Grettel es una mujer pobre, que se enamora de un hombre rico, al que conoció desde niños.
Ese amor desencadena una serie de maltratos, odio y situaciones en las que de pronto te obligan a decir, ¡ella o yo, tienes qué decidir!
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Ese hijo no puede ser mío
Papá, de seguro estás equivocado. No creo nada de lo que me dices. Grettel es una mujer intachable y no creo que haga lo que tú dices.
Pues allá tú si no me crees, hijo, pero te aseguro que lo que te estoy diciendo es la verdad. Ella está embarazada. Tiene como un mes. En realidad Grettel tenía varios meses de embarazo pero no quería que Axel pensara que era suyo.
Axel empezó a hacer cuentas y supo que su padre decía la verdad, ya que si hubiera sido su hijo tendría por lo menos tres meses de embarazo.
Axel cortó la comunicación de inmediato, estaba que no lo calentaba ni el sol.
Y ahora, ¿qué piensas hacer, Axel?, le preguntó David, su amigo, su compañero de cuarto.
No sé, no creo que mi padre esté mintiendo sobre algo tan delicado.
Axel, no creas todo lo que te digan. ¿Por qué mejor no te regresas a Jalisco y hablas tú mismo con Grettel?, tal vez ella tenga alguna explicación que darte.
Por el momento no puede ser no puedo dejar el trabajo botado.
Axel, por Dios, el trabajo aquí va a seguir igual, yo me encargo de que todo marche bien, pero tú necesitas hablar con esa mujer.
No se te olvide que esa mujer es mi esposa, aclaró a Axel.
Perdón, solo fue un comentario.
Está bien, no pasa nada tengo que pensar lo que voy a hacer.
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Josefina platicaba con su esposo, tenemos que ir a ese registro donde se casó y deshacer esa acta.
¿Viste en qué registro era?
No, vi tan rápido el acta y me dio mucho coraje y la rompí, pero no supe en qué registro se había casado.
¿Y tampoco te dijo en qué pueblo se había casado?
No tuve tiempo de preguntarle nada.
Ay mujer, ¿entonces cómo vamos a saber dónde se casó?
Rafael puede ir a buscar esos papeles, él es abogado y sabrá lo que tiene que hacer.
Como si le hubieran invocado, Rafael salió de su cuarto y se acercó a ellos... ¿puedo saber de qué están hablando, padres?
Rafael, necesitamos que vayas y busques un registro civil, no sabemos en qué pueblo está, pero Grettel se casó ahí. Por favor, haz que destruyan ese registro.
¿Entonces, Axel y Grettel se casaron?, vaya, vaya. Qué calladito se lo tenía mi hermano. No se preocupen buscaré ese registro.
Rafael se fue a buscar en el pueblito más cercano, Zapopan, fue a preguntar al juez que ahí estaba.
Buenas tardes, hace algunos meses una pareja se vino a casar aquí. No sé si usted la recuerde.
Permítame, ¿cuáles son sus nombres?, dijo el juez.
Axel Fuentes y Grettel Ramos.
Sí, aquí está, dijo el juez después de checar los archivos.
Ellos se casaron hace 5 meses.
¿Usted los casó?, preguntó a Rafael.
No, fue mi padre, pero él murió hace dos meses.
¿Y alguien más se dio cuenta de esa boda?, Rafael quería estar seguro de que nadie se iba a dar cuenta de lo que pensaba hacer.
Por supuesto que no, aquí no andamos avisándole a nadie cuando se casa la gente.
Perdón. Le quiero proponer algo, por favor, ¿podría deshacer esa acta de su archivo, que no aparezca más?
Pero, ¿cómo se atreve a pedirme esas cosas?, eso es un delito.
Entonces, Rafael le puso unos billetes en su escritorio.
¿Con esto será suficiente?
El juez que estaba a cargo de ese registro tomó el dinero y dijo: está bien, pero nadie sabe ni sabrá esto, de lo contrario yo diré que fue usted el que me ordenó que lo hiciera.
No se preocupe, nadie sabrá nada jamás y yo ni lo conozco adiós.
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Papá, mamá, ya no tienen nada de qué preocuparse, el acta de la boda de Grettel y Axel ha desaparecido, no podrán comprobar que están casados.
Gracias hijo, eres muy eficiente.
Papá, ¿y no te da tantita pena esa muchacha?
Esa zarrapastrosa solamente quiere el dinero de Axel; dijo Lorenzo muy convencido de lo que hablaba.
Bueno, papá, yo me voy, tengo mucho trabajo que hacer. Nos vemos más tarde madre.
El despacho donde trabajaba Rafael era de primera, llevaba los negocios de varios clientes y estaba altamente calificado para ese trabajo.
Fue ahí donde conoció a Adrián, porque él llegó buscando un abogado.
Buenas tardes, soy Adrián Chácez, necesito un abogado para que lleve mis negocios.
Buenas tardes, a sus órdenes, soy Rafael Fuentes.
Escuchar ese nombre algo se removió en el interior de Adrián.
¿Acaso usted es el hijo de...?
Sí soy hijo de Lorenzo Fuentes. Pero no se preocupe, en caso de que usted decida que yo le preste mis servicios mi padre no tendría por qué enterarse.
¿Y cómo por qué dice eso?, dijo Adrián, pensativo.
Sé de la rivalidad que existe entre usted y mi padre, pero lo aseguro que nosotros no tenemos nada que ver con eso, yo soy un abogado honesto.
Está bien. Gracias por la aclaración. Necesito que me lleve mis negocios, porque el otro abogado que tengo se está ocupando de otras cosas.
Desde este momento me haré cargo de todo lo que usted necesite. Y créame, no se va a arrepentir.
Gracias y, bienvenido a mis negocios.
Ambos hombres se dieron la mano en señal de aprobación.
En ese momento Rafael pensó en lo que había hecho en el registro y se sintió mal.
"Dios, ¿cómo fui capaz de hacer algo así? ¿Qué pensará de mí este señor si supiera lo que hice?", "pero desde hoy prometo que seguiré las leyes como debe de ser, jamás volveré a delinquir, aunque se trate del peor enemigo de mi padre".
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Grettel seguía trabajando en ese bar vendiendo cigarrillos, su peluca rubia y su vestido un poco ajustado le hacía notar más su embarazo.
Don Agustín la vio y movió la cabeza en señal de desaprobación.
Grettel, será mejor que dejes de trabajar aquí, tu embarazo es muy notable y no quiero que los borrachos te vean así.
Por favor, don Agustín, necesito mucho el trabajo, le dijo Grettel, angustiada.
Entiende, niña, no es bueno para ti que estés trabajando en este lugar y menos embarazada. Además, a mí no me beneficia en nada tener una mujer embarazada en mi negocio. Es un riesgo que estés aquí, los borrachos te pueden faltar al respeto y entonces a ver qué hago yo.
Entiendo, don Agustín, le agradezco su sinceridad. Grettel se sentía mal de ya no poder trabajar. Necesitaba dinero para sus dos niños que venían en camino.
Me alegra que entiendas, pasa a la caja para que te den tu liquidación, y de verdad, no es nada personal. Es por tu bien.
Gracias, don Agustín.
Gretel se fue a la casa que le estaba prestando Ana Luisa. Se sentía muy descorazonada.
¿Y ahora cómo le voy a hacer para mantener a mis dos hijos, si Axel no regresa? ¡Dios mío, ayúdame!