**Alexa** es una joven soñadora, inquieta y de alma libre, siempre anhelando encontrar el verdadero amor. Para ella, ese amor es como una burbuja que flota en los cielos, un refugio que le brinda seguridad y confianza, un lazo tan fuerte que no permite distancias entre almas gemelas. Sin embargo, su mundo idílico se ve sacudido por la llegada de **Sergio Méndez**, un hombre misterioso y arrogante que desconfía del amor y desafía todas sus creencias. A medida que Alexa se adentra en este torbellino emocional, comenzará a cuestionar la existencia del amor verdadero. ¿Logrará Alexa mantener su fe en los sueños del corazón, o se dejará arrastrar por la dura realidad que Sergio representa? La batalla entre el idealismo y el escepticismo está a punto de comenzar.
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Capitulo XVI La cena
Alexa se encontraba esperando a Sergio en el auto, su mirada estaba puesta en el inmenso mar y sus pensamientos iban y venían como las olas que se formaban en el agua. Ella nunca había permitido que nadie la hiciera sentir menos, pero siempre había considerado a Irene una amiga y su comentario hizo que volviera a la realidad, sus sueños estaban cada vez más lejos y la esperanza de sacar a sus padres de esa casa se estaba esfumando, ahora solo le quedaba seguir trabajando como una asistente y eso le partía el alma.
"¿Por qué tan sola?", pregunto Sergio acercándose a ella.
"¿Qué haces aquí?, pensé que estabas con los demás cenando", respondió Alexa secando las lágrimas que se le habían escapado.
"¿Estabas llorando?", pregunto Sergio secando con suavidad las lágrimas de Alexa.
"No, solo fue la brisa del mar, que me irrito los ojos", explico Alexa.
"No tienes que sentirte mal por nadie, ya quisieran muchas ser tan inteligentes y hermosas como tú", respondió Sergio honestamente.
"Solo lo dices por lástima, quiero estar sola, ve con los demás", indico Alexa mirando al mar.
"Lo pensé mejor y esa comida no me provoco, tengo una mejor idea, ¿te gustaría acompañarme?", pregunto Sergio sonriendo.
"No me queda de otra, no tengo con quien irme", respondió Alexa sarcástica.
"Ahí estás, ahí estás de nuevo, ¡uff qué alivio!, pensé que te había perdido", bromeó Sergio riendo.
"Ya déjate de payasadas, súbete al auto que ya es muy tarde", respondió Alexa empujando sutilmente a Sergio.
Subieron al auto y emprendieron la marcha, Sergio condujo a la ciudad y llevo a Alexa a un pequeño restaurante donde servían la mejor comida, al menos eso consideraba Sergio.
El restaurante era muy acogedor, con un ambiente íntimo que invitaba a la relajación. Las paredes estaban adornadas con obras de arte contemporáneo, y la iluminación suave creaba un halo de calidez. Las mesas, elegantemente vestidas con manteles de lino blanco y vajilla de cerámica artesanal, estaban dispuestas con suficiente espacio entre ellas para brindar privacidad a los comensales.
Por otro lado, el menú brindaba una fusión de sabores locales e internacionales, con ingredientes frescos y de temporada. Cada plato era presentado como una obra maestra culinaria, combinando texturas y colores que despiertan el apetito. El personal era atento y conocedor, siempre listo para recomendar el vino perfecto que complementara la experiencia gastronómica.
Al fondo se podía escuchar una música suave la cual añadia un toque especial, permitiendo conversaciones animadas sin ser intrusiva. Era el tipo de lugar donde cada visita se sentía como una celebración, ideal para una cena romántica o una reunión especial con amigos.
"Me encanta este lugar, es muy reconfortante", señaló Alexa más tranquila.
"Es mi restaurante favorito y la comida de es de otro nivel", expreso Sergio.
"Nunca imaginé que vendrías a lugares como este, tu siempre tan estirado, siempre vistiendo elegante, pensé que solo asistías a restaurantes cinco estrellas", dijo Alexa con sinceridad.
"Ya ves, hay muchas cosas que no conoces de mí", manifestó Sergio.
Su comida fue servida, Alexa saboreaba cada vez que llevaba una cucharada a la boca, era algo de otro mundo, le recordaba mucho a la comida que preparaba su padre. Sergio solo disfrutaba viendo la sencillez de Alexa, las mujeres con las que salía nunca habrían aceptado ir a un lugar como ese, pero Alexa no solo no le importaba, sino que disfrutaba al máximo cada segundo que pasaban ahí, por primera vez había conocido a una mujer desinteresada.
"Tienes algo de comida por aquí", dijo Sergio señalando las comisuras de sus labios.
Alexa empezó a limpiarse; sin embargo, no limpiaba completamente su boca, así que Sergio tomo una servilleta y la paso suavemente por los rosados labios de Alexa, la inercia lo llevo a acariciar la boca de la chica con sus dedos, deseando poder besarla, todo fue tan rápido que Alexa pensó que fue solo un roce.
"Ya estás limpia", comento Sergio apartando la mano rápidamente.
"Gracias", respondió Alexa con una sonrisa.
"¿Qué le dirás a tu mamá cuando nos vea llegar juntos?", pregunto Sergio cambiando el tema.
"Nada, eres mi amigo y no le veo nada de malo en que salgamos a divertirnos", respondió Alexa despreocupada.
"¿En verdad no te importa lo que piensen los demás?", pregunto Sergio asombrado por las respuestas de Alexa.
"Si pasamos la vida esperando que todo el mundo apruebe nuestros actos, entonces no estamos viviendo felices, yo amo a mis padres, pero ellos ya cometieron sus errores, ahora me toca a mí cometer los míos", respondió Alexa genuinamente.
"Tienes razón, pero para tus padres lo eres todo en el mundo, ¿no crees que deberías escucharlos de vez en cuando?", pregunto Sergio curioso.
"Y lo hago, yo escucho sus consejos, y gracias a escucharlos es que he llegado a este punto, pero llega un momento en el que también debo tomar mis propias decisiones, de eso se trata la vida", expreso, Alexa.
"Los consejos de nuestros padres son muy importantes y siempre hay que tenerlos en cuenta", aconsejo Sergio seriamente.
"Obvio que si, la experiencia de ellos nos lleva de la mano, pero nosotros también debemos forjar nuestras propias experiencias, claro ya soy una adulta y por eso pienso así, cuando era una niña y una adolescente, siempre me dejaba guiar por ellos", aclaro Alexa.
"Es lógico, no pensé que fueras tan madura", dijo Sergio mirando fijamente a Alexa.
Se quedaron un rato más platicando de sus vidas, rieron de algunas anécdotas para luego retirarse del lugar. Subieron al auto y Sergio condujo hasta la mansión. Cuando Miranda escucho que alguien llegó se asomó por la ventana viendo a su hija bajar del auto de Sergio, él también había bajado y los dos entraron a la casa.
Inmediatamente, Miranda fue a la sala a confrontar a su hija. Ágata que estaba viendo la escena desde lo alto de la escalera no intervino y permitió que los hechos que estaban por pasar fluyeran naturalmente, ella conocía a Miranda y sabía que enfrentaría a su hija de una manera nada sutil.