Alonzo es confundido con un agente de la Interpol por Alessandro Bernocchi, uno de los líderes de la mafia más temidos de Italia. Después de ser secuestrado y recibir una noticia que lo hace desmayarse, su vida cambia radicalmente.
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Saga: Amor, poder y venganza.
Libro I
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Capítulo 13. Realmente embarazado.
—Señor, el médico ha enviado los resultados del laboratorio —mencionó Kai con voz controlada mientras dejaba los documentos sobre el escritorio de Alessandro.
Alessandro tomó los papeles de inmediato, abriéndolos con manos ansiosas. Sus ojos recorrieron las líneas rápidamente, deteniéndose al final del documento. Una ligera exhalación escapó de sus labios, como si el peso de la información lo abrumara.
—Está realmente embarazado—murmuró para sí mismo, casi incrédulo.
Kai, al escuchar esas palabras, abrió los ojos con sorpresa contenida, pero se mantuvo en silencio, sabiendo que no era el momento para preguntas.
—Kai, ¿el departamento que pedí está listo? —preguntó Alessandro sin levantar la vista del papel.
—Sí, señor. Todo está en orden —respondió Kai, su voz firme pero cargada de una ligera tensión.
—Perfecto. Dile a Asher que lo espero en la sala. Tú también debes estar allí —ordenó Alessandro, su tono no admitía cuestionamientos—. Puedes retirarte.
Kai asintió respetuosamente y abandonó el despacho, dejando a Alessandro solo con sus pensamientos. El silencio volvió a llenar la estancia, pesado y opresivo. Alessandro miró nuevamente las pruebas en sus manos. Sin darse cuenta, sus dedos apretaron la hoja con fuerza, y sus articulaciones temblaron ligeramente por la tensión contenida.
—Voy a ser padre —dijo, esta vez en voz alta, como si al decirlo pudiera hacer la realidad más tangible—. Un hijo... Mi hijo.
Dejó caer los documentos sobre la mesa con una mezcla de incredulidad y asombro. La idea lo golpeaba una y otra vez, cada vez más intensa. Agarró su teléfono móvil y lo desbloqueó. Navegó hasta la galería y abrió una carpeta privada. Allí, entre las sombras de su pasado, estaban las fotografías de Elio, el hombre al que alguna vez amó profundamente. También había imágenes que él mismo había enviado desde el teléfono de Alonzo, después de revisarlo y descubrir su relación con Elio.
—¿Te alegrarías por mí si lo supieras, Elio? —susurró, con una leve sonrisa que apenas rozó sus labios.
Elio. El hombre que alguna vez pensó que estaría a su lado para siempre. Había soñado con una familia junto a él, con una vida diferente. Pero esos sueños se habían desmoronado cuando Elio decidió casarse con otro. Aunque aún sentía algo por él, ahora sólo podía verlo como un buen amigo, una figura del pasado a quien apreciar desde la distancia. La realidad era otra. Ahora debía concentrarse en su futuro hijo y en los crecientes problemas con los federales americanos.
Guardó el móvil en su bolsillo y salió del despacho, caminando hacia la sala donde lo esperaban.
Cuando entró, Asher y Kai ya estaban allí, poniéndose de pie en cuanto lo vieron llegar. Alessandro les hizo un gesto para que volvieran a sentarse, mientras él se dirigía al sillón individual, adoptando una postura relajada, pero con el aire de autoridad que siempre lo acompañaba.
—Asher, ¿cómo van las cosas con mi hermano? —preguntó, clavando su mirada en él.
Asher enderezó la espalda antes de responder.
—Todo está marchando según lo previsto, señor. Aunque, como sabe, su hermano tiene una personalidad complicada. Hemos visto que tiene algunos problemas con el hermano del señor Elio, pero lo está manejándolo.
Alessandro asintió en silencio, recordando la reciente visita que había hecho a Leandro. Los problemas con Luka Mancini no le eran ajenos, y sabía que su hermano no era precisamente el mejor en manejar sus relaciones. Sin embargo, esa relación disfuncional era su única ventana hacia la vida actual de Elio. Luka, a pesar de su carácter complicado, era la única fuente confiable de información sobre Elio y su matrimonio.
—Kai —llamó, girando su atención hacia él.
—La embarcación hacia Colombia partirá hoy por la madrugada. El dinero ya ha sido transferido a los agentes aduanales y la policía marítima ha recibido su pago, todo según sus instrucciones, señor —informó Kai con precisión.
—Perfecto —respondió Alessandro, recostándose ligeramente en el sillón mientras los observaba a ambos con su habitual mirada fría y calculadora.
La tensión en la sala era palpable. Tanto Asher como Kai apenas se atrevían a respirar bajo el peso de la expectación. Sabían que cualquier error, cualquier palabra mal dicha, podría desatar la ira de su jefe.
—¿Creen que es conveniente dejar ir a Alonzo? —preguntó de repente, su tono lleno de un peligro latente.
Asher y Kai intercambiaron una rápida mirada, incapaces de ocultar su incredulidad. ¿Dejar libre a Alonzo? La idea parecía absurda. Aunque estaba claro que Alonzo no era un agente encubierto, aún no sabían quién lo había puesto en medio de todo esto.
Kai tragó saliva antes de intentar responder.
—Ah, señor, yo... eso... —empezó, pero las palabras se le atascaron en la garganta cuando sintió la penetrante mirada de Alessandro sobre él. Comenzó a tartamudear, buscando con desesperación la ayuda de Asher.
—Lo que Kai intenta decir, señor, es que aunque estamos seguros de que Alonzo no es un agente, todavía no hemos descubierto quién lo manipuló —intervino Asher, salvando la situación.
Alessandro asintió lentamente, su rostro imperturbable. Después de unos segundos de silencio, dejó caer la bomba.
—Alonzo está esperando un hijo —dijo, con la frialdad de quien simplemente menciona un hecho—. Mi hijo.
El shock fue inmediato. Kai miró a Asher con incredulidad, incapaz de ocultar su sorpresa. Los códigos morales que ambos compartían, a pesar de su naturaleza criminal, eran claros: no se hacía daño a los inocentes, especialmente a niños o mujeres embarazadas. Pero esto era diferente. Alonzo era un hombre, sí, pero llevaba una vida dentro de él. Eso lo hacía vulnerable.
—¿Su hijo...? —logró murmurar Kai, atónito—. ¿De verdad?
Alessandro asintió, su mirada fija en ambos.
—Alonzo aún no lo sabe, pero los análisis y la información que me proporcionó Asher son concluyentes. No sé cómo reaccionará cuando se lo diga.
Kai se mostró visiblemente preocupado.
—¿Cree que podría... no querer tenerlo? —preguntó con cautela.
Alessandro dejó escapar una risa breve y amarga.
—Lo golpeé, lo até, y lo tengo prisionero. ¿Qué crees que va a pensar, Kai? —Kai hizo una mueca incómoda—. Por ahora, lo mantendré aquí. Tendrá un buen trato hasta que decida qué hacer.
Alessandro se levantó, mirando su reloj antes de dar sus últimas instrucciones.
—Díganle a Philip que prepare algo ligero para Alonzo, sin grasa. Además, preparen una habitación más grande para él.
—Como ordene, señor —respondió Asher, con un leve asentimiento.
Alessandro les lanzó una última mirada, sus ojos calculadores, antes de girar y salir hacia el jardín, donde los pensamientos de su futuro y su pasado se entrelazaban en su mente, formando un dilema imposible de ignorar.
Yo creo que el agente utiliza tanto Chris como a Alonzo y llegar a Alessandro