Solo Deseo Amor

Cuando por fin salió de su trabajo pudo ver al hombre esperando apoyado en un auto. Sus hermosas pestañas revolotearon y toda ella se estremeció. "Es tan guapo" se dijo con un sonoro suspiro. No podía creer que ese hermoso hombre esperara por ella. Lentamente se acercó, con las mejillas sonrojadas por la intensa mirada que le brindaba, cuando estuvo frente a él, se puso de puntitas para tratar de alcanzar los labios del contrario, depositando sobre ellos un pequeño y mimoso besito que sorprendió gratamente a quién la miraba lleno de amor y dulzura. A vito no se le hizo suficiente con este besito, él quería más, lo quería todo. Con mucho cuidado, pero de forma posesiva tomó su cintura y la pegó a él devorándola por completo en un solo beso. Cuando por fin la soltó, ella, que aún permanecía con sus ojos cerrados, pudo por fin recuperar el aliento. Fue tan intenso que sintió que se desmayaba, sus piernas se aflojaron y Vito tuvo que sostenerla cuidando de que no caiga, aprovechando el momento para dejar besitos por toda su carita, ella los recibía feliz, moviendo un poquito la naricita por las cosquillitas que le hacían esos pequeños rosecitos de los labios fuertes contra su delicada piel. Aferrada a él como un pequeño coala se dejaba querer por ese hombre dominante que no le daba escapatoria. "Estoy en el cielo y no me he enterado" se dijo a si misma.

Cuando él lo consideró prudente la soltó, debía llevar a su tierna hada a comer o la muñequita que crecía en su interior se debilitaría. Estaba embarazada y debía alimentarse bien.

Mi preciosa vamos a comer, estoy seguro de que tenés mucha hambre dijo con la comisura de los labios elevadas hacia arriba. "Ella es tan tierna", se dijo, mientras la mencionada hacía un puchero dispuesta a negar la verdad, pero su traicionero cuerpo la dejó en evidencia con el estruendoso ruido que hicieron sus tripas por el hambre que sentía. Vito no pudo evitar soltar una carcajada, lo que acentuó más el puchero de Luna que ya tenía sus brazos cruzados. Con otro pequeño besito en el puchero logró contentarla mientras la ayudaba a subir al auto en el asiento del copiloto.

Samira, que observaba la escena desde la ventana, sonreía emocionada. Esa niña hermosa necesitaba ser feliz. Ella siente que ha estado guardada en un caparazón y que recién ahora deja salir su esencia dulce y cálida. No ve hoy a la misma chica que contrató hace un poco más de dos meses. Esta llegó con la mirada apagada, llena de tristezas y miedos. Se notaba la batalla interna que estaba llevando, a pesar de verse bien. Hoy siente que es feliz, que sigue batallando, y quién no, pero es feliz. Con ese pensamiento volvió a sus labores dentro de su negocio.

Vamos a ir a comer a un restaurante italiano ¿Qué te parece? la mira con curiosidad, esperando su respuesta.

_ Mmmmm, me encanta la comida italiana.

Bien, cuando terminemos de comer quiero que vayamos al centro comercial, me gustaría que empecemos a comprar cosas para Esmeralda ¿Te parece? no quería ser impositivo con ella, aunque él ya había tomado la decisión, solo quería que ella pensara que tenía opciones.

Vito, no es necesario, las chicas están confeccionando su ropa y yo estoy ahorrando para el resto de las cosas No iba a ser una mujer abusiva y parecer interesada, recién estaban empezando una relación que ni nombre tenía. Eso también la preocupaba además no tienes ninguna obligación con nosotras, después de todo no somos nada esas palabras le dolieron, pero era verdad, no eran nada. Un furioso hombre la miró molesto. Se estacionó a una orilla, él no podía permitir eso.

Luna, no quiero volver a escucharte decir que no somos nada. ¿Me entendiste? dijo con los dientes apretados casi a punto de romperlos. Ese comentario lo había enfurecido sobremanera.

Pero...pero es que nosotros balbuceando intento hablar, pero fue interrumpida en el acto.

_ ¿Entonces dejas que todos los hombres te abracen y te besen? ¿Eso es lo que me quieres decir? ¿No soy nada para vos? - la ira se había disparado, no le gritaba, pero si se notaba tenso y molesto con la situación. Luna estaba al borde de las lágrimas y lo miraba agraviada. Él la estaba juzgando sin razón y ni siquiera le había pedido que fueran novios.

