Santino al fin encontró a quién amar, pero todos ya habían decidido lo que él debía sentir por aquella mujer, al final él era el hombre del corazón de hielo, en el que solamente había amor para la familia.
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Quince
Denisse tenía su teléfono en la mano y una gran sonrisa en el rostro, había recibido una llamada de la empresa Williams, la habían escogido para el cargo de secretaria, era una muy buena noticia contando que con los meses que llevaba sin trabajar el dinero se iba agotando y había que pagar los costes de la universidad de su hermano, aunque tristemente la muerte de su madre les había permitido hacerlo hasta el momento pues ya no tenían que pagar las caras facturas médicas de la mujer.
Todavía la chica estaba sorprendida de que la hubieran escogido aún estando embarazada, pero la persona para quién trabajaría, que ella pensó era un hombre y resultó ser una mujer, le dijo que ella misma se había encargado de verificar sus referencias y hablar con el señor Roberts, el cuál le aseguró que aún con su juventud, ella había sido la mejor secretaria que él había tenido.
Una semana después ya Denisse estaba trabajando en su nuevo puesto, con una nueva jefa y un personal amable que la ayudaba y la respetaba.
El tiempo pasó y con él vino el nacimiento del bebé de Denisse, fue un bello varón, rubio como pelusa de maíz y con los ojos azules más limpios que ella hubiera visto, y lamentablemente la chica no pudo saber a quién se parecía su hijo, puesto que el padre y el abuelo eran castaños, y de ojos azules no tenían nada, pero pensó que daba igual, ella llevaba toda su vida de pelirroja con ojos verdes y no tenía la más mínima idea de a quién se parecía, seguramente debía de ser a su fugado padre.
- Es un bebé muy hermoso- le dijo su jefa al verlo- ¿Qué nombre le pusiste?
- David- le contestó mirando con amor a su pequeño hijo- Cuando yo era pequeña mi madre y yo jugábamos a como me habría llamado si hubiera sido varón o si hubiera nacido en este país o en otro y siempre decía que me habría puesto David- la chica dejó un momento de hablar y suspiró- Y ahora yo tuve la oportunidad de cumplir el sueño de mi madre.
- Ella estaría feliz, nunca la conocí, pero sé que eso la hubiera llenado de alegría.
- Gracias Alice, por todo, por tu apoyo y por confiar en mi.- le dijo a la que en unos meses además de su jefa se había convertido en una persona muy importante en su vida.
- No seas tonta, si no fueras tan eficiente ya te habría echado a la calle- bromeó con ella y las dos sonrieron- Ya, sin juegos, tú te lo mereces, eres muy buena y una gran amiga.
Después del parto Denisse disfrutó un corto tiempo de la maternidad, ella quería estar pegada al bebé todo el tiempo y sabe que Alice se lo habría permitido, pero también sabía que tenía que seguir trabajando, además ya estaba terminando de legalizar los documentos de sus estudios como ingeniera en el Reino Unido y era hora de dejar de ser una secretaria.
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Santino llegó a media mañana a la oficina de Alice, quería verla para cerrar unos negocios con las empresas JP de las que ella era dueña antes de irse nuevamente a Los Estados Unidos.
Bajó del ascensor y se dirigió a la que sabía era la oficina de la chica y en la puerta se encontró de espaldas con una mujer de pelo rojo, aunque no era un rojo fuerte como el de su abuela y su tío, la chica lo llevaba recogido sobre la cabeza, dejando al descubierto lo que parecía un lunar en su cuello, un lunar que podría ser idéntico a uno que él llevaba viendo toda su vida.
- Buenos días- dijo y la vio girarse y de pronto se perdió en la belleza de aquella mujer, aunque también le resultó muy conocida.
- ¿Mattia?- preguntó la chica como si tuviera miedo y el la vio respirar profundo.
