La obsesión del mafioso.

Uno de sus objetivos se había cumplido esa noche y Pietro se sentía aliviado. Ya había firmado los documentos y no quería seguir en compañía de esos hombres a los que en su mayoría despreciaba.

— Señores, si me permiten, iré en busca de mi prometida. Gracias a todos y espero que disfruten el resto de la noche.

Pietro salió de la oficina con gran emoción, buscó con la mirada a Augusto y Alice al entrar al salón y se acercó a ellos, pero fue detenido por Débora.

— Vaya fiesta que has organizado. Los hermanos Castro se ven increíbles y Augusto está guapísimo — provocó su amigo.

— Así es, pero es mío, así que puedes dejar de mirarlo — le lanzó una mirada enfadada.

Débora sonrió ante la posesividad de su amigo, mientras ellos interactuaban, Augusto los vio juntos y recordó el día en que los vio en el restaurante. Se indignó al pensar que Pietro había traído a su amante al cumpleaños de su hermana. Aunque estaba animado hablando con ella, sabiendo que estaría casado pronto, ver aquello solo reforzó su percepción de que Pietro era un mujeriego.

Pietro se separó de Débora y fue a hablar con Alice y su familia. Quería avisarles de un pequeño detalle.

— ¿Te estás divirtiendo? — le preguntó directamente a ella.

— Sí, la fiesta está preciosa, gracias — evitó mirarlo mucho a los ojos.

— No tienes que agradecer, es lo mínimo que puedo hacer por mi prometida. Quiero avisarte que mañana iré a buscarte, la cena de compromiso será mañana por la noche y pasado mañana será la boda. Así que necesito que tengas tus cosas listas, mañana iré por ellas.

Alice se asustó al escuchar lo que dijo, no imaginaba que él quisiera hacerlo de forma tan rápida. Sabía que los compromisos no se demoraban mucho, pero esto era demasiado veloz.

— ¿Pero el matrimonio será tan rápido? — preguntó la madre de Alice, acercándose a su hija.

— Sí, ella ya cumplió los dieciocho, no hay razón para retrasarlo. Tengo muchas cosas por hacer, así que cuanto antes resuelva esto, mejor — se mantuvo seriamente todo el tiempo.

— ¿Resolver? ¿El matrimonio de ustedes es un problema que tiene que ser resuelto? — cuestionó Augusto.

— Creo que sí lo es para algunas personas — respondió mirando primero a Augusto y luego a Alice.

Alice bajó la cabeza al recibir esa mirada, Augusto no pasó por alto eso. Aun creía que algo había sucedido en ese jardín, su reacción había cambiado después de volver de allí, a pesar de que ella le tenía miedo.

— Eso es todo lo que tenía que avisar, los dejaré disfrutar de la fiesta. En poco servirán la cena, también he mandado hacer un pastel. Así que, si me permiten, me retiro.

Pietro simplemente se dio la vuelta y se fue. La madre de Alice la abrazó de inmediato, quería consolar a su hija pero fue reprendida por su esposo.

— Pietro acabas de salir de aquí y ustedes dos se abrazan con esas caras. ¿Quieren que alguien piense que ha pasado algo? Evitemos cualquier chisme.

— ¿De verdad crees que nadie sabe por qué se casa con él? Nadie cree que sea por amor, padre — replicó Augusto.

Luego de esa discusión con su padre, Augusto fue a buscar una bebida, pero le pidió a Alice que no se separara de sus padres. Había notado que Diego estaba mirando en esa dirección y también vio que Alice lo estaba observando a él. Augusto notó que Diego también regresó del jardín con Pietro y su hermana, así que mientras pasaba junto a él, le hizo una petición.

— Buenas noches, Diego. ¿Podríamos hablar en el jardín?

Diego asintió y salieron, pero antes, Augusto se sirvió otra bebida. Se quedaron cerca de la fuente donde todo había sucedido y el hermano de Alice fue directo al grano.

— ¿Qué sucedió exactamente aquí en este jardín? Mi hermana ha estado muy extraña desde entonces.

— ¿No te ha dicho nada?

— No, solo me dijo que salió a tomar aire y se encontró a tu hermano aquí. Pero como tú también viniste de este jardín, sé que mi hermana no está diciendo la verdad.

— Augusto, estás pensando demasiado, ¿qué podría hacer mi hermano con ella? Los dos se van a casar pronto, no tiene sentido lo que estás diciendo — fingió inocencia.

— No sé, podría haberla amenazado de alguna forma, pero me las arreglaré para descubrir qué ha pasado aquí.

Diego se acercó más a Augusto antes de continuar — Si yo fuera tú, simplemente disfrutaría de la fiesta y dejaría de buscar problemas, si Alice dijo que no pasó nada, deberías escuchar a tu hermana, parece ser más sabia que tú.

Augusto fue mirado antes de que Diego se marchara de una vez, nunca había intimidado a nadie, pero no podía permitir que Augusto arruinara los planes de su hermano, después de todo, también se beneficiaría de ellos, porque podría quedarse con la mujer que amaba.

Sin embargo, Augusto pudo percibir ese tono de amenaza, nunca había visto a Pietro de esa manera antes, lo que le hizo estar aún más seguro de que algo iba mal, mientras estaba sumido en sus pensamientos, alguien se acercó a él.

— ¿Disfrutando de la brisa nocturna?

Augusto se volteó y vio que era Mirella, ya la había visto en la fiesta, pero pensó que era mejor no hablar con ella, sabía que a sus padres no les gustaba.

— Intentando calmar mi cabeza, ¿y tú? ¿Estás aburrida allí adentro?

— En realidad, no soportaba escuchar a mis padres hablar con sus amigos sobre conseguir un matrimonio para mí, incluso tengo un candidato, pero creo que no le gusto tanto — pasó la mano por el pecho de Augusto mientras hablaba.

— Recuerdas lo que acordamos, además, incluso si quisiera casarme contigo, todavía dependería de Pietro para eso, sin mencionar que tus padres no querrán que te cases con el hijo de un traidor — le sujetó la mano.

Mirella no tuvo tiempo de responderle a Augusto, porque en ese momento se les unió una tercera persona, la voz era firme y aún parecía enfadada.

— Parece que la fiesta está ocurriendo aquí afuera.