No Seré La Patética Villana

Erick decidió salir de su escondite de espalda a Elizabeth para no mirarla y luego habló.

— Discúlpame señorita Elizabeth, pero no grité por favor.

— Tú... ¿Qué haces aquí? ¿Acaso me estabas espiando?

Miemtras esperaba una explicación del príncipe, a Elizabeth no le quedó más remedio que volverse a vestir, ya que Erick había arruinado la posibilidad de darse un chapuzón en esas magníficas aguas.

— Yo solo la seguí... No fue mi intención espiarla. No me malinterprete, quería hablar con usted un momento sobre lo de seguir aparentando estar comprometidos ahora que volvemos al instituto.

— ¿Y no pudo salir antes de que me desnudara?

Erick al verse descubierto por la joven solo guardo silencio intentando no quedar en peor posición de la que se encontraba en ese momento.

Elizabeth, por su parte, entendió ese silencio perfectamente y solo se autocontesto.

— Claro que no. Bueno, ya estoy vestida, puede dar la vuelta.—Al darse la vuelta, Erick, estaba completamente sonrojado, no quería mirarla a la cara.— ¿Y bien, va hablar?

— Emm... si... Humm.. ¿solo quería saber por qué no quiere que sepan que ya no estamos comprometidos?

— No se haga ideas extrañas príncipe, es solo que no deseo casarme tan joven, prefiero esperar.

— ¿Qué ideas creé usted que me puedo estar haciendo?

— No sé, como por ejemplo: que sigo enamorada de usted y pienso así mantener alejadas a las mujeres que se le acerquen.

Elizabeth no estaba muy lejos de la realidad, Erick en su mente aún tenía la esperanza de que ella le hubiera pedido eso a su padre para así evitar que alguien tomara su lugar, pero al ver que esto parecía no ser así, quiso confirmarlo preguntando.

— ¿Y eso no es así?— Mencionó Erick mientras se iba acercándo.

— Por supuesto que no— contestó Elizabeth mientras se alejaba.

— ¿Entonces, dígame señorita Elizabeth por qué está tan nerviosa de estar cerca de mí? —Volvio a decir el príncipe mientras se acercaba nuevamente.

Elizabeth había retrocedido tanto, que ya se encontraba casi al borde de la piscina de aguas termales, así que viendo que el principe parecía querer ponerla nerviosa, lo miro fijamente y caminado hacia él, contestó.

—¿Quién está nerviosa? — Mencionó finalmente acercándose a escasos centímetros de él— ¿A qué juega Alteza?

— Yo no juego señorita Elizabeth. — Contestó el príncipe sin mover un solo músculo. Cuando comenzó ese juego no pensó que Elizabeth reaccionará así. Él solo quería provocarla y ver si lograba ponerla nerviosa, pero al ver que los papeles se invertían, iba a retroceder luego de decir aquellas palabras, pero Elizabeth redoblo la apuesta acercándose un poco más.

— Si juega. — La chica alzó su mano y acariciando suavemente su mejilla agregó.— Primero le desagrado hasta el punto del desprecio, y ahora está aquí siguiéndome, observándome. Quería que lo dejara en paz y eso hice, ahora dígame ¿A qué está jugando? — Erick había quedado tan hipnotizado con el rostro de Elizabeth, el tenerla tan cerca y tocando su rostro, lo había puesto tan nervioso qué no pudo más que tragar duro e intentar mantener la calma.

Elizabeth, por su parte, al ver que había conseguido lo que quería, sonrió y acercando su rostro a su oído, dijo finalmente. — Mejor me voy, ya puedo ver que ni usted sabe que es lo que quiere. Solo un consejo más, la próxima vez trate de no jugar con fuego o puede salir quemado.

Erick quien aun no podia salir de su estado, solo se quedo mirando a Elizabeth entre confundido y nervioso al ver el rostro de Elizabeth tan cerca. La chica al ver que consiguió vengarse por lo que él habia hecho hacia tan solo un momento, solo sonrió y guiñandole un ojo, salió dejándolo solo y totalmente confundido.