- Lamento desilucionarte pero soy Santino, yo soy más guapo que Mattia- y la vio sonreir y quiso que esa sonrisa fuera solo de él. - Vengo a ver a Alice. - le dijo, pero la chica seguía como perdida aún en aquellos ojos grises y él se acercó - Hola- le dijo casi en un susurro cerca de su oído y la vio dar un brinco.
- Lo siento- le dijo- Ya le aviso a Alice- y se comunicó con su jefa que le indicó que dejara pasar a el pelinegro.
Aquellos dos estuvieron un rato dentro de la oficina hablando de negocios y al terminar llegó la hora de repasar sus vidas.
- Alice, que me puedes decir de tu secretaría- quiso saber el hombre.
- Santino por favor, déjala en paz, Denisse es una buena chica que no necesita que jueguen con ella.
- No espera, no es lo que piensas, es que me recuerda mucho a alguien.
- ¿Eso será bueno o malo?- preguntó medio asustada, ella sabía muy bien la gente que rodeaba a los Parisi.
- Bueno, muy bueno, puedes estar segura.- le respondió con una sonrisa.
- Está bien, que quieres saber.
- Todo.- le dijo y Alice lo miró entrecerrando los ojos.
- Se llama Denisse Taylor, nació aquí, vive con su padre, una tía, su hermano y un hijo pequeño.- le resumió en un momento la vida de la secretaria.
- ¿Tiene un hijo?- eso le interesó mucho al hombre.
- Sí, el pequeño David es un amor, tiene seis meses.- el nombre del niño le llamó un poco la atención pero no dijo nada.
- ¿Tú crees que puedas invitarla a comer con nosotros?- le preguntó y Alice lo miró extrañada.
- Bueno, no voy a negarte que eso me viene muy bien, hay algo que quería hablar con Mattia, pero que seas tú es mejor.- el hombre se recostó en su asiento y escuchó- Denisse es ingeniera naval, y yo quería saber si en la empresa de tu padre estarían interesados en contratarla, ella es muy buena en lo que estudió.- Alice vio a Santino desplegar una gran sonrisa- ¿Qué te traes Santino?- le reclamó.
- Nada- le dijo sin parar de sonreir- Puedes estar segura de que estarán muy interesados en contratarla, ya vamos a comer y seguimos hablando mientras lo hacemos, necesito saber más de tu secretaria.
El almuerzo giró todo alrededor de Denisse, Santino le preguntaba hasta el más mínimo detalle de su vida a la mujer arriesgándose a que ella lo catalogara de chismoso, incluso le preguntó si el lunar lo había heredado de algún familiar, y por suerte, la chica no pensó mal de él en ningún momento.
Antes de que salieran del restaurante, el hombre les dijo que iría a saludar a alguien en la cocina y volvió con una bolsa en la mano que las mujeres creyeron era comida para llevar, él las regresó a la empresa y cuando ya estaba en su auto, antes de encenderlo tomó el teléfono e hizo una llamada.
- Papá- le habló al hombre del otro lado- ¿ Conoces a alguien que se llame Denisse Taylor o por lo menos que lleve ese apellido?
- No que yo recuerde- le contesto.
- Pues yo tú empezaba a recordar, tiene casi dos años más que yo, un lunar en forma de espiral en el cuello que casi parece calcado del tuyo y un hijo que se llama David por que era el nombre que le iba a poner su madre si nacía varón. - del otro lado sólo había silencio- Otra cosa, tiene una obsesión con los barcos que no sabe de donde la sacó por que en su familia no le interesan ni los de papel, pero yo si creo saber de donde le viene.
- ¿Donde estás Santino?- le dijo y el nerviosismo se notaba en la voz del hombre.
- En Inglaterra, la chica es la secretaria de Alice, acabo de comer con ella, la abuela Diana se volverá loca cuando la vea, si se la pones al lado verás el parecido, y te tengo un regalo, espero que no te importe dejar algo de tu sangre para cotejar con unos cubiertos por los que pagué bastante en el restaurante donde comimos.
- Espérame allí. - fue todo lo que dijo antes de colgar.