En un mundo lleno de secretos familiares, traiciones y sueños rotos, Maite está a punto de enfrentar la decisión más importante de su vida. En el día de su boda, descubre que todo lo que creía saber sobre su familia era una mentira. La verdad sobre su relación con Alex, su futuro y la verdadera razón de su compromiso empiezan a salir a la luz. Maite Descubre que, aunque el amor pueda parecer eterno, las mentiras pueden destruirlo todo, Pero ¿Será el amor lo suficientemente fuerte como para sanar viejas heridas? ¿Será capaz Maite de desafiar las expectativas y construir su propio destino, o cederá ante las presiones de aquellos que la rodean? Acompaña a Maite en su viaje hacia la verdad y la libertad, en una historia llena de giros inesperados, decisiones difíciles y la búsqueda de su propio futuro.
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Regreso a corea.
—Te vamos a extrañar mucho, Maite. Espero que puedas ser feliz y resolver eso que no te ha dejado tranquila —dice Juan.
—Eres una guerrera, y sé que la vida tiene algo para ti, algo mucho mejor de lo que alguna vez tuviste —comenta Anna.
Me acerco a ellos y los abrazo. En ellos encontré una familia, y me duele mucho dejarlos.
—Prometo mantenerme en contacto con ustedes. Saben que siempre serán bienvenidos donde yo esté, incluso en Corea.
Nos damos un último abrazo de despedida. Me separo de ellos y camino con Loren hacia el área de abordaje.
—Sé que no es fácil enfrentar lo que viene en tu vida, pero eres muy fuerte, y estaré a tu lado... —Toma mi mano mientras me mira—. Juntas contra todo.
La sigo hacia el avión.
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12 horas después
Observo el aeropuerto, las personas y el lugar. Está igual a como lo recordaba cuando me fui. Una extraña sensación recorre mi cuerpo.
—Maite, esperemos a Sebastián. Estará acá en unos minutos.
Asiento mientras sigo mirando a mi alrededor. De repente, una noticia en la televisión llama mi atención, aunque no sé exactamente por qué.
Canal Xar:
Se confirma: el multimillonario Cristopher Orwell, nieto del famoso empresario Javier Orwell y primogénito de la familia Orwell, regresa al país luego de cuatro años de manejar los negocios familiares en el extranjero...
—¡Maite! Vamos, Sebastián ya llegó —mi atención pasa del televisor a Loren. Asiento y camino detrás de ella.
Llegamos al carro, y Sebastián se baja para saludarnos.
—Maite, cuñada, ¡mucho tiempo sin verte! —dice Sebastián con una sonrisa mientras se acerca.
—Sí, cuñado, mucho tiempo —respondo, abrazándolo.
Sebastián se ha convertido en un amigo. Desde que comenzaron su relación, Loren y él han venido varias veces a visitarnos en Londres, y con el tiempo se volvió alguien cercano.
Él toma las maletas y las sube al maletero mientras nosotras subimos al auto.
—Maite, te vamos a llevar al apartamento. lo escogimos nosotros, espero que te guste —dice Loren.
—Estoy segura de que me gustará.
Les sonrío mientras miro por la ventana. Mis pensamientos viajan a los momentos antes de salir de Seúl, a todo lo que pasó en la boda, a la relación con mi familia... y a aquel hombre del que no sé nada.
De este último no recuerdo su rostro, pero no he podido olvidar esa sensación de estar con él.
Durante todo el camino, mi mente se pierde en recuerdos del pasado y en la extraña sensación que me produce volver a Corea.
Llegamos al edificio. Subimos al quinto piso, y cuando entramos, Loren abre la puerta. Sebastián va detrás de ella, y yo los sigo.
—¡Wow! Está hermoso —digo al observar la terraza, que tiene una vista excepcional de la ciudad. Camino hacia las habitaciones, y tampoco decepcionan. Regreso con ellos—. Este lugar es hermoso, pero no puedo pagarlo. Sé que debe costar mucho dinero.
Ellos me observan y luego intercambian una sonrisa cómplice.
—No es necesario que lo pagues por completo —dice Loren—. Este apartamento pertenece a Sebastián. Él decidió alquilarlo porque, como nos vamos a casar, ya no lo necesita. Así que pensamos que tú podrías quedarte aquí. Sabemos que no aceptarías vivir gratis, así que puedes pagar el precio que te mencionamos antes.
Miro a mi amiga y a su prometido, sin saber qué decir.
—Gracias a los dos. No saben cuánto aprecio este gesto.
—No agradezcas. Haría cualquier cosa por la hermana de mi futura esposa —dice Sebastián con una sonrisa.
Les devuelvo la sonrisa y camino hacia el balcón. Observo la ciudad mientras suspiro largamente