**"EL Eco Del Pasado"** es una novela de romance contemporáneo que sigue la historia de Dante y Emilia, dos almas marcadas por un oscuro pasado y un matrimonio forzado. A medida que enfrentan peligros, traiciones y fantasmas de su historia, descubren que el verdadero amor puede florecer incluso en los momentos más difíciles. Juntos, emprenden un viaje hacia la redención y la paz, buscando dejar atrás las sombras y construir una vida llena de esperanza y nuevos comienzos. Es una historia sobre la fuerza del amor para sanar, perdonar y renacer.
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Capítulo 14: El Susurro del Viento
La noche había traído consigo un aire fresco que se filtraba por las ventanas entreabiertas de la mansión, llenando los pasillos con un susurro inquietante. Emilia se despertó a medianoche, sus sentidos alertas, como si algo en el ambiente la hubiera llamado a despertar. Sentía un ligero escalofrío, pero no era solo por el frío; había una tensión en el aire que la ponía nerviosa.
Se levantó de la cama, deslizando sus pies descalzos por el suelo de madera. El sonido apenas perceptible de su respiración era lo único que rompía el silencio. Decidió salir de su habitación, guiada por una mezcla de curiosidad y un instinto que no lograba definir.
El pasillo estaba oscuro, iluminado solo por la tenue luz de la luna que se colaba a través de las ventanas. Emilia caminó lentamente, casi como si estuviera en trance, y sus pasos la llevaron hacia la gran escalera de la mansión. Cuando llegó a la parte superior, se detuvo, mirando hacia abajo. Algo en su interior le decía que debía bajar, pero también sabía que ese impulso podía llevarla a lugares que no estaba preparada para enfrentar.
Respirando profundamente, decidió seguir adelante. Cada paso que daba en la escalera parecía resonar en el vacío, aumentando su nerviosismo. Al llegar al primer piso, se encontró en un corredor que no había explorado antes, uno que parecía llevar a una parte menos conocida de la casa.
La curiosidad pudo más que el miedo, y Emilia siguió adelante, guiada por la intuición. Los cuadros en las paredes la observaban, figuras antiguas de miembros de la familia Moretti que parecían vigilar cada uno de sus movimientos. Finalmente, llegó a una puerta al final del pasillo. Estaba entreabierta, y una luz suave y parpadeante se escapaba por la rendija.
Emilia empujó la puerta con suavidad, revelando una pequeña sala, decorada con muebles antiguos y una chimenea en la que ardía un fuego lento. En el centro de la habitación, de espaldas a ella, había una figura sentada en un sillón, mirando las llamas. Emilia reconoció la postura al instante: era Dante.
Se quedó en silencio, sin saber si debía acercarse o si él preferiría estar solo. Sin embargo, Dante pareció percibir su presencia, y sin volverse, habló con una voz baja y tranquila.
“Sabía que vendrías.”
Emilia se sorprendió, pero decidió no preguntar cómo lo sabía. “No podía dormir,” respondió, acercándose lentamente a él.
Dante finalmente se giró para mirarla, su expresión seria pero con un toque de suavidad que rara vez mostraba. “Este lugar tiene una forma extraña de mantener a la gente despierta, especialmente a aquellos que tienen mucho en qué pensar.”
Emilia se sentó en un sillón frente a él, sintiendo la calidez de la chimenea en su piel. “¿Tú tampoco puedes dormir?”
Dante sonrió, pero era una sonrisa cansada. “Demasiados fantasmas que mantener a raya.”
Emilia lo miró en silencio, esperando que continuara. Sabía que Dante no era alguien que compartiera sus pensamientos con facilidad, pero también sentía que en ese momento había algo que él necesitaba decir.
“Emilia,” comenzó él, su voz sonando más vulnerable de lo que había escuchado antes, “hay cosas en esta vida que no se pueden cambiar, no importa cuánto lo intentemos. Pero a veces, la única forma de sobrevivir es aceptarlas y encontrar una manera de hacerlas nuestras aliadas.”
Ella asintió, comprendiendo la carga que Dante llevaba sobre sus hombros. “¿Te refieres a la situación con los Rosetti?”
Dante dejó escapar un suspiro, asintiendo. “Entre otras cosas. Los Rosetti son solo una parte del problema. Dentro de esta casa, hay luchas internas que pueden ser aún más peligrosas. Todos tienen sus propios intereses, y las alianzas pueden cambiar de un día para otro.”
Emilia sintió que el peso de esas palabras recaía sobre ella, recordándole lo que Don Vittorio le había dicho. “¿Qué podemos hacer? No quiero que todo esto nos destruya.”
Dante la miró con una intensidad que casi la hizo estremecerse. “Lo único que podemos hacer es mantenernos unidos y no dejar que las dudas nos separen. Si no confiamos el uno en el otro, todo lo demás será en vano.”
Emilia asintió lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y responsabilidad. Sabía que Dante tenía razón, y que su vínculo era lo único que podía sostenerlos en medio de tanta incertidumbre.
Dante se levantó del sillón y caminó hacia la ventana, observando el jardín en penumbra. Emilia lo siguió con la mirada, notando la tensión en sus hombros, la carga de las decisiones que debía tomar.
“Quiero que sepas algo, Emilia,” dijo sin volverse. “No importa lo que pase, siempre he querido lo mejor para ti. Desde el momento en que llegaste a esta casa, supe que te convertirías en alguien importante para mí, no solo como mi esposa, sino como mi compañera en todo esto.”
Emilia se levantó y caminó hacia él, colocándose a su lado frente a la ventana. La luna iluminaba suavemente el jardín, creando un paisaje tranquilo en contraste con las tormentas que se desataban en sus vidas.
“Lo sé, Dante. Y yo también quiero lo mejor para nosotros. Quiero que podamos salir de esto juntos, más fuertes que antes.”
Dante giró para mirarla, y en sus ojos vio una mezcla de gratitud y determinación. “Entonces, enfrentaremos lo que venga, juntos.”
Emilia sintió que en ese momento, había sellado un pacto con Dante, uno que iba más allá del matrimonio que los había unido. Era un pacto de confianza mutua, un compromiso de apoyarse el uno al otro sin importar las circunstancias.
Se quedaron allí, en silencio, observando el jardín mientras el viento susurraba a su alrededor, como si la propia naturaleza entendiera la gravedad de su promesa. La noche seguía avanzando, y con ella, se acercaba el momento de tomar decisiones difíciles.
Cuando finalmente regresaron a sus habitaciones, Emilia se sentía diferente. Había una nueva certeza en su corazón, una convicción de que, a pesar de los desafíos que enfrentaban, había encontrado en Dante a alguien en quien podía confiar plenamente. Y en ese mundo de sombras y secretos, esa confianza sería su mayor fortaleza.
El amanecer no estaba lejos, y con él, vendrían nuevos desafíos. Pero Emilia estaba lista para enfrentarlos, sabiendo que no estaba sola, y que junto a Dante, tenía una oportunidad de sobrevivir y quizás, algún día, de encontrar la paz que ambos anhelaban.