Yo... es que... nunca me has dicho bien tus intenciones dijo de forma tranquila, hasta que recordó que la acusó de coqueta y andar con otros hombres y eso la enfureció Yo no me beso con nadie, y es mejor que me vaya a casa   tratando de bajarse del auto.

No...no espera, perdón, por favor. Luna yo quiero todo con vos, una vida completa sabes que soy tuyo. Quiero empezar siendo novios. Que dices ¿Aceptas ser mi novia? le dice sacando una cajita de su bolsillo. Con los ojos llenos de lágrimas ella toma la cajita y al abrirla ve que dentro hay dos hermosos añillos de parejas. Ella lo miró obnubilada, acababa de comprender que lo que sentía por él era amor. Amaba a ese hombre que había llegado a su vida como un torbellino haciéndola sentir un sin fin de emociones nuevas te lo iba a pedir mientras comíamos, tenía todo preparado pero... no pudo terminar de hablar.

Si... si claro que acepto ser tu novia Vito Lombardi. Yo también soy tuya   se había lanzado a sus brazos dejándose estrechar en un abrazo de oso, mientras sus ojos derramaban lágrimas sin parar, solo que esta vez eran de felicidad. Se besaron una vez más, pero este beso estaba lleno de pasión y lujuria. Se deseaban, y lo demostraban de esa manera.

Las manos traviesas de Vito querían perderse dentro de su vestido. Respiró hondo y se obligó a detenerse, no era el momento ni el lugar, por más que la deseara con locura, sabía que debía esperar. Después de todo recién la convertía en su novia, no era necesario apurar las cosas. Había esperado tantos años, un poco más no es nada. El problema real se presenta en su entrepierna, ahora tiene que lograr controlar sus impulsos y aliviar las molestias y el dolor.

Ya más tranquilos y con todo arreglado se dirigieron al restaurante a comer. Al llegar al lugar se robaron todas las miradas, tanto femeninas como masculinas. Vito, marcando territorio, poso su mano sobre la cintura de la chica guiándola. Observaba de forma amenazante a todos los que se atrevían a posar sus ojos sobre la mujer que ahora era su novia. Un joven los acompañó hasta su mesa, lanzando miradas furtivas a la hermosa chica, hasta que dio vuelta la cara y el miedo inundó su ser al encontrarse con los fríos ojos de un hombre que lo miraba de forma intimidante, como un dios vengativo que lo va a fulminar en cualquier momento, haciendo que huya despavorido temiendo por su vida. Ante esta actitud Vito sonrió con burla, escaneando el lugar para terminar de reafirmar su dominio sobre su hada, quien se encontraba ajena a todo lo que había ocurrido a su alrededor.

Luna había abierto muy grandes sus ojos, y su mandíbula se encontraba por el piso de la sorpresa que se había llevado. Nunca pensó poder pisar tan siquiera ese lugar. Era el más caro y exclusivo, conseguir una reservación ahí demoraba meses, y ella una simple mesera había entrado a comer. Lo que ella ignoraba es que quien la acompañaba no era cualquier hombre rico, era uno de los personajes más influyentes a nivel mundial y tenía mesas exclusivas en todos los restaurantes de esa ciudad, y de la mayoría de ellas. Vito Lombardi era temido y respetado por todos los que se preciaban de ser empresarios exitosos. Sus influencias llegaban a los estratos más altos de los distintos gobiernos.

Una camarera se acercó para atenderlos. En cuanto vio al apuesto hombre sentado se desprendió unos botones de la camisa y subió un poco su falda. Si tenía suerte podría conseguir un nuevo amante que, no solo era rico sino también, muy apuesto.

Muy buenas tardes Señor, mi nombre es Samanta y seré quien le sirva hoy ¿Qué desea ordenar? dice con voz melosa, al mismo tiempo que hace una leve reverencia sobre Vito dejando ver sus senos que estaban casi descubiertos. Luna la miró sorprendida, y un tanto molesta. No podía creer el descaro de esta mujer.

Buenas tardes, primero que nada quítese de encima mío, para ordenar no necesito que se tire sobre mi, segundo en esta mesa no solo estoy yo, sino también mi novia a quien le ha faltado el respeto por no saludarla la mujer estaba roja de la rabia que le había dado ser tratada de esa manera.

Buenas tardes señorita dijo casi en un hilo de voz y apretando los dientes por la odio que sentía hacia Luna, ella era mucho más hermosa y se merecía estar con un hombre así. Pero se las cobraría pensó.

