Regresar Para Enmendar

Miré al cielo como esperando que lo que ella me preguntó se hiciera realidad, como si estuviera pidiendo un milagro. Pero, en lugar de eso, ella me habló de nuevo, su voz suave y misteriosa.

"Mira", me dijo, y me mostró una pequeña maceta que había sacado de no sé dónde. En la maceta, había una flor marchita y sin vida, sus pétalos mustios y sus colores desvaídos.

"Esto es tu vida", me dijo, con una simpleza que me dejó atónito.

Yo, sorprendido por lo que me dijo, le pregunté: "¿Cómo es eso posible? ¿Acaso mi vida se representa de esa manera?"

Mi mente no podía comprender cómo una flor marchita y sin vida podía simbolizar mi existencia. Buscaba una respuesta, una explicación que me ayudara a entender el mensaje que ella me estaba transmitiendo.

"La vida es como un jardín enorme", me dijo, "donde cada flor es un ser humano. Algunas florecen y se convierten en bellas mariposas, mientras que otras se marchitan y quedan en el olvido".

Sus palabras pintaban una imagen vívida en mi mente, un jardín vasto y diverso, donde cada flor representaba una vida única, con su propio destino y propósito. Me di cuenta de que, al igual que las flores, las personas también tenemos nuestro propio ciclo de vida, con momentos de belleza y decadencia.

"Sabes, es una pena que una flor tan bella se haya marchitado de esta manera", dijo, y una lágrima cayó de su rostro sobre la flor marchita.

Yo estaba tan sorprendido, estaba claro que no podía ver su rostro, pero pude sentir su tristeza. La lágrima que cayó sobre la flor fue como un destello de emoción que reveló su dolor.

Me di cuenta de que, a pesar de su misterio y reserva, ella también sentía dolor y compasión. En ese momento, me sentí conectado a ella de una manera profunda, como si compartiéramos un secreto que nadie más podía entender.

La flor que antes estaba marchita se convirtió en una hermosa planta que aún no florecía, y ella dijo con una sonrisa:

"Tendrás otra oportunidad, renacerás. Podrás enamorarte, podrás conocer a personas que te valoren de verdad. La decisión es tuya".

Me sentí como si un peso se hubiera levantado de mis hombros. La posibilidad de una segunda oportunidad era emocionante y aterradora al mismo tiempo.

Miré la planta, que parecía simbolizar mi propio renacimiento, y supe que tenía la capacidad de elegir mi propio camino.

De pronto, ella empezó a soplar la planta y algunos pétalos salieron rodeándome, como si estuvieran bailando alrededor de mí. Me pidió que cerrara los ojos, y yo obedecí, sintiendo la suave caricia de los pétalos en mi piel.

Y entonces, escuché sus últimas palabras, pronunciadas con una voz suave y llena de emoción:

"Siempre te amaré".

Me sentí envuelto en un cálido abrazo, como si el amor y la aceptación me rodearan por completo. Cuando abrí los ojos, ella ya no estaba allí, pero los pétalos seguían flotando en el aire, como un recordatorio de su presencia y de su mensaje.

Me quedé solo, pero no me sentí solo, porque sabía que había sido tocado por algo más grande que yo mismo.

De repente, como si el sueño se apoderara de mí, mis ojos nuevamente se cerraron y caí en un sueño profundo. La sensación fue como si me estuviera hundiendo en un océano de tranquilidad, donde todo era paz y silencio. La última imagen que vi fue la de los pétalos flotando en el aire, como si me estuvieran diciendo adiós.

Mi cuerpo se relajó completamente, y mi mente se sumergió en un estado de inconsciencia, donde no había pensamientos ni preocupaciones. Era como si mi alma estuviera descansando, rejuveneciendo y recargando energías para enfrentar lo que viniera después.

En ese sueño profundo, no había dolor, no había miedo, solo una sensación de libertad y paz. Y en ese momento, supe que todo iba a estar bien.

Al despertar, me encontré en mi cuarto, pero algo me parecía ligeramente diferente. Aún poco dudoso de que lo que viví fuera real, me levanté de la cama y me fui al baño para echarme agua en la cara y así poder despertarme por completo.

Mientras me miraba en el espejo, noté que mi reflejo parecía... diferente. Mis ojos parecían más brillantes, mi piel más radiante. Me sentía... renovado.

Me eché agua en la cara y cerré los ojos, dejando que el líquido frío me ayudara a clarificar mis pensamientos. Cuando los abrí de nuevo, me di cuenta de que la sensación de que algo había cambiado en mí era aún más fuerte.

Me sequé la cara y salí del baño, decidido a explorar mi cuarto y ver si podía encontrar alguna pista de lo que había sucedido. Y eso fue cuando vi algo que me hizo detenerme en seco...

En mi escritorio, que se encontraba en una esquina de mi cuarto, pude ver que había unos volantes de un instituto. Y para mi sorpresa, era del instituto donde había estado estudiando. Me acerqué a ellos, sintiendo una mezcla de confusión y curiosidad.

Los volantes parecían ser de una feria de orientación vocacional, con información sobre los diferentes programas y carreras que ofrecía el instituto. Pero lo que me llamó la atención fue una nota escrita a mano en uno de los volantes: "Segunda oportunidad. No la desaproveches".

Me sentí un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Cómo había llegado esto aquí? ¿Y qué significaba esa nota? Me senté en mi silla, intentando procesar todo lo que había sucedido. La mujer, el jardín, la flor... y ahora esto. ¿Estaba viviendo una especie de realidad paralela? ¿O era todo solo un sueño muy vívido?

Así que para confirmar mis sospechas, decidí ver mi celular y al ver el día y la fecha, me quedé paralizado. Era 2 de enero del 2012, lo que quería decir que tenía 18 años de nuevo. Me sentí como si hubiera viajado en el tiempo, como si hubiera retrocedido a un momento crucial de mi vida.

Mi mente estaba llena de preguntas y emociones encontradas. ¿Cómo era posible? ¿Qué había sucedido con todos los años que había vivido? ¿Y qué significaba esto para mi futuro?

Pero también sentí una sensación de esperanza y emoción. Tenía la oportunidad de volver a vivir momentos que había vivido antes, pero esta vez con la sabiduría y la experiencia que había adquirido con los años. Podía corregir errores, tomar decisiones diferentes, y ver cómo mi vida podría haber sido si hubiera elegido un camino diferente.

Me levanté de la cama, decidido a hacer algo con esta segunda oportunidad. No sabía qué me deparaba el futuro, pero estaba listo para enfrentarlo con una nueva perspectiva y una nueva actitud.