Hace años, Ilán le mintió a su exmarido, Damon, diciéndole que el bebé que había dado a luz había muerto. Lo hizo por la profunda decepción que sentía hacia él, quien lo había abandonado en el momento más vulnerable, cuando estaba a punto de dar a luz.
Ahora, Ilán se ve obligado a enfrentarse nuevamente a Damon, ya que su hijo/a necesita desesperadamente un donante de médula ósea.
¿Cómo reaccionará Damon al descubrir que su hijo/a sigue vivo y está gravemente enfermo debido a la enfermedad que padece?
—Cásate conmigo otra vez, Ilán —dijo Damon, su voz impregnada de autoridad, mientras las feromonas alfa llenaban la habitación, abrumando a Ilán con una mezcla de tensión y deseo reprimido.
—Acepto... —respondió Ilán, conteniendo la respuesta instintiva de su cuerpo al poder que emanaba Damon—, pero después de que quede embarazado y dé a luz, nos separaremos.
El aire cargado de feromonas hizo que la atmósfera se volviera insoportable, incrementando la tensión entre ambos...
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3
—Quizá esa niña sea el espíritu de tu hija... la que perdiste hace mucho tiempo.
Damon sintió un golpe seco en su pecho.
La imagen de la niña en sus sueños, la que siempre lo llamaba "papá", volvió a llenar su mente. Recordó también las últimas palabras que ella le dijo, perdonándolo por todo lo que había hecho mal. Esas palabras habían aliviado, aunque fuera un poco, el peso de la culpa que lo había consumido durante todos esos años. Las feromonas de Damon se intensificaron por la mezcla de emociones, impregnando la habitación con un aroma denso y melancólico.
—Tienes razón, Zack… esa niña es mi hija. Además, su rostro se parece tanto a… —Damon se interrumpió bruscamente, incapaz de pronunciar el nombre de la única persona que realmente había amado. El nombre de ese omega, al que había destrozado tanto física como emocionalmente sin piedad. El aroma a cítrico de su furia y culpa se intensificó en el aire—. Pero… ¿por qué en cada sueño ella me pide que cuide a su "papi" y a su "hermanito"? —preguntó, su mente volviendo a la realidad. Damon estaba convencido de que Ilán solo había dado a luz una vez. Una niña que había muerto antes de siquiera poder ver la luz del día.
—¿Y si tuvieras otro hijo del que no sabes nada? —preguntó Zack, sintiendo la tensión en el ambiente. Las feromonas de Damon saturaban el aire de la oficina, provocándole un sudor frío.
—¿Acaso te volviste loco? Sabes bien que solo tuve una hija con mi ex… —respondió Damon, irritado.
—¿Y si fue con alguien más? ¿Tal vez otro omega?
No hubo respuesta de Damon, solo un expediente volando por la habitación que golpeó a Zack de lleno en el pecho. El alfa estaba desbordado por la confusión, y su enojo era palpable.
—¡Te dije que solo tuve un hijo con mi ex y nadie más! —espetó Damon, furioso. Sus ojos destellaban con rabia mientras su olor a alfa dominante impregnaba cada rincón de la habitación, obligando a Zack a someterse sin replicar.
Zack guardó silencio, sabiendo que insistir solo lo metería en más problemas. El asistente temía que no solo fueran expedientes lo que volara si continuaba provocando a su jefe. Así que, con un suspiro, se quedó en su lugar, resignado.
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Al mismo tiempo, en otro lugar, en un amplio parque donde muchos niños jugaban alegremente al fútbol, una figura sentada observaba con atención. Ilán, un omega de belleza melancólica, miraba a su pequeño hijo de cinco años, Gio, que corría junto a sus amigos, su risa mezclándose con los sonidos del parque. Una sonrisa apenas perceptible cruzó los labios de Ilán, aunque una sombra de tristeza aún se mantenía en sus ojos.
—El tiempo pasa rápido, ¿verdad? Gio ya ha crecido mucho —dijo una voz a su lado, rompiendo el silencio.
Ilán desvió su mirada hacia Hesti, su mejor amigo, quien lo acompañaba en el banco. Las palabras de Hesti resonaban en su corazón.
—Sí… parece que fue ayer cuando lo tuve entre mis brazos por primera vez —murmuró Ilán, con un tono quebrado, mientras los recuerdos inundaban su mente. Se acordó de aquella dolorosa noche, seis años atrás, cuando había dado a luz a sus gemelos en soledad. El alfa que había prometido estar a su lado se había marchado sin remordimientos, dejándolo a merced de su dolor y sufrimiento.
El aroma suave de Ilán, un perfume a lavanda con un toque salado de lágrimas contenidas, lo envolvía. Luchaba por mantener la compostura, pero los recuerdos siempre lo atrapaban.
—No pienses en eso ahora, Ilán. Ya ha pasado —dijo Hesti, notando cómo el dolor resurgía en su amigo. Sabía que cada vez que Ilán recordaba aquellos días, el sufrimiento volvía a apoderarse de él. A pesar de no haber estado presente, las veces que Ilán le había contado la historia eran suficientes para hacerle entender la gravedad de lo que había vivido. Sobre todo, cómo había perdido a una de sus hijas por llegar demasiado tarde al hospital.
—Pero... ¿nunca has pensado en perdonarlo? —preguntó Hesti, su voz suave pero firme, mientras lanzaba una mirada seria a su amigo omega.
Ilán negó con la cabeza, su expresión endureciéndose. —No. Nunca podré perdonarlo. No después de todo lo que hizo —respondió con una resolución que parecía inquebrantable.
—¿Ni siquiera por Gio? —preguntó Hesti, viendo cómo el rostro de Ilán cambiaba ante la mención de su hijo. Ilán lo miró, frunciendo el ceño, claramente confundido.
—¿Qué tiene que ver Gio con esto? Mi hijo es feliz conmigo. No necesita a nadie más —dijo con firmeza. Aunque la tienda de pasteles que tenía era su única fuente de ingresos, Ilán se había asegurado de darle a Gio una vida digna y llena de amor.
Hesti suspiró, observando a Gio desde la distancia, mientras el niño se quedaba inmóvil, mirando cómo otros niños jugaban al fútbol con sus padres. —Claro que es feliz contigo, Ilán. Pero... también necesita a su padre. ¿No lo ves? Siempre está callado cuando ve a los demás niños jugando con sus padres —señaló con la mirada a Gio, que parecía haber perdido la energía mientras observaba, con una expresión vacía, a un padre e hijo compartir un momento de alegría en el campo.
Ilán siguió la dirección en la que Hesti señalaba y, tras un largo silencio, sacudió la cabeza con tristeza. —Gio no necesita un padre, y mucho menos a un alfa despreciable como Damon —respondió con frialdad, su voz cargada de un dolor profundo.
El viento soplaba suavemente, llevando consigo el aroma a pan recién horneado desde la pequeña panadería cercana, mezclándose con las feromonas de los presentes, creando una atmósfera cargada de sentimientos no expresados.
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...Gio...
...Alfa Dominante...
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...Hesti...
...Omega Puro...