Desde niña, Zara soñaba con el día de su boda, creyendo que sería el comienzo de una vida feliz y plena. Pero en el mismo momento en que da el "sí, quiero" en el registro civil, sus sueños se hacen añicos cuando aparece la amante de su marido, embarazada y reclamando su lugar. Devastada, Zara anula el matrimonio y huye a un país lejano, donde comienza de nuevo su vida como esposa de alquiler, manteniendo una fachada de frialdad para proteger su corazón. Pero todo cambia cuando un nuevo cliente entra en su vida, desafiando sus reglas y despertando sentimientos que creía haber perdido para siempre. Ahora Zara debe decidir entre seguir su contrato o arriesgarlo todo por un amor inesperado.
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Capitulo 22
Zara Miller
Alexander me besaba con un hambre que nunca había sentido antes. Sus caricias eran firmes, pero gentiles, y la forma en que me miraba, como si fuera la única mujer en el mundo, hacía que mi corazón latiera acelerado. Cada beso, cada toque, era como si el tiempo se hubiera detenido, y no existiera nada más que nosotros dos.
Nuestro beso se profundizó, y en poco tiempo nuestras ropas estaban en el suelo. Me atrajo hacia él, nuestros cuerpos encontrándose de una manera que hizo que mis sentidos entraran en combustión. Alexander era atento y hábil, cada movimiento suyo llevándome a nuevos picos de placer.
Los gemidos que escapaban de mis labios se mezclaban con los suyos, creando una melodía única de deseo y pasión. Era como si estuviéramos intentando compensar todo el tiempo perdido, cada momento de duda o miedo que nos impidió llegar hasta allí. Sentí sus músculos tensarse, su cuerpo moviéndose con precisión mientras nuestros ritmos se encontraban perfectamente.
Los orgasmos llegaron como una ola, una liberación intensa de todo lo que había estado reprimido durante tanto tiempo. Nos perdimos el uno en el otro, repetidamente, hasta que no quedó nada más que un cansancio satisfecho y la sensación de plenitud que nunca había experimentado antes.
Cuando finalmente nos recostamos, jadeantes, con los cuerpos entrelazados, supe que algo había cambiado. La cercanía que sentimos en ese momento era mucho más que física. Era un deseo que había atravesado el tiempo, finalmente realizado.
Miré a Alexander, quien me observaba con esa sonrisa suave que siempre hacía que mi corazón se saltara un latido. Pasó los dedos por mi cabello, y supe que, por más complicado que hubiera sido nuestro pasado, finalmente estábamos donde debíamos estar.
Alexander se giró hacia mí, sus ojos aún brillando con los vestigios de nuestra recién descubierta conexión. Pasó su mano por mi rostro con un toque suave, como si estuviera trazando cada detalle, memorizando cada línea. Había algo en su mirada que parecía más profundo, una vulnerabilidad que rara vez dejaba ver.
—Zara —comenzó, su voz baja y cargada de emoción—. Sé que ya hemos cometido errores, que nuestros caminos se cruzaron de maneras inesperadas y a veces dolorosas. Pero creo que, a veces, la vida nos da una segunda oportunidad, una oportunidad de empezar de nuevo. Y eso es lo que quiero contigo.
Lo observé, sintiendo que mi corazón latía más rápido con cada palabra. Alexander hizo una pausa, buscando las palabras correctas, y luego continuó, su voz firme y sincera.
—El amor no siempre es fácil, y los nuevos comienzos pueden dar miedo. Pero he aprendido que, cuando se trata de alguien especial, vale la pena enfrentar el miedo, vale la pena intentarlo de nuevo. Y Zara, tú eres especial para mí, más de lo que jamás he sido capaz de admitir, ni siquiera a mí mismo.
Tomó mi mano, entrelazando nuestros dedos, y el calor de ese simple gesto me hizo sentir segura, como si estuviera exactamente donde debía estar.
—Te prometo —dijo, mirándome a los ojos con una intensidad que hizo que mi corazón se derritiera— que haré todo lo posible por hacerte feliz, todos los días. Te prometo que cuidaré de ti, que te valoraré, y que juntos construiremos algo hermoso, algo nuestro. No importa lo que el futuro traiga, estoy aquí, dispuesto a luchar por nosotros, a darte el amor que mereces, y a aprovechar cada nuevo comienzo que la vida nos ofrezca.
Sentí las lágrimas comenzar a formarse en mis ojos, conmovida por cada palabra que salía de sus labios. Alexander me acercó más, envolviéndome en sus brazos, y en ese momento, supe que estaba lista para este nuevo comienzo.
Era como si todas las piezas sueltas finalmente estuvieran encajando, y lo único que importaba era que estábamos juntos, dispuestos a arriesgarnos, a amarnos, y a permitirnos ser felices de nuevo.
Continúa...