Buenas solo dijo Luna, no le agradaba esa camarera ni la forma en la que la trataba quiero lasagna por favor, y agua

Yo quiero spaghetti con salsa bolognesa, y de tomar también agua dijo mirando fríamente a la mujer, pero esta notó que al voltear a ver nuevamente a su acompañante su mirada cambió a una llena de amor. No entendía como podía pasar de un estado al otro de forma tan abrupta.

Desde otra mesa una viciosa e intrigante mujer los mirada llena de odio. Ella no podía permitir semejante descaro. Debía hacer algo, y debía comenzar en ese mismo instante. Elegante se levantó de la mesa y se dirigió hacia ellos, con paso firme, haciendo sonar sus tacos de 20 centímetros y meneando las caderas como un pez al nadar.

Buenas tardes hijo, no sabía que estabas en la ciudad la mirada despectiva que le brindó la mujer no pasó desapercibida para una tímida Luna, que en ese momento se sentía sumamente intimidada.

Buenas madre, llegué anoche, no tuve tiempo de hablar contigo contestó de forma perezosa, él no tenía ganas de dar explicaciones a esa mujer.

Bueno ya que estamos acá vamos a comer juntos, yo estoy esperando a Sandra, TU PROMETIDA al pronunciar estas palabras los ojos de Luna se llenaron de lágrimas, otra vez le estaban haciendo lo mismo, otro hombre estaba jugando con ella mientras ya tenía a otra que sí cumplía con sus estándares.

Ja, mi prometida está sentada aquí, junto a mi y se llama Luna sabiendo lo que seguramente ella estaba pensando la había tomado de la mano antes de que saliera corriendo. Miró con odio a su madre, mientras continuaba hablando ya hemos hablado de esto Melisa, yo no pienso comprometerme, ni mucho menos casarme con ella ni ninguna otra. En mi corazón solo está esta bella mujer al terminar de decir estas palabras volteó a ver nuevamente a su novia que sollozaba bajito para que nadie se diera cuenta. Ella era muy frágil, y sus hormonas no ayudaban. Por lo que el apuesto hombre se acercó más a ella, levanto su barbilla con dulzura para que lo mirara y le dio un pequeño besito en su nariz y luego otro en los labios, limpiando sus mojados ojitos con sus pulgares.

Por favor te pido que te marches indignada la mujer se levantó de la silla no sin antes dar una mirada de odio a las dos personas frente a ella.

Sabes muy bien que una mujer de su clase jamás va a poder formar parte de nuestra familia, ni de nuestro círculo. Solo te servirá para calentar tu cama, pero nunca serán para casarte. Hablamos cuando te canses de ella y decidas asumir tus compromisos con Sandra no pensaba irse sin sembrar la duda, era claro que la muchacha estaba insegura, y ella jamás permitiría que una zorra entrara a su familia.

El silencio que se produjo luego de estas palabras era tenso. Lo que dijo Melisa caló en lo más profundo del corazón de Luna. Ella sabía que no era suficiente para estar con él, no tenía dinero, ni clase, ni un apellido. Lo único que tenía era un pasado tormentoso y para completar esperaba un hijo de un hombre que la humilló diciendo de ella lo mismo que esa mujer acababa de decir.

Luna, mi Luna, por favor mírame él sabía que tenía que hablar ahora, debía despejar todos los fantasmas de su cabeza, no podía permitir que ella dudara Yo te amo, no a tu dinero, ni la clase social ni ninguna de esas cosas que para mi no significan nada. Te amo a ti, un amor profundo y sincero que jamás sentí ni pensé sentir. Creo que es momento de que te cuente mi historia, para que comprendas que mi amor es real. No dudes de mi, por favor, no dudes de lo que siento por ti, no permitas que las palabras de una persona sin corazón destruyan lo que estamos construyendo. Luna, mi hermosa hada ¿Me das una oportunidad para demostrarte mi amor? con estas palabras él volvió a besarla, intentando disipar la tormenta que se había formado en su mente.

Ella levanto otra vez la cabeza y asintió sin decir nada, pero con una sonrisa en los labios. La camarera se acercaba nuevamente trayendo su orden, lo que los motivó a guardar silencio y comenzar a comer. Ellas tenían hambre, necesitaban alimentarse. La mirada de él estaba cargada de amor, "es un pequeño gatito hambriento" pensó mientras observaba como ella devoraba toda su lasagna casi sin respirar.

La mujer seguía mirando desde la otra mesa, Camila tenía razón, debía tomar medidas más drásticas y profundas. No iba a permitir que esa mujer se acercara a lo que era de ella. Con una mueca maquiavélica se levantó para retirarse del lugar. Ella nunca pierde, ya tiene un plan.