El Secreto Del Yerno Multimillonario

Tan pronto como la motocicleta de Abraham se acercó a su casa, vio a lo lejos a una mujer bien vestida parada cerca de un coche estacionado en la entrada.

Abraham frunció el ceño y miró su reloj, que marcaba las cinco de la tarde.

"¿Quién es ella?", murmuró Abraham, deteniendo su motocicleta frente al lujoso coche.

"¿La señora está buscando a alguien?", preguntó Abraham cortésmente.

La mujer se giró de inmediato. Sus labios se abrieron en una leve sonrisa al ver a la persona que buscaba justo ahí, frente a ella.

"Señorita…" Abraham hizo una pausa, como si estuviera intentando recordar.

"Auren", dijo Auren rápidamente.

"Eso es", respondió Abraham, asintiendo. "¿Qué la trae por aquí, señorita Auren? ¿Le ha pasado algo al coche?"

Abraham miró atentamente el lujoso coche a su lado. No había nada sospechoso, así que volvió a mirar a Auren, que parecía nerviosa.

"Vine a traerle esto", dijo Auren con voz temblorosa, extendiéndole una caja rosa a Abraham.

"¿Qué es esto?", preguntó Abraham, confundido.

"Oh, es un agradecimiento por haberme ayudado ayer", respondió Auren educadamente.

"Pero era mi deber, señorita. Yo..."

"Por favor, no lo rechace. Yo misma lo hice y es un regalo sincero para usted", dijo Auren con una expresión suplicante.

Abraham, cuyo corazón era naturalmente amable con las mujeres, finalmente cedió. Como señal de respeto, aceptó la caja rosa sin hacer ningún contacto físico con ella.

La cogió sujetándola por el borde, para evitar cualquier malentendido entre él y Aufa. Sabía que su esposa estaba en casa y no quería que eso se convirtiera en otro problema.

"Espero que le guste, señor. Lo hice con la receta de mi madre", dijo Auren alegremente.

"Sí, señorita. Pero no necesita molestarse la próxima vez. Todo lo que hice fue mi deber, sobre todo teniendo en cuenta que mi esposa la atropelló accidentalmente ayer", explicó Abraham.

No quería que la mujer que tenía delante tuviera una impresión equivocada. Al fin y al cabo, Abraham solo la ayudó porque se sintió culpable por las acciones de su esposa, que se marchó sin decir una palabra después de tirarla.

"Está bien, señor. No se olvide de comerlo, ¿de acuerdo? ¡No lo tire, por favor!"

"¡Aufa!", exclamó Abraham, sorprendido.

De repente, la caja se le escapó de las manos y cayó al suelo, esparciendo su contenido por todas partes. La caja y su contenido fueron a parar a la calle debido a la acción repentina de una mujer que se acercaba.

"¡Tú!", gritó Auren, irritada.

"¡Qué! ¡¿Qué estás haciendo aquí?!", gritó Aufa de vuelta, deteniéndose frente a Abraham. "No seas descarada. Sabes que él está casado. ¿Estás coqueteando con él trayendo una caja de donuts?"

Aufa esbozó una sonrisa sarcástica. Miró a Auren de arriba abajo.

"Puedes incluso vestirte bien y trabajar en una oficina, ¡pero tu cerebro es igual al de cualquier vagabunda!", acusó Aufa, señalando a Auren con una sonrisa burlona.

"¡Eres tan vulgar! No mereces ser la esposa de un hombre como Abraham, que es completamente diferente a ti", replicó Auren, haciendo que Aufa se cruzara de brazos sobre el pecho.

"¿Pero y tú? ¿Quién te crees que eres para juzgar? ¿Crees que eres lo suficientemente buena para él?", se burló Aufa. "¡En tus sueños, zorra!"

"En la vida real, justo delante de tus ojos, yo soy su esposa. Así que deja de fantasear y de comentar sobre cosas que no te incumben, solo para llamar su atención".

