Soy Azahara y os voy a contar mi historia, aunque no lo creáis, todo lo que os voy a decir es real.
Nunca imaginé que dejaría mi casa, mi ciudad, mi familia y amigos, en fin en dejar mi vida para empezar otra en un lugar diferente donde solo conozco a un par de amigas y lo que menos esperaba era todo lo que me deparaba el futuro con seres increíbles pero reales.
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Capítulo 7. Es más valiente de lo que pensé.
Unai.
Su aroma era demasiado intenso, tuve que salir de la fiesta porque no sabía cuánto tiempo más podría aguantar sin ir a su lado y reclamarla, no soy el típico hombre que reclama una mujer como suya, ellas no son un trofeo ni nada por el estilo, pero mi lobo si quería hacerlo, quería marcarla como suya y que todos supieran que tiene pareja, ninguno de los dos podíamos soportar verla con otro hombre, es nuestro instinto de lobo el que nos hace ser celosos y sobreprotectores con nuestras parejas.
Caminaba por los alrededores de la casa, tenía que pensar como acercarme a ella sin asustarla, tenía que contarle la verdad, el destino y la Diosa Luna habían hablado, la pusieron en mi camino por algo, ya no podríamos estar separados, al menos yo no podía estar lejos de ella, siempre me reía de mí amigos cuando encontraban a su pareja, ahora me tocaba a mí, y sabía que se iban a burlar, se divertirían de lo lindo viendo como caía a los pies de ella.
Salí de la fiesta para poder pensar y respirar el aire fresco, pero todo se puso en mi contra, ella estaba cerca, su aroma volvió a ser más fuerte, enseguida supe donde se encontraba, la observaba desde la oscuridad, no creo que sea el momento de hablar con ella, no estaba preparado, o al menos eso pensaba.
- No es un buen lugar para que una mujer como tú ande sola, es demasiado peligroso estar aquí, se dicen que hay mucho lobo suelto. - otra vez ese chico, ya había observado que llevaba toda la noche mirándola, ella no se dio cuenta, estaba divirtiéndose con sus amigas.
- No creo que a ningún lobo le dé por arrimarse, quizás se lleve la sorpresa de que le saque los colmillos y salga con el rabo entre las piernas. -
No pude contener la risa al oírla, era una chica de armas tomar y al parecer si algo no le agradaba lo hacía notar aunque fuera con palabras.
No fue la única respuesta que le dio, pero al parecer el chico no se enteraba de nada, el que corría peligro era él no ella.
* Déjate ver Unai, demuestra que ella nos pertenece.
*Puedes ver qué se sabe defender sola, no hace falta que vayamos.
*Se que nuestra luna es valiente, pero no lo quiero cerca de ella, es mía.
* Es nuestra, así que relájate, mientras estemos cerca nadie nos la quitará ni le hará daño.
Jon estaba nervioso y ansioso por salir, tuve que luchar para que no tomara el control.
*Si te relajas y me prometes estar tranquilo voy.
*Estaré tranquilo cuando él se aleje de ella.
Si quería que Jon se tranquilizara tenía que salir de las sombras y tener unas palabras "amables" con ese tipo, no decíamos llamar la atención, había humanos y se descubriría que el mundo no es como ellos piensan, que los seres mitológicos que leen en las novelas y ven en las películas existimos de verdad.
Intenté ser todo lo amable que pude, solo esperaba que esta vez fuera más listo y se marchara.
Por la conexión mental que tenía con la manada y sabiendo que había lobos cerca le di la orden de que aullarán, tras los aullidos puede ver como él se asustaba y sin más se marchó.
Tras su marcha Jon se relajó un poco, pero al escuchar su pregunta volvió a ponerse nervioso.
Si ella supiera en verdad de quién huía, no lo creería.
*Díselo, habla con ella, yo estaré aquí si necesitas ayuda.
* Haré lo que pueda, pero tienes que estar tranquilo.
- Aunque digas que no eres Caperucita, sabes cómo cazar a un lobo y volverlo loco. - nuestras miradas se cruzaron. - está vez no me pienso marchar, mi destino está escrito por mucho que quiera huir de él. -
- Mi intención no es volver loco a nadie, si así ha sido no es culpa mía, por lo tanto, no tengo que pedir perdón. - se le veía confusa, quizás se debía a que mis ojos cambiaron de color.
Jon estaba presente, lo dejó claro con sus ojos negros.
- No quiero que te disculpes, no lo he pedido, la mayor culpa no la tienes tú, pero si el olor que desprendes. -
No estaba muy seguro de si ella sabía de lo que hablaba, su mirada no reflejaba nada, no hubo ningún cambio de su actitud y eso me hizo pensar que quizás estaba confundido y ella no era una loba, lo que si tenía claro, es que era mía.