Arderá Mi Alma

Salir de aquel lugar era lo mejor que me había pasado en mucho tiempo. Ya prácticamente no recordaba mi edad ni cuantos meses o años pasé allí. Mi vida solo se resumía en un nombre otorgado por alguien que robo mi sombra, se haceia llamar mi padre, me llamó Lilit y dijo que me había dado un don a cambio de un trato, mi alma a cambio de venganza. ¿Qué fue lo que sucedió para que yo acceda a ese trato? No lo sé. El maldito borro absolutamente todos mis recuerdos. Pero lo unico que me dejó fue esa sensación de odio e ira. Eso y Baell era lo único que aún me hacían sentir todavia humana.

Llegue a la academia todavía con el collar inhibidor en mi cuello. Esa era la condición del Dr. Gabriel para poder confiar en mi palabra y continuar con el hasta aprobar todos los exámenes.

En la sala donde me ubicaron, pude ver la gran cantidad de hombres y mujeres de diferentes edades y tan particulares como yo. En nuestro pecho había una etiqueta pegada con nuestro nombre y un número asignado. El mio era el 777 que me ubicaban entre los últimos lugares. Supuse mi llegada había sido una de las últimas.

Un doctor nos fue llamando por grupos y nos dividieron de a cien. En mi grupo abundaban ancianos, así que supuse pasaría las pruebas con gran facilidad. Y así fue. La primera prueba era tan solo física, levantar una mochila bastante pesada y correr por una pista hasta que nos decían cuando detenernos. Puedo decir que fui la única que la supero.

De allí me llevaron con otro grupo, en el que abundaban hombres musculosos y entrenados. Sus cuerpos tonificados me hacían dudar de mi capacidad. Pero cuando todos nos arrojamos al agua, esas bestias se fueron a pique como un barco en pleno naufragio. Nuevamente pasé sin problemas a la siguiente etapa.

En las gradas un grupo de personas nos observaban concentrados y tomaban nota de absolutamente todo lo que veían. Cada prueba me parecía una tontería aún con mi inhibidor puesto. Cuando miré a mi alrededor, aprecie que tan pequeño era el grupo que quedaba.

Uno de los instructores nos explicó sobre lo que acontecería. Un enfrentamiento al azar con cualquiera de este grupo nos daría un lugar en la institución de formación para ingresar al fin a la Guardia Civil. Mi meta.

Me coloqué lo mas atrás del grupo para evitar ser una de las primeras seleccionadas. Deseaba ver y analizar esta prueba y los contrincantes que posiblemente podría llegar a enfrentar. Mi nerviosismo no me dejaba estar quieta. El inhibidor de mi cuello era mi mayor obstáculo. Pero supuse nos lo quitarían en la arena.

Rapidamente uno de los instructores comenzó a señalar a dos que justamente estaban a mis costados. Un obeso y panzon se movía lentamente mientras que el otro tan delgado como sus huesos era ágil y veloz.

Todos quedamos tiesos ante tal desventaja. Era una pelea ganada. Tan injusta que cualquier esperanza de victoria se desvanecía viendo los resultados.

Pocos llegaban a salir victoriosos. Los choques de cuerpo a cuerpo eran bastantes violentos para humanos inhibidos. Llegue a pensar en cómo serían aquellos resultados sin esos collares.

Pronto el grupo se redujo a nada. Y mi momento había llegado. Me encontré tan sola en aquel lugar frente a un gigantesco hombre de gruesos brazos y amplia espalda. Las reglas eran fáciles. Luchar hasta que uno se rindiera. Vaya suerte la mía toparme con quien había evitado todo este tiempo.

Aquella bola de músculos se limitó a verme y reír a carcajadas. Era tan imposible vencerlo que estar ahí mucho más tiempo me dejaba expuesta como una mosca al sol.

Todos me miraban apenados y aliviados de no tener que enfrentarlo. Bien, solo tendré que aguantar algo de dolor y regresar a esas cuatro paredes con Baell nuevamente.

Me detuve esperando el primer golpe. Aquel momento fue tan eterno que regresé la mirada hacia él para saber el motivo de su tardanza. Y vi como su cuerpo se inclinaba a gran velocidad al igual que su puño a mi estómago. Ese golpe tan directo terminó por quitarme el aliento y hasta llegar a derramar algo de sangre de mi boca. Caí al polvoriento piso y oí como se llegaban a retorcer de dolor los demás postulantes. No lograba decir palabra o movimiento que diera señal de rendición. Mis oídos sumbaban y mi estómago se había entumecido. El maldito siguió golpeándome hasta hartarse y dejarme tirada a un costado. Busque una mirada de socorro y terminé encontrando al Dr. Gabriel muy cerca mío, con nada más y nada menos que con Baell en sus brazos.

