— Melisa espera. — La llamé pero me ignoró. — Melisa por favor. — Tomé su brazo. — Tú sabías que ésto podía pasar. — Ella me observo y negó con la cabeza. Luego jalo su brazo.
— ¿Qué sabía? ¿Qué sólo me veías cómo la opción de repuesto? ¿eso debo saber?
— Eres mi amiga, mi socia.
— Yo quería más. Y tú, me has cambiado por una colegiala. — Dijo con rabia.
— No te cambie, entré tu y yo nunca ha habido nada.
— ¡Por qué tú no has querido! — Gritó con desesperación. — Pero siempre has sabido de mis sentimientos por ti. — Sus ojos se pusieron llorosos. — Te has comprometido con una niña de 21 años, la pregunta es por qué. ¿La amas? ¿o es que te casas con ella para que te dé su virginidad?
— No sé de qué hablas.
— Te escuché hablando con Ramiro. Dijiste que es la primera vez que conoces a alguien virgen con esa edad y belleza.
— No es lo que piensas. ¿Creés que me casaría con ella por una razón tan tonta?
— No lo creó. Si esa fuera la razón te habrías casado conmigo hace mucho tiempo
NovelToon tiene autorización de Regina Cruz C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
El tiempo me dará la razón.
Melisa.
Está propuesta me tomo por sorpresa. Acepté por qué no quiero perder la oportunidad de salir con alguien que me ama. También por qué conozco a Roberto desde hace años. Se que es un caballero y me va tratar cómo merezco. Además podré conservar su amistad en caso de que ésto no funcione. Es el mejor novio que pude conseguir. Sólo espero que no cambie con el tiempo. Por qué he salido con cada patán, al principio se portan cómo príncipes, pero pasan las semanas y dan su verdadera cara. Eso es lo que odió de los hombres, no se muestran como son desde el principio, a los únicos que puedo decir conozco bien, es a Diego y Roberto. Ojalá no me decepcione.
— Señorita. ¿Le sucede algo? — Rodrigo me saco de mis pensamientos.
— Nada. — Respondí.
— ¿Está segura de lo que hizo?
— No me cuestiones.
— No es mi intención ser entrometido. Pero pienso que el señor Roberto no es la mejor opción para usted.
— ¿Cómo puedes decir eso? Tú no lo conoces.
— El tiempo me dará la razón.
— Hablas cómo un anciano.
— Los ancianos son sabios.
— No todos. — ¿Por qué sigo discutiendo con Rodrigo? Es mi guardaespaldas. No debo darle importancia a sus comentarios.
— La mayoría de los que conozco...
— Ya basta. Te he prohibido que cuestiones lo que hago. Ya tuvimos está conversación, eres mi empleado, no mi amigo.
— Si señorita. Lo siento. — Siempre se mete en mis asuntos. ¿Debería despedirlo? — Me observe en el espejo y note un auto rojo detrás de nosotros. La duda sobre despedirlo se aclaró. Definitivamente no puedo hacerlo.
— Por favor maneja un poco más rápido.
— Cómo usted siga. — Me puse un poco paranoica. Unas calles antes de llegar a mi casa ese auto ya no estaba. Pude respirar tranquilamente al no verlo. Pero me sigo preguntando, ¿quién carajos me está siguiendo? No le debo nada a nadie.
— Rodrigo por favor no duermas mucho hoy.
— ¿Señorita está bien?
— Si. Pero me sentiría más tranquila si haces lo que te pido.
— Está bien. No sé preocupe. Yo siempre voy a estar aquí para cuidarla.
— Okay. — Subí a mi habitación y me quite el maquillaje. Luego envié un mensaje al doctor que cuida de mi madre, le pregunté por ella. Dió las mismas noticia de siempre. Si tan sólo ella estuviera aquí. No tendría tanto miedo. Quizás debería visitarla. Hace meses que no voy, a veces no le encuentro caso a visitarla, pero verla me hace sentir más tranquila. Más segura.
Al día siguiente ... Diego.
Otro día teniendo que soportar las insolencias de Benavides, hubiera preferido que Melisa le vendiera a un extraño, pero no, tenía que venderle a este señor.
— ¿Qué pasó ahora? — Preguntó Roberto al verme de mal humor.
— ¿Tú qué piensas?
— Benavides.
— Se le ocurrió la fantástica idea de contratar a Melisa.
— ¿Por qué estás molesto?
— Ella es capaz de aceptar.
— Estás atrasado en noticias. Ella no acepto.
— ¿Cómo lo sabes?
— Hablé con ella anoche. Le pregunté sobre eso y dijo que rechazó la oferta.
— ¿Me estás diciendo la verdad?
— No tengo razones para mentirte. Puedes estar tranquilo. Melisa no quiere trabajar con Benavides, y tampoco con nosotros.
— ¿Qué ha pasado desde anoche?
— No entiendo.
— Entiendes perfecto. ¿Con quién estás saliendo?
— Por ahora prefiero no revelar el nombre.
— ¿Por qué? ¿Conozco a tu víctima?
— No es una víctima. Es la chica que amo.
— ¿Te volviste a enamorar?
— No. Estoy saliendo con la chica que siempre me ha gustado.
— Pensé que habías superado a esa mujer.
— Intente y pensé que lo había logrado. Pero la volví a ver, los sentimientos resurgieron.
— Me alegra mucho. Espero que tú relación funcione.
— Yo espero lo mismo. Por qué si es así le pediré matrimonio.
— En serio estás enamorado.
— Mucho. — ¿Quién será esa mujer? Tengo curiosa por sabes que clase de persona es.
... Melisa.
Hoy decidí salir de compras. Elegí algunos vestidos y luego fui a la joyería, había un prendedor que me encantó, pedí a una empleada que me lo mostrará y decidí que sería mío.
Mientras esperaba la verificación de la compra apareció mi peor pesadilla, ¿No podía venir en otra ocasión? ¿Tenía que ser justo hoy y justo aquí?
— Bienvenida señorita. ¿Desea que le muestre algún diseño en especial? — Pregunto una vendedora.
— Estoy buscando algo para mi prometido. Pronto será su cumpleaños. — Faltan como dos meses. Eres una desubicada. Melisa cálmate quieres. A ti no tiene por qué importarte lo que ella haga.
— Señorita aquí tiene. ¿Paga con tarjeta o en efectivo?
— Tarjeta. — Respondí, pague y después salí. Emily no es merecedora de mi presencia. Le di las bolsas al irresponsable que siempre está pidiendo permiso para no venir. Estoy considerando la posibilidad de despedirlo. Pero no sé.