"Estás a años luz de mí, incluso en términos de satisfacción. ¡No te comparas a mí!", provocó Aufa audazmente.

No importaba lo que la otra mujer estuviera pensando, en la mente de Aufa, estaba decidida a hacer que aquella mujer irritante, que estaba claramente coqueteando con su marido desde la ventana, se sintiera tan mal que nunca más se atrevería a acercarse a él.

Quería que Auren supiera que Abraham estaba casado y que ella era su esposa. Sea cual sea su intención, Aufa quería que Auren lo entendiera y dejara a Abraham en paz.

"¡En lugar de quedarte ahí parada gimoteando, vete! ¡No te acerques nunca más a mi marido o haré que pierdas tu coche y tu trabajo en un abrir y cerrar de ojos!", amenazó Aufa, pateando el coche con una expresión arrogante.

"¡Fuera de aquí!"

Auren cerró los puños, furiosa. Estaba humillada.

"¡Me las pagarás! Espera y verás", amenazó Auren antes de marcharse furiosamente.

Aufa respiró hondo para calmarse. Su pecho subía y bajaba de rabia tras el enfrentamiento con la mujer que osó coquetear con su marido.

"¡Aufa!", dijo Abraham, que había permanecido en silencio durante toda la escena.

"¡Cállate!", lo interrumpió Aufa, furiosa.

Se giró y lo señaló con rabia.

"Si tú no consigues poner a estas mujeres en su sitio, ¡lo haré yo! Deja de ser amable con todo el mundo, ¡o interpretarán mal tu amabilidad!"

Después de decir esto, Aufa salió apresuradamente, dejando a Abraham solo con su sorpresa y confusión por el comportamiento y las palabras de ella.

Estaba en shock. Parecía que estaba reviviendo el pasado. Como una bocanada de aire fresco, acababa de presenciar a Aufa reprendiendo a Auren. Las palabras de su hermana sobre el comportamiento de Aufa el día anterior le trajeron una sonrisa a los labios.

¿Sería esta una señal de que su esposa estaba finalmente empezando a quererlo? Si fuera verdad, necesitaba esforzarse aún más. Esforzarse para transformar a Aufa en una persona mejor.

"¡Aufa!", llamó Abraham, corriendo tras su esposa.

"¡Aufa!", gritó de nuevo, sujetando su brazo.

Aufa, cogida por sorpresa, se giró y chocó contra el pecho de Abraham. Sus ojos se encontraron mientras sus cuerpos estaban presionados uno contra el otro.

Aufa podía sentir el corazón de Abraham latiendo fuerte bajo su mano, que reposaba sobre el pecho de él.

Sus miradas se encontraron en una intensidad casi tangible. El rostro de Abraham estaba tan cerca que Aufa cerró los ojos por reflejo. Podía sentir la respiración de él en su piel hasta que, finalmente...

Inesperadamente, sin previo aviso, los labios de Abraham tocaron los de ella. La besó por primera vez.

Aufa quedó tan sorprendida como él. Su corazón se disparó. Sus manos se humedecieron de sudor frío. Pero, por alguna razón, no se resistió.

Aufa no lo apartó cuando Abraham robó su primer beso. En cambio, abrió más los labios, permitiendo que él explorara su boca en un beso largo y profundo.

Era como si nunca hubieran discutido. Como si no hubiera problemas entre ellos. El beso era exigente, posesivo. Ninguno de los dos quería soltarse hasta que, finalmente, Aufa volvió en sí.

Empujó el pecho de Abraham con fuerza, interrumpiendo el beso, y pasó el dorso de la mano por sus labios.

"¡Me has robado mi primer beso!", acusó Aufa, con el pecho jadeante. "¡Aprovechador! ¡Te has aprovechado de la situación!"

Después de decir esto, Aufa corrió al cuarto, dejando a Abraham atrás. Él sonrió y tocó sus propios labios.

"¡Tú también me robaste mi primer beso, Aufa!"

~Continuará