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¿Mujer, Indefensa? |Duología Venganza #1

¿Mujer, Indefensa? |Duología Venganza #1

Status: En proceso
Genre:Matrimonio contratado / Pérdida de memoria / Equilibrio De Poder / Autosuperación / Matrimonio arreglado / Venganza de la Esposa
Popularitas:3.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Maria Solis

Una mujer despierta luego de estar en coma algunos días.

Sin recuerdos...

Sin saber quien es...

Edad y nombre no es algo que figura en sus recuerdos, ya que parece, los ha perdido todos.

Sin embargo, un hombre aparece delante de ella para recordarle que se llama Alma Rizzo, y que ambos, están casados desde hace cuatro años.
Él le promete ayudarla a recordar todo su pasado para poder encaminar su vida de nuevo.
Algo que a Alma, le parece irreal.
Sobre todo porque cuanto más aprende de si misma, más le aterra descubrir que tal vez no es la mujer que esperaba ser.
Ahora, componer su vida será su misión...
Cosa que no será sencilla cuando se tiene limitado los recuerdos y no sabes si convives con amigos o enemigos.

NovelToon tiene autorización de Maria Solis para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 11

—Tal vez se deba a la altura... Ven. —la tomó en brazos —Regresemos.

—Pero quiero ver el mirador.

—Poco a poco, luego del almuerzo regresamos y avanzamos un poco más hasta que te acostumbres a la altura. ¿De acuerdo?

Con un leve puchero, ella asintió.

Ambos regresaron a la cabaña e inexplicablemente, Alma se sentía mejor.

—¿Cómo te sientes? —le pregunto mientras la dejaba sobre el sofá

—Bien, solo con un poco de dolor de cabeza.

—Veré en el botiquín si hay algo para el dolor. —irguiendose se alejo de ella

Alma se masajeo las sienes.

«—¿Por qué no me sorprende? Igual de basuras los dos. Pero les juro que ambos pagarán por todo.»

—Aquí tienes... —su esposo regreso con un vaso de agua y una pastilla en mano —¿Cómo te sientes?

—Bien... Mejor. Muchas gracias querido.

—Es mejor que descanses un poco, iré al mercado por las cosas para el almuerzo y...

—Quiero ir contigo.

—Después de lo que te acaba de pasar yo creo que es mejor que descanses un poco y cuando regrese me ayudas a cocinar. ¿Te parece?

—Mmhm, bien.

—No tardó en regresar —Valentín le dejo un beso en la frente

Cuando el auto se alejo de la cabaña y se perdió en el sendero, Alma se levantó de golpe y se dirigió a lo que parecía ser su oficina. Al entrar en efecto lo era, miró la tablet que había encima del escritorio y la tomó, encendió y cuando está no requirió contraseña corrió a su habitación donde Valentín había dejado su bolso para sacar el libro que tenía pausado, sacó la hoja con las coordenadas que antes la llamada le había proporcionado.

Las coloco en el navegador y espero los resultados. Para su alivio y sorpresa las coordenadas eran de una casa que estaba a media hora de donde ella vivía.

Anotó la dirección de las calles y el número de casa antes de borrar su historial de búsqueda y guardar todo en su lugar.

Mañana, cuando su esposo se fuese a trabajar, iría en busca de alguna pista que le indique el porqué había encriptado su testamento y el contenido del mismo.

.

.

.

Valentín regreso veinte minutos después y para entonces Alma había revisado la casa de pies a cabeza buscando algo extraño o cámaras pero todo estaba en orden. Así que tenía la seguridad de estar protegida en esa casa.

—Aquí tengo todo lo necesario para la pasta. ¿Lista para cocinar y no morir en el intento?

—Por si las dudas dime que tenemos extintor en la casa.

Valentín río.

—No, pero en todo caso siempre podemos salir por la ventana.

—Me parece perfecto, dígame caballero, ¿qué tengo que hacer?

Ambos, prepararon el almuerzo entre risas y platicas de cosas sin sentido. Alma sentía que cada minuto que pasaba con su esposo, lo conocía tal vez mejor que la primera vez. Por su parte, Valentín estaba aliviado de saber que tenía una segunda oportunidad con su esposa. Al menos, hasta que sus recuerdos regresasen.

...[...]...

La tarde había llegado y luego de almorzar, ambos disfrutaron de una película mientras comían algo de postre.

—Lo vi en una repostería y no dude en traerlos. —el oji verde le tendio una galleta en forma de margarita

—¿Cómo se llama?

—Canestrelli. Tus favoritas...

Alma observó la galleta los segundos suficientes para sentir que en efecto, esas no eran sus favoritas.

«—¿Qué es... —miro el postre color marrón

—Se llama Panna Cotta, ¿nunca lo has probado?

—N-no...

—Te prometo que si lo pruebas, se volverá de tus postres favoritos.»

—Amor. —Alma se estremeció cuando sintió la mano de Valentín sobre su hombro —¿Estás bien? Estas pálida.

