Santiago Jr. y Maggie se casaron en una noche de copas en Las Vegas. Ella desapareció después de la noche de bodas y Santiago Jr. comenzó a buscarla para corregir su error y divorciarse. Pero Maggie después de esconderse por meses viene dispuesta a sacarle a Santiago Jr. hasta el último dólar a cambio de darle su libertad.
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CAPÍTULO 14
Maggie decidió dejar el tema por la paz y abrió la puerta del auto para bajarse.
—Gracias por traerme. Nos vemos después.
Santiago Jr. le sonrió y negó rápidamente con la cabeza.
—¿Después? No. Mañana vengo temprano por mi hijo. Quiero llevarlo de compras.
Maggie volvió a cerrar la puerta y miró fijamente a su esposo.
—Santiago Jr. No quiero que mi hijo se acostumbre a cosas que no están a mi alcance. No quiero ver la decepción en el rostro de mi pequeño, cuando alguien de tu familia le haga un desplante por ser tu bastardo.
Santiago Jr. frunció el ceño y le respondió a Maggie de manera contundente.
—Mi familia, jamás haría eso. Además, Dereck no será un bastardo. Será mi primogénito, mi hijo legítimo. No vuelvas a llamarlo de esa manera. Te lo prohíbo.
Maggie respiró hondo, se bajó del auto y antes de alejarse le respondió:
—Está bien, pero iré con ustedes. Lo siento mucho, pero en realidad, no te conozco y mi hijo es mi tesoro más preciado.
Santiago Jr. asintió y soltó una pequeña risa.
—No hay problema. Pero debes tomarme de la mano. —le respondió Santiago guiñándole un ojo.
—En tus sueños. Idiota —le gritó Maggie, mientras caminaba hacia la casa y le mostraba el dedo del medio.
—¡Ja, ja, ja! Ya lo veremos.
Santiago Jr. aceleró el auto y salió del lugar.
Mientras tanto, Maggie tomó una gran bocanada de aire antes de entrar a la casa. Estaba segura de que el lorito había hablado de más y ahí estaría su madre llena de preguntas que ella no estaba lista para responder.
Maggie entró a su casa y se sorprendió al no escuchar nada. Todo estaba en silencio. Entonces ella caminó hacia la habitación de su pequeño y lo encontró poniéndose la pijama.
—Titi. La abuela se quedó dormida.
Maggie se sintió aliviada. Por lo menos, tendrá tiempo de pensar bien como salir bien librada de esta situación.
Mientras tanto iba a descansar y a recargar energías. Maggie se dió una ducha rápida y se vistió para acostarse al lado de su pequeño.
—Mami. ¿Puedes llevarme a la casa de mi prima Estrella, mañana? Me invitó a jugar. —le dijo el pequeño Dereck con un tono de súplica.
Maggie tomó una gran bocanada de aire y comenzó a dejarla escapar poco a poco. Mientras miraba fijamente a su pequeño koala.
No quería desilusionarlo. Estaba arrepentida de haberlo llevado con ella. Pero no podía retroceder el tiempo y solo le quedaba enfrentar las consecuencias de sus actos.
Entonces beso la frente de su pequeño y le sonrió.
—Mañana vemos. Santiago Jr. nos invitó a salir en la mañana.
El pequeño se sentó de golpe en la cama.
—¡Siiiiii! Mi papá es el mejor.
Maggie no pudo evitar sonreír y estrechar al pequeño entre sus brazos.
—Ah, tu padre es el mejor, ¿y yo? Pequeño koala traidor. —le decía Maggie mientras le hacía cosquillas y lo llenaba de besos.
—No, Titi. No, Titi. Eres tú. Eres tú —le decía el pequeño entre risas.
Maggie besó la frente de su pequeño y lo miró a los ojos.
—No, amor. Tú eres el mejor. Eres mi pedacito de cielo. Siempre te voy a amar con todo mi corazón.
—Y yo a ti mami.
—Duerme mi pequeño.
Maggie despeinó un poco a su pequeño y se acostó a su lado. El pequeño se acurrucó a su lado y le susurró.
—Mami...
Maggie negó con la cabeza y le dio pequeño un mechón de su cabello para que lo guardara en su puño, para poder quedarse dormido.
La noche transcurrió con tranquilidad y Santiago Jr. miraba por el gran ventanal de su Penthouse disfrutaba de la brisa nocturna y de la majestuosidad de la luna.
Él sonreía al recordar cada expresión de su pequeño hijo y recordaba cada palabra de su hermano mayor. "La sonrisa de tu hijo te desarma". Y si tal vez, este pequeño no llevaba su sangre, pero al escucharlo decirle "papá" algo dentro de él se despertó y no tuvo corazón para decepcionar al pequeño. Además, él también quería tener un hijo, un compañero, un amigo con quién compartir su vida y este pequeño estaba perfecto para cumplir ese papel.
Santiago Jr. terminó de tomarse su trago de un solo golpe y se fue a dormir. Al día siguiente disfrutaria de un día de compras con su familia y quería estar descansado
Al día siguiente, Maggie se despertó y se levantó sigilosamente.
—¿Ya nos vamos mami? —le preguntó el pequeño Dereck, frotándose los ojos.
Maggie no pudo evitar sonreír.
—No, amor. Duerme un poco más. Aún es muy temprano.
El pequeño volvió a acostarse y Maggie salió hacia la cocina.
—Buenos días, Male.
—Buenos días, hija. No los sentí llegar anoche. ¿Cómo te fue?
—Bien. Mami. Allá me encontré con mi jefe y fuimos a cenar a su casa. No sabes cómo se divirtió Dereck. En un rato vamos a salir con él.
Malena frunció el ceño. Conocía perfectamente a su hija y aunque vivió algunos años lejos de ella, sabe reconocer cuando está mintiendo, pero la dejará pensar que la está engañando.
—Entonces. ¿Te vas a llevar a Dereck otra vez?
Maggie asintió y se sentó a desayunar.
—Voy a comprarle algunas cosas a Dereck. Aún me queda un poco de dinero.
—Me parece buena idea. Así deja descansar esa ropita. Ja, ja, ja. Pobrecito parece que usa un uniforme. Ja, ja, ja.
—Ja, ja, ja. Si eres mala mami. Pobrecito mi pequeño.
—Pobrecito no Maggie. Él es muy afortunado de tenerte. Tu dejaste todos tus sueños por él.
Maggie no pudo evitar sonreír con nostalgia al recordar todo el entrenamiento que recibió y todas las noches que estudió para poder obtener su certificación de piloto aeronáutico. Lo había logrado, pero no lo había ejercido. Su pequeño llegó a su vida de manera inesperada y todo a su alrededor desapareció cuando vio esos hermosos ojos azules mirarla con devoción. Ella siempre soñó con viajar entre las nubes, pero no cambiaría a su hijo, por nada del mundo.
Maggie limpió una lágrima que rodó por su mejilla y suspiró.
—Yo soy la afortunada. Dereck es todo para mí.
—Maggie. Nunca me dijiste quien es su padre. ¿Por qué nunca lo buscaste?