Después de ese encuentro volvieron juntos a su familia, que ya se estaban despidiendo para regresar a sus labores.

***

Los días pasaban rápido y en un abrir y cerrar de ojos llegó el día de ir al instituto.

En el Ducado Cortés estaban todos un poco deprimidos, los niños no se querían separar de su hermana y los duques estaban igual que los niños.

— Ya por favor, cambien esas caras, ya les dije que puedo venir los fines de semana. Solo queda a un día de distancia el instituto, no se pongan así.

Tomy — Promete que vendrás sin faltar un fin de semana.

Lucas– Y que no te vas a olvidar de nosotros.

— ¿Pero que dices Lucas? Jamás me olvidaría de ustedes, aparté ya les dije que vendre todos los fines de semanas.

Luego de consolar por un momento más a sus hermanitos, Elizabeth terminó de preparar su equipaje y los subieron al carruaje. Beth iría con ella, así que, también terminó de guardar sus maletas y en cuanto ambas tenían todo preparado para partir, los duques salieron a despedir a su hija mayor a la entrada del Ducado, y le informaron que con ellas irían con quince de los mejores soldados del ducado.

En eso vieron venir a unos de los carruajes de la familia imperial y en cuanto se estacionó en la entrada, el primero en bajar de el, fue el príncipe Erick.

— Hola padrinos. Vengo por envío de mi padre, el quiere que la señorita Elizabeth viaje con nosotros para ir más seguros, además para que cuando lleguemos la guiemos por el instituto.

— Saludos tíos. — Agregó Sebastián al llegar junto a su hermano y los duques.

— Oh ¿es así? Que bueno, entonces pasen todo al carruaje de su Alteza.

—Espera padre ¿por qué tengo que ir en el mismos carruaje? estamos bien así, si quieren los seguimos, pero por separado.

— Por favor Eli, has caso. Así estaré más tranquilo.

— Si cariño, ve con ellos.

Elizabeth, al ver que sus padres insistían, no le quedo mas remedio que aceptar, pero su rostro lo decia todo. No le agradaba nada esa idea.

— Está bien. — terminó diciendo, mientras veía como sus maletas eran cambiadas de carruaje.

Elizabeth subió al carruaje dónde venían los príncipes y Beth subió tras ella. Los príncipes subieron tras ellas y se encaminaron hacia el instituto.

En el carruaje iban todos muy callados, hasta que Elizabeth decidió empezar una conversación para hacer más llevadero el viaje .

— Y dígame príncipe Sebastián ¿Qué año estás cursando?

— Segundo año señorita.

— Y supongo que usted príncipe Erick estará conmigo.

— Asi es señorita Elizabeth, compartimos algunas clases

— oh... — contestó Elizabeth sin saber que más decír y al ver que ninguno decía nada más decidió ya no hablar.

Luego de eso volvieron a quedar en silencio. Pronto cayó la noche y ya se podía ver a lo lejos el instituto, Elizabeth dió gracias al cielo por haber llegado, ya que el silencio en el que iban viajando los cuatro estaba por volverla loca.

— Por fin llegamos.— Dijo dramatizando.

A lo que Erick solo contestó.

— Hermano lleva nuestras cosas con los sirvientes a nuestra habitación que yo ayudaré a la señorita a llevar las suyas.

— Está bien hermano, te veo después.

Sebastián se fue dejando solos a Erick junto a Elizabeth.

— Bueno avisemos de nuestra llegada y la guiaré hasta su habitación.

— Está bien.

Los demás alumnos miraban curiosos a la pareja que acababa de llegar por qué todos tenían entendido que al principe no le agradaba su prometida, pero al ver lo atento que era con ella empezaron a dudar de su relación. Tal vez las cosas entre ellos habían mejorado en las vacaciones y es por eso que ahora el príncipe Erick se mostraba más atento con la señorita Cortés.