—Si, si... Sólo... Quiero tomar aire fresco. Tal vez luego coma mi postre. —murmuró, levantándose del sofá —Saldré al jardín. ¿Vienes?

El peli café sacudió la cabeza —Se hace tarde, iré preparando el baño y te llamaré para que te duches, ¿de acuerdo? Luego regresaremos a casa.

—De acuerdo, me parece bien. Ahora regreso... —sin esperar respuesta, salió al jardín

Cuando el aire fresco de la tarde le golpeó la cara, lo recibió con una sonrisa antes de lanzar un suspiro de placer.

Amaba los lugares como estos, alejada de los medios para estar al aire libre sin sentirse observada por todo el mundo. ¿Era algo que desde siempre amo? ¿O recién se daba cuenta de ese nuevo gusto adquirido?

Bajo las escaleras y mirando por encima de su hombro para ver si veía a Valentín, decidió entrar al bosque.

Caminaria por el sendero y trataría de no alejarse mucho.

No vestía adecuadamente, sin embargo, se dispuso a trotar. Al menos debía hacer algo de ejercicio.

Estar todo el día en casa sin hacer más que comer, leer, comer, leer, no podía ser del todo bueno.

Se detuvo para tomar aire y poder recobrar fuerzas antes de regresar. Inclinandose sobre si, coloco las manos sobre sus rodillas mientras asesaba.

Miró sus sandalias, sin duda, le saldrían ampollas.

El aire fresco le caló los huesos, miró el sendero que la conducia al mirador y se petrifico al ver a un niño en medio del camino.

—¿Qué... —era el mismo niño que había visto en la fiesta hace semanas —Dónde...

El pequeño corrió lejos de ella por el sendero.

—¡Espera! —Alma lo siguió con prisa —¡Espera! —jadeo por el reciente esfuerzo de correr

El niño atravesó unos arbustos y la oji negra no dudo en seguirlo aunque eso implicará salirse del camino.

—Espera. ¡por favor! —rogó

Con tantos árboles y arbustos, lo había perdido de vista.

—¿Siquiera estás vivo? —aseso mientras buscaba llenar sus pulmones de aire fresco

Camino sin rumbo, ¿donde estaba el sendero? ¿A su izquierda? ¿Derecha?

—Carajo... —siseo

Al menos pasaron dos minutos en los que intento ubicarse pero no dio resultado, estaba perdida.

—¡Hola! —grito —¿Valentín? ¡Valentín!

Pero no hubo respuesta. Tenía que caminar porque la noche estaba por llegar y no podía quedarse en el bosque.

Alma siguió caminando en línea recta, derecho como creía que podría salir.

Sus pies dolían y cuando se daba por vencida, se encontró con el gran árbol que había visto en la mañana. Se dirigió a él y comprobó que realmente se trataba de aquel árbol ya que en la mañana había notado en el unos cortes, como si hubiesen sido hechos a drede.

Paso la mano sobre los cortes hasta que su cuerpo se estremeció al escuchar una risa.

Con el corazón a mil, ella siguió aquel mágico ruido.

Su vista se nubló, su cabeza dolía pero siguió adelante.

Cuando llego a lo que ella creía era el origen de aquella risa, contuvo el aliento.

Estaba en el borde de la colina, hacia abajo, solo había una caída llena de arbustos y piedras de al menos 10 metros hasta el suelo. ¿Tan alto estaba aquel lugar?

Su vista de nubló, pero podía verlo, ahí estaba, en lo más profundo de la colina, el niño.

—Tú...

Él le sonrió y el corazón de la oji negra se contrajo de dolor y un anhelo inexplicable.

«—¿Mamá..?»

Alma retrocedio medio paso.

«—Mamá... —su sollozo era agonizante»

Cerrando los ojos, trato de mitigar el dolor de cabeza

«—¡Mamá! —el grito estremeció de pies a cabeza a la mujer»

—¡No! —Alma corrió hacia el acantilado —¡No te vayas! —tenía que seguir la voz y cuando estuvo en el borde, se dejó caer.

.

.

.

El dolor explotó en su brazo derecho antes de sentir un fuerte apretón que la hizo retroceder con fuerza.

Lo siguiente que sintió fue su cara estrellarse contra el cuerpo de alguien más.

Los sentidos regresaron a ella y alzando la mirada, se encontró con los intensos ojos azules de Alan Conte.

—¿Cómo...

—¿¡En qué diablos estabas pensando!? —la riño —¿Es acaso uno de sus pasatiempos saltar hacia los acantilados?

Alma miro el fondo y no había nadie —Ahí estaba... —murmuró

El rubio la miró con preocupación.

—¿Quién?

1
Maria Cristina Roldan Rodam
ahí hay algo raro no habrán intentado matarla
Yasmira Español
Malo
Yasmira Español
Normal
Elizabeth Sánchez Herrera
más ➕ capítulos
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