El Demonio Que Se Enamoro Del Ángel

Los días, semanas, meses y años, pasaron quizás demasiado rápido para todos los miembros de la familia. Por suerte con los diversos amuletos que Erkan había conseguido, todos envejecían como debía suponerse que lo hicieran, solamente Galadriel lo hacía de verdad, llenando el corazón de sus seres amados de miedo, pues el final estaba cada vez más cerca.

Padre ¿cuánto tiempo crees que tendremos con madre?- dijo Selene mirando a su madre dormida en la silla mecedora.

Los 55 años le habían llegado junto con una enfermedad cardíaca que no tenía cura para la época en la que estaban, aun así la hacían sentir muy amada y siempre acompañada. Dante y Logan se aseguraban siempre que la caza tuviera buenos animales para que jamás le faltara la comida, Selene era la encargada de mantener el orden en la casa, mientras que Milena y su Padre se encargaban del huerto y de que no faltara nada. Galadriel hacía más de 8 años que no había podido volver a la panadería a trabajar. Al principio el caminar hasta allí, le requería de mucho esfuerzo y luego empezó a tener problemas para poder trabajar parada tanto tiempo.

galadriel, solía quedarse dormida mientras cosía ropa para sus hijos, sentada en la silla mecedora en el pórtico de su casa. Ellos veían la paz que se reflejaba en su rostro y optaban por no despertarla, eran esas pequeñas siestas las que conseguían mantener despierta durante el resto de la tarde y luego de la cena volvía a caer en los brazos de Morfeo, acostada sobre el pecho de su marido a quien amaba profundamente.

Cierto día, Selene y Milena, fueron al pueblo a cambiar diversas oírles de animales por cosas que su mamá pudiese necesitar. Por primera vez en muchos años, Erkan había sido llevado al infierno por Logan, ya que en las tierras de los ogros se estaba llevando a cabo una pelea de territorio con los demonios sapo y tanto el cómo su hermano Caleb, no podían controlarlos, así que decidieron buscar a su padre para que los ayudase, antes de que Satanás lo considerara inútil para cubrir el puesto de príncipe de la Ira. Dante que era el único que había quedado en la casa a cargo de su madre, había decidido empezar la cosecha de los tomates y de las lechugas y acelgas, que ya estaban listos para sacar y usar, quería adelantar el trabajo para que su padre no tuviese muchas cosas que hacer al volver de su reino. Mientras él se disponía a trabajar en el huerto, Galadriel como todos los días, salió con sus cosas de costura para mirar a su hijo trabajar.

Pasaron un par de horas, cuando Dante, sediento por todo el trabajo que estaba realizando, decidió ingresar a la casa en busca de agua. paso por al lado de su madre y la descubrió dormida como todas las tardes, ingreso en la casa y luego de un rato cuando salió se dio cuenta, su madre no dormía, en algún momento de la tarde mientras él trabajaba, su corazón se había detenido.

Cayó de rodillas, llorando en el piso, Galadriel reflejaba una tierna sonrisa en su cara y su piel se había puesto aún más pálida.

Sus hermanas, al volver del pueblo, corrieron a la casa cuando empezaron a escuchar el llanto de su hermano, lo encontraron en la misma postura que cuando él se dio cuenta. Sus puños estaban blancos de la fuerza con la que los cerraba, Milena ya con lágrimas en su rostro se arrodilló al lado de su hermano para llorar junto con él, mientras que Selene, buscaba poder dar con su padre y sus otros hermanos, atreves del collar que este les había traído del infierno.

Para cuando Erkan llego junto a Logan y a Caleb, ya los últimos rayos de sol estaban escondiéndose en el cielo y las primeras estrellas comenzaban a salir. Habían tardado más de lo que les hubiese gustado, pero a pesar de sentir el llamado de su hija, no había podido irse antes.

Encontró a sus tres hijos sentados en el comedor, los mellizos aún seguían llorando y Selene quien había intentado mantenerse fuerte por ellos, al ver entrar a su padre en la vivienda, corrió a sus brazos y se desarmó completamente, seguida de sus hermanos. Erkan los abrazo y sobo sus cabezas intentando tranquilizarlos, pero lo cierto es que por más que él ya había vivido esto, por dentro estaba desarmándose como un rompecabezas. Otra vez perdía a la mujer que amaba, otra vez tenía que esperar a que regresara y ahora debía darle dos vidas libres sin poder conocerlo, por mero capricho de su padre.

¿Dónde está su madre?- dijo luego de un momento.

En la pieza, la hemos aseado y le pusimos su vestido favorito- dijo Milena a quien poco se le entendía lo que hablaba por todo lo que lloraba.

Erkan, salió de la cabaña con el cuerpo de su esposa en brazos y seguido de sus hijos se adentraron todos en el bosque. El cómo en la vida anterior se sentó en medio del claro, admirando nuevamente la luna llena con se alzaba en el firmamento. Todos se quitaron los collares y dejaron ver sus formas humanas jóvenes, todos lloraban amargamente el último adiós que le daban a la mujer que más amaban en sus vidas. Mientras que ella nuevamente se volvía una esfera de luz resplandeciente y se elevaba hacia el cielo, dejando así no solamente el mundo terrenal, sino también en las manos de su esposo, la alianza que contenía todos sus recuerdos.

Acomodemos todo en la cabaña, así nos vamos esta noche- dijo Erkan limpiando las lágrimas de sus ojos. Volvieron en profundo silencio por el camino que los llevaba a la casa y allí parada en la puerta había una mujer que los 6 reconocieron enseguida.

Abuela- gritaron Dante y Milena, mientras corrían hacia ella.

Mis pequeños vengan todos- dijo abriendo sus brazos a sus 5 nietos.

Madre- dijo Erkan acercándose a ella. Su mirada perdida no podía encontrarse con la de Su Madre, así que mantenía su cabeza a gacha.

Ven aquí mi cachorro- dijo dejando un ratito a sus niños para abrazar a aquel que más sufría por todo esto -ya acomode todo adentro, es hora de irnos-

Una vez que lo soltó abrió un portal al reino de la Ira por donde todos pasaron, pero Erkan, antes de atravesarlo, miró por última vez así atrás.

Gracias, mi pequeña princesa- dijo dejando caer en la tierra una lágrima, para luego cruzar a su casa, donde nuevamente debería esperar por ella y lo cierto es que lo haría, todo el tiempo que fuese necesario.