_ Si te rindes no lo volverás a ver nunca más.

Esas palabras hicieron que mi sangre se helara. ¿Quién rayos se creía que era para amenazarme con Baell de esa forma? Pero algo en lo más profundo de mi mente me alertaba.

No quería correr el riesgo de arrojarme a una piscina sin agua. Perder a Baell sería lo peor que me podría ocurrir.

Sin saber como, logré sacar fuerzas y ponerme de pie. Llegué a esquivar uno o dos golpes torpes que lanzaba el hombre. El resto era amortiguado por mi cuerpo. Llegué a temer lo peor. Mi vulnerable posición me demostraba lo débil que era con el collar en mi garganta. Lo tomé y comencé a tirar de él con gran desesperación mientras los golpes continuaban. El dolor era insoportable, pero debía intentar librarme de él de alguna forma.

Aunque me resultaba extraño creerlo, aquel dolor que sentía me resultaba tan mínimo. Era como si en algún momento hubiese sentido algo mucho peor. ¿Qué tan doloroso fue mi vida antes? Si tan solo pudiera recordar algo...

A cada que me golpeaba caía, pero volvía a incorporarme, y así estuve por un buen rato. No quería que Baell sea separado de mi lado. No iba a permitir que regrese a la calle y muera. Debía mantenerlo conmigo. En mi desesperación intenté golpear a aquel hombre, pero estaba sumamente débil.

Pobre e inocente mi Baell que intento protegerme huyendo de las manos del Dr. Gabriel. Era imposible para su pequeña figura enfrentarse a alguien que triplicará su fuerza.

Te vi tan furioso mientras intentabas safar de su agarre, pero te inmovilizo fácilmente con solo una mano. Temí por su vida cuando te tomó del cuello. En lo alto como un trofeo te tenía mientras me rebajaba con sus ojos. Sin saber como, pero logré sacar fuerzas desde lo más profundo de mi cuerpo y corrí desesperada. El dolor de mi pecho me había traído de regreso aquel sentimiento de dolor y desesperación que había olvidado. Con nada más que unos pocos pasos me habian bastado para alcanzar a Baell y cubrirlo con mi cuerpo. El bastardo se aprovechó de mi vulnerable retaguardia y siguió golpeándome sin piedad. Sabía que su interés era hacerme sufrir con la tortura o muerte de Baell. No permitiría jamás eso. Antes daría mi vida por él.

Sentía tanta rabia de que los demás eran solo unos egoístas espectadores. Nadie se interpuso ni intento detener lo que estaba sucediendo. Perdía poco a poco mi aliento al igual que mis fuerzas, pero no dejaría que lastimara a mi gato.

El instructor tocó la sirena y todo de pronto se detuvo. Trate de incorporarme, pero mis costillas me impedían tan solo tomar hasta una bocanada de aire. Sabía que varias estaban destrozadas. Mire entre mis brazos y Baell se había acurrucado en mi mano asustado. Unas pocas lágrimas se escapaban de mis ojos aliviados de verlo a salvo. Su ronroneo me decía que se encontraba bien y sus besos en mis mejillas que secaban mis lágrimas me calmaban. Cada momento era un sentimiento que recuperaba. Sonreí feliz a su lado. Ya no me importaba regresar a aquel lugar. Solamente deseaba estar al lado de Baell.

La etapa de selección había finalizado. Y en la pantalla estaban los nombres de los seleccionados. Solo diez había en aquella lista. Un grupo selecto que serían los futuros integrantes de la Guardia Civil. No tuve ningún interés en ver quienes eran. Volteé hacia el Dr. Gabriel esperando su veredicto. Pero lo enfrentaría con uñas y dientes, ya que sabía lo que sucedería si perdía aquí.

_ Felicidades.

No entendía si lo decía irónicamente o cual era el motivo para burlarse de tal forma.

_ ¡¡Imposible!! ¡Yo vencí a esa inútil mocosa!

Se escuchaba de fondo como aquel que me había destrozado insultaba furioso a los que seleccionaban postulantes. No entendía nada. Mire la pantalla y mi nombre cerraba el final de aquella lista.

Mis ojos luchaban por leer nuevamente lo que decía allí.

_ Te podrás quedar a Baell. Y además formarás parte del futuro grupo de la Guardia Civil. _ Dijo el Dr. Gabriel alegre.

_ Pero no hice nada más que recibir una paliza _ Le dije confundida aun en el suelo.

_ Tal vez es porque vieron algo en ti y este pequeño. Siempre supe que serias seleccionada. Pronto te enterarás el motivo. _ Dijo orgulloso mientras me ayudaba a ponerme de pie.