia adelante, su mirada brillando con interés. Su rostro estaba iluminado por una luz siniestra, y su sonrisa parecía una obra de arte.

"Exacto", dijo Jezebel. "El autor de la carta quiere venganza porque uno de estos sospechosos que dejaste en libertad provocó la muerte de alguien cercano a él."

Monserrat se sintió un escalofrío en la espalda. "Pero ¿quiénes son?", preguntó. "¿Cuál de ellos es el responsable?"

Jezebel se rió. "Eso es lo que debes descubrir", dijo. "Y yo estaré aquí para ayudarte."

La habitación se quedó en silencio por un momento, mientras Monserrat pensaba en su próximo movimiento. La sombra de Jezebel parecía haberse extendido sobre todo el espacio, y Monserrat se sintió atrapada en una pesadilla.

La habitación parecía haberse vuelto aún más oscura y opresiva, como si la sombra de Lilith se hubiera extendido sobre todo el espacio. Monserrat se sintió un escalofrío en la espalda mientras escuchaba las palabras de Lilith.

"Debes investigar a fondo cuál de los sospechosos que tienes en mente ha vuelto a cometer otro crimen", dijo Lilith, su sonrisa siniestra iluminando la habitación.

Monserrat se sintió una sensación de pánico, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.

"Y cuando descubras quién es", continuó Lilith, "debes averiguar a quién asesinó y después, quién es el familiar que quiere vengarse de ti."

Monserrat se sintió un nudo en la garganta, su respiración agitada.

"No te molestes en buscar grabaciones de este edificio para tratar de averiguar quién soy", dijo Lilith, su voz baja y seductora. "No existo en este mundo. No encontrarás nada."

Monserrat se sintió confundida, su mente llena de preguntas.

"Y si involucras a la policía en esto", continuó Lilith, "ya sabes cuáles son las consecuencias. Alguien cercano a ti pagará el precio."

Monserrat se sintió un escalofrío en la espalda, su corazón latiendo con fuerza. ¿Qué opciones tenía? ¿Qué iba a hacer?

"Solo tienes una tarea, Monserrat", dijo Lilith, su voz como un eco en la mente de Monserrat. "Descubre quién es el autor de la carta en estos 7 días. El día uno ya ha comenzado."

La habitación se quedó en silencio por un momento, mientras Monserrat pensaba en su próximo movimiento. La sombra de Lilith parecía haberse extendido sobre todo el espacio, y Monserrat se sintió atrapada en una pesadilla.

"Voy a estar en contacto contigo", dijo Lilith, su voz baja y seductora. "A tu teléfono. Por cada vez que no respondas, alguien cercano a ti sufrirá la destrucción."

Monserrat se sintió un nudo en la garganta, su respiración agitada. ¿Qué tipo de destrucción?

"No exactamente a la muerte", continuó Lilith, como si leyera sus pensamientos. "Pero algo peor. Algo que te hará sufrir."

Monserrat se sintió un escalofrío en la espalda, su corazón latiendo con fuerza.

"Y en algún momento, te volveré a visitar", dijo Lilith, su sonrisa siniestra iluminando la habitación. "No precisamente en el mismo lugar. En cualquier lugar. En el lugar que menos esperes."

Monserrat se sintió una sensación de pánico, su mente llena de preguntas. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a escapar de esta pesadilla?

Lilith se levantó de su silla y se dirigió hacia la puerta. Monserrat la vio desaparecer en la oscuridad, como si se hubiera esfumado en el aire.

La habitación se quedó en silencio, y Monserrat se sintió sola y asustada. Su corazón latía con fuerza, y su respiración era agitada. Se sentía atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar.

Monserrat miró su teléfono, temiendo recibir un mensaje de Lilith. Su mente estaba llena de preguntas y temores. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a proteger a sus seres queridos?

La oscuridad parecía haberse extendido sobre todo el espacio, y Monserrat se sintió perdida y sola. No sabía qué hacer, ni a dónde ir.

Monserrat se quedó sentada en su silla, intentando procesar todo lo que había sucedido. La visita de Lilith había sido como un golpe en el estómago, dejándola sin aliento y sin saber qué hacer.

Pero algo en su interior la impulsó a actuar. Su primer pensamiento fue: "¿Qué pasó realmente con el señor Alessandro?" La pregunta se repetía en su mente como un eco.

Decidió que su primer paso tenía que ser descubrir la verdad sobre el señor Alessandro. ¿A qué se refería Lilith cuando le dijo que él le mandaba saludos desde el infierno? La idea de que algo terrible le había sucedido a ese hombre la llenaba de ansiedad.

Se levantó de su silla y se dirigió hacia la oficina de su asistente, Emily, una mujer joven y eficiente con una sonrisa cálida y ojos brillantes.

"Emily, necesito hablar contigo", le dijo Monserrat.

Emily levantó la vista de su computadora y la miró con interés, su cabello rubio perfectamente peinado. "¿Qué pasa, señora Monserrat?" Su voz era suave y amable.

Monserrat tomó una respiración profunda antes de hablar. "Tengo que ausentarme por una semana debido a problemas muy personales. El bufete puede continuar sin mí, no es necesario mi presencia."

Emily asintió, su expresión preocupada. "Entendido, señora. ¿Hay algo que pueda hacer por usted?"

Monserrat pensó por un momento antes de responder. "Sí, necesito la dirección de la empresa en donde trabajaba el señor Alessandro. ¿La tienes en los registros?"

Emily asintió y comenzó a buscar en la computadora, sus dedos moviéndose con rapidez sobre el teclado. "Sí, aquí está. La empresa está ubicada en el centro de la ciudad."

Monserrat tomó nota de la dirección y se despidió de Emily. En sus pensamientos, ese era su primer paso: ir a averiguar qué realmente pasó con el señor Alessandro.

Mientras salía del bufete, Monserrat se sentía una mezcla de ansiedad y determinación. Estaba decidida a descubrir la verdad, no importaba lo que fuera.

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Luis Ochoa
Hola Alicia, muchas gracias por tu comentario. Ten por segura que se tiene contemplada la secuela.
Alicia Escobar
un libro interesante con detalles únicos y originales, espero que tenga una continuación 😃👍
Elsa Orivas
mucho miedo pero que val8e te
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