Soy Mia Montecarlo, joven, hermosa y la única heredera del patrimonio de mi familia; todo eso no me sirve de nada, pues estoy en prisión, por culpa de la Familia Montiel y su ambición, su amor por el dinero y la vida ostentosa, les hizo tenderme la más vil de las trampas, pero lo que ellos no saben es que saldré de aquí, y saldré a vengarme.
Mi plan está hecho y no descanzaré, hasta hacer pagar a cada uno de ellos, incluyendolo a Él, "Valente Montiel".
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23- La sentencia...
(Mia)
Saber, la verdad no fue nada fácil, descubrirme así de estúpida fue un golpe muy duro.
Pero saber que llegué al grado de casarme con Valente eso era el colmo de la idiotez.
Y lo peor de todo, es que no sabía como hacer para divorciarme, me daba vergüenza, pedir asesoría, así que decidí mantener el secreto.
Allí en medio de tantos pensamientos, me recordé que un día oí al alguien decir.
Que al enemigo es mejor tenerlo cerca y vigilado.
Así que tomé una decisión, yo no haría nada por divorciarme, mi gran amor ahora era mi mayor enemigo y lo quería tener cerca.
Las investigaciones, no me favorecieron en nada, la prueba de balística, las huella en el arma, la posición en la que estaba Óscar, con una herida de bala en la frente, "no en la espalda", todo eso me hacía ver más que culpable.
y es que fue increíble, el grado de maldad en su plan.
Pero de algo debía estár agradecida, y era esa tan exacta puntería que yo tenía.
Por la posición del Malvado Óscar hicieron una recreación de los hechos, y eso los hizo suponer qué la que estaba sobre el hombre, era Daniela, y según el fiscal del caso, como podía ser un abusador el que estaba debajo, parecía que Daniela lo cabalgaba.
Así que perdí las esperanzas.
El abogado que los Montoya me mandaron, hizo todo cuanto pudo, pero el fiscal encargado, quería ganar fama siendo cruel y se enseñó mucho más conmigo.
Pasaron días y semanas enteras, en el reclusorio eran días eternos, pero aun así, la fecha del juicio llegó, para ese tiempo, Yo ya había unido todos los cabos sueltos, ya tenía la certeza de que todo había sido planeado.
Pero saberlo, no me servía de nada, porque las pruebas que ellos habían presentado era según muy clara.
Casi todo les había salido bien.
Lo único que les salió mal, era la muerte de Oscar Montiel, según ellos yo iba a disparar y esa bala le quitaría la vida a mi amiga.
Pero repito, bendita la vida, por tener tan buena puntería, y ahora después de 9 años, sigo agradecida por eso.
Justamente eso, dije el día del juicio, cuando di mi testimonio.
Dije al final de contar mi versión de los hechos, y cabe mencionar que dije todo tal cual sucedió; sin embargo mi testimonio no tuvo valor.
Yo acepté anté un tribunal, ser responsable de la muerte de un abusador y dije que no estaba arrepentida.
Claro que eso en lugar de ayudarme, me perjudicó.
Al final mi testimonio no valió de nada, el tribunal falló en mi contra, me condenaron a 40 años de prisión por asesinato agrabado y sin derecho a apelación por la mitad del tiempo.
Y ese día, el día de la sentencia, no solo me sentenciaron a mi.
Yo también dicté una sentencia, los Montiel fueron sentenciados, y tarde o temprano saldré de esta prisión para cumplir y hacerles pagar una a una cada desgracia, y toda esta desdicha que vivo por su culpa.
No fue fácil verle la cara de felicidad a Eugenia, y tragarme el coraje, no fue fácil ver la cara de Efraín, aunque no podía descifrar su mirada.
Pero lo más difícil fue ver aquellos ojos azules.
Aquellos ojos que yo amaba, aquellos que un dia pensé que me miraban con amor, ese dia los vi realmente como eran, unos ojos frios, vacios, sin sentimiento alguno, unos ojos que solo miraban con acusación y condena.
Para decir verdad, no entendí su mirada, fija totalmente en mí, lo que sí entendí, es que Valente, ese día dejo de ser el hombre de mi vida, ya no tenía ni una chispa de esperanza,
Nunca volvería a estar con Él.
Toda aquella ilusión, todo aquel deseo se esfumó.
Yo todavía sentía amor, pero ya no era un amor que daba alegría y felicidad, no era un amor que hacía sentir mariposas.
Era un amor que dolía, dolia mucho.
Era un amor, de esos que sientes que te lanzan cientos de ladrillos pesados sobre tu pecho, y te oprime hasta más no poder.
Ese día, la amargura y el odio por primera vez tocó a la puerta de mi corazón, y Yo los dejé pasar, ese día fue el fin de la niña inocente, ese día hubo un debate entre el amor y el odio.
Yo tenía que hacer algo con ese amor, tenía que enterrarlo en lo más profundo.
Valente, ahora era uno de mis tres peores enemigos, a los que haré pagar con creces.
Ese fue el último día que los vi.
El último día que vi, a mi aún esposo.
En las siguientes semanas, después de analizar mi situación y futuro, le di a Leonardo Dorantes un Poder general administrativo, para que fuese él, quien manejara mis finanzas, el seguiría la mayor parte de tiempo en la hacienda, pero en casos necesarios el asistiría como mi apoderado legal, al Corporativo; pero le pedí mantener perfil bajo, el plan era seguirle el jueguito a los Montiel.
Yo quería, que ellos creyeran que aun estaba engañada, Leo, me representaría en la junta directiva, que ahora contaba con 3 socios más, aunque fueran unos farzantes.
Ellos decían tener el 20 % de las acciones, de una empresa multimillonaria que me pertenecía a totalidad.
Pero no me quedó más remedio que dejarlos allí, eso me convenía, no porque quisiera que siguieran viviendo a robando mi dinero, sino porque quería tenerlos cerca.
De mi casa si salieron, de eso se encargó Leonardo y el abogado Soler.
Le pedí a Leo que me informara de todo cuanto sucedía en el Corporativo y en la vida de los Montiel.
Un tiempo después el investigador privado, entregó un informe, alli nos dimos cuenta de que era un notario amigo de Oscar y que mi Padre ni siquiera lo conocía, que este hombre selló los documentos, pero fue fraudulentamente, porque mi Padre jamás estuvo presente.
Leonardo y Marco, querían encararlos, pero al final no iba a ayudarme a salir, pues la sentencia fue sin derecho a apelación por 20 años, además les dije que íbamos a mantener el perfil bajo, y que un día yo me encargaria de ellos.
Lo que si le pedi a Leonardo y a Marco, fue que, velarán por el bienestar de los empleados y que para eso yo confiaba en Ellos.
No quería injusticias ni despidos, a la que más cuidarían es a mi Sofia.
Marco Soler y Leonardo Dorantes, han sido para mi, mis brazos derechos, mi Nana Sofia, se convirtió en mi única familia, y ahora te tengo a Ti también Rebeca.
Ya han pasado 9 años y Los Montiel se han enriquecido, ellos tienen lo que tanto deseaban.
"Dinero mucho dinero".
Y aunque tengo pruebas de su fraude, los he dejado allí, porque los quiero cerca.
El abogado Soler y Leonardo lo tienen todo, lo que el investigador entregó.
Pero hay algo que no me cuadra del todo, y tengo esa inquietud desde hace años, quiero saber como llegó Óscar Montiel a la empresa, y como fue que mi Padre lo conoció, quiero saber eso, pero el investigador está desaparecido; sin embargo, todo tiene su tiempo.
A ellos le llegará el día, para pagarme todo.
Por lo pronto, quiero que sigan pensando que aun sigo engañada, y que se confíen.
Esa es mi historia Rebe, todo lo demás tu ya lo sabes